jueves, 2 de junio de 2016

Memorias de mi niñez. (Capítulo 1 “En la pastoría”).

El cielo gris parcialmente nublado, el frescor del medio ambiente cuando va a empezar a llover; el trajín apresurado para recoger las herramientas de trabajo, el desenganchar  de los animales de trabajo del arado y de la traila y el traslado de los mismos a buen recaudo, todo esto lo observaba yo desde un lugar seguro en aquel cobertizo situado en la parte frontal del cuarto en  el cual más tarde nos dispondríamos a descansar después de una jornada agotadora en las labores del campo, sembrando maíz y frijol en las tierras que pertenecían a mi padre Don Julio Velázquez natural de la hacienda del ojo pero que desde que se había casado con mi madre  Doña  Gabina  Muñoz se habían avecindado en el pueblo llamado Antonio Amaro que era municipio de Guadalupe Victoria, cabecera municipal pertenecientes todos al Estado de Durango, un estado agreste y semidesértico del Noreste del país llamado México o República Mexicana.
Estábamos ya bien metidos en la muy corta temporada de  lluvias, corría la tercera  semana del mes de Junio a finales de 1970 yo tenía seis años de edad ya que había nacido el 08 de Marzo de 1964, la temporada de lluvias comprendía desde finales  del mes de Mayo hasta principios del mes de Septiembre, poca cosa si como sabemos en esta región  de los llanos del Estado de Durango la flora existente se ve dominada por Huizaches, Nopales, Magueyes y uno que otro Mezquite; por supuesto que hay otro tipo de  árboles  como  Álamos, Nogales, Duraznos, Morales y Perales pero estos son los menos y solo nacen y  se  desarrollan en lugares húmedos o que son regados a menudo.
Por el color que había tomado el cielo y por cómo se sentía el ambiente íbamos a tener una tarde noche con buena lluvia, quizá hasta amaneciera aun lloviendo, esta  lluvia le  vendría  bien  a las incipientes plantas de frijol y maíz  que  apenas  despuntaban  luchando contra  la tierra formada por los zurcos por salir a la superficie y gozar de esta benéfica lluvia.
Pronto oscureció y se hizo de noche, en esta temporada de siembra  éramos  puros hombres los que estábamos temporalmente en el campamento que nos servía de  casa de manera temporal , aproximadamente tres meses los cuales comprendían desde preparar la tierra y  posteriormente sembrar las semillas, después de esto vienen un trabajo que se llama Asegundar los zurcos una vez que ya nacieron las plantas y tienen un tamaño mínimo requerido  posteriormente  viene otro trabajo que se llama Escardar los zurcos, estos dos trabajos posteriores  a  la  siembra son muy importantes ya que sirven para volver a formar de manera correcta  los  zurcos y quitar la poca hierba que ha ido naciendo y creciendo a la par de las plantas de frijol y  maíz,  más  adelante cuando las plantas de frijol van a florear o ya están floreando viene  otro  trabajo  que se llama Deshierbar, esta acción consiste a quitar las plantas que han ido naciendo y  creciendo al lado de las plantas de frijol y maíz, la idea es que las plantas de frijol y maíz crezcan  lo más libres y solas que se pueda porque la hierba las perjudica enormemente ya que son  ella  compiten  por los nutrientes que hay en el subsuelo y si crecen mucho las hierbas pueden  llegar  a  ahogar a las plantas sobre todo a las de frijol.
Bueno regresando al momento actual, se había hecho de noche ya, habíamos prendido un aparato de petróleo con el que contábamos para alumbrarnos un rato  por  las  noches y también una pequeña parrilla de petróleo para preparar los sagrados alimentos aunque  cuando  el clima lo permitía era preferible que se cocinara en un hogar que se improvisaba en el  suelo  seco  con piedras y leña seca, la parrilla solo se usaba en los días en que estaba lloviendo por obvias razones, mi padre se dispuso a hacer la cena, en esta ocasión la cena la comprendían un guisado de papas a la mexicana y otro guisado de frijoles fritos y sus respectivas tortillas hechas a mano y calentadas en el comal, todo esto acompañado por un buen vaso de te de canela; esa era la comida sencilla a la que estábamos acostumbrados en estas latitudes; aunque había veces que salíamos  de caza y nos traíamos un conejo, una liebre, unas ratas de campo, una perdiz, una paloma campera o una o varias codornices y hasta un venado o un jabalí en algunas ocasiones,  en  estas  ocasiones nos dábamos un atracón de miedo.
Después de degustar esta opípara cena,  nos dispusimos a descansar  plácidamente en nuestras improvisadas camas, estas consistían en un hule o una lona sobre el suelo de tierra  y encima una colchoneta y algunas viejas cobijas y algunas  no  menos  viejas sobrecamas,  casi  siempre dormíamos sin almohada y con la ropa puesta ya que no se usaban en aquel tiempo y  sobre todo en esta casta social los pijamas, así que después de enjuagarnos la boca con agua ya que no había ni pasta de dientes ni cepillos dentales nos dispusimos a dormir.
No habían pasado ni quince minutos de que nos habíamos  acostado  cuando  se  empezaron a escuchar los rayos que se dibujaron en el cielo oscuro y empezó a caer  un  verdadero diluvio sobre toda la zona llamada “La Pastoría” que era donde se ubicaban las tierras de mi padre, poco a poco y ayudados por el ruido sordo del caer de la lluvia nos fuimos quedando dormidos.













Al día siguiente nos despertamos antes de que los primeros rayos de sol salieran por el horizonte, nos despabilamos y salimos a sentir la frescura de  la  mañana  en  nuestros  rostros, eran aproximadamente las 7:00 a.m., mi padre me mando a traer la leña  para preparar el almuerzo, difícilmente iba a encontrar leña o ramas que estuvieran secas después de la lluvia nocturna, aun así me perdí entre los árboles y nopales que poblaban la loma a donde me dirigía para recolectar la leña, después de un rato de buscar y buscar logre recolectar algunas ramas que  aun  estando húmedas con un poco de suerte y paciencia harían un buen fuego para calentar los alimentos de la noche anterior que como habíamos dicho anteriormente eran papas a la mexicana y frijoles fritos.
Adicional a esto mi padre iba a preparar un buen guiso de huevos de gallina en esta ocasión los haría revueltos, con estos tres guisos tendríamos asegurado un excelente almuerzo para después dedicarnos a nuestras labores que difícilmente el suelo tan mojado nos permitiría hacer.
Después de aquel sabroso almuerzo mi padre le ordeno a mi hermano mayor que ensillara el caballo porque se iba al pueblo a la casa donde permanecían mi madre y mis hermanas, el viaje era para traer el cargamento de tortillas hechas a mano que les comentaba anteriormente, además de las tortillas, traía algunas gorditas de guisado de chile rojo o verde que nos preparaba mi madre, traía también sal, azúcar, canela, café de grano y algunos otros productos que surtirían nuestra despensa acá en el campo, el viaje era largo ya que iba a recorrer aproximadamente 30 kilómetros, pero a caballo y por lo difícil que es viajar a campo traviesa, le llevaría a mi hermano casi tres horas de ida y otras tres horas de venida; así que la ida la haría el día de hoy, partiría alrededor de las 11:00 hrs. a.m. para llegar a la casa del pueblo más o menos a las 14:00 hrs. p.m. y la vuelta seria hasta el día de mañana saliendo de la casa del pueblo aproximadamente a las 8:00 hrs. a.m. para llegar más o menos a las 11:00 hrs. a.m., normalmente estos viajes eran cada tercer día o cada dos días aproximadamente ya que eran cosas que no se podían conseguir de otra manera.
Cuando mi hermano mayor partió yo estaba limpiando un poco de frijol para más tarde ponerlo a remojar y finalmente cocerlo en la olla de barro en el hogar alimentado por las ramas recolectadas temprano por la mañana, en realidad yo me ocupaba de trabajos fáciles que no requerían de mucho esfuerzo dadas mis condiciones de niño pequeño (acababa de cumplir los 6 años) yo me ocupaba de hacer cosas casi vánales como limpiar los frijoles y ponerlos a coser, ir a traer leña (ramas) porque cuando realmente íbamos a la leña íbamos en la traila y a veces hasta cortábamos uno o dos árbol de los que ya estaban secos, a punta de hacha y luego se cortaban las ramas se les quitaban las pocas hojas que pudieran tener y tanto tronco como ramas grandes se cortaban en pedazos más cortos y manejables, estos se dejaban al sol para que terminaran de secarse, estos posteriormente se cortaban en dos o en cuatro partes (hacer leña) cuando ya se iban a ocupar ya fuera para calentar la comida, calentar agua para pelar algún marrano y hacer chicharrones del mismo marrano en un cazo y algunas otras cosas para las que se usaba la leña, así transcurrió ese día, prácticamente no se trabajó en las labores pues estaba muy humedad la tierra, se tenía que dejar orear para que no se hiciera un atascadero con el zoquete (lodo).
Más tarde alrededor de las 18:00 horas me dispuse a encender la vieja radio de pilas que era el único aparato de entretenimiento con el que contábamos en la pastoría, de hecho era el único entretenimiento con el que contábamos también en la casa del pueblo, en algunas de las casas de la gente que tenía el modo o estaban más acomodadas (dinero), si contaban con televisión que en aquel tiempo eran unos aparatos muy voluminosos ya que eran de los conocidos como de bulbos, además eran televisores que se veían en blanco y negro, no había de color; por lo menos en el pueblo.
Eran tan raro que algún vecino tuviera televisor que hasta cobraba para dejar pasar a verlo, me acuerdo que en aquel tiempo cobraban 20 centavos, una moneda de cobre de tamaño mediano, de las que circulaban en ese tiempo en el pueblo, con esa moneda podías comprar en la tienda un pan de azúcar, tres dulces y tres chicles, en la actualidad (2016) para comprar esas tres cosas debes desembolsar alrededor de 10 pesos.
Bueno regresando a lo que les estaba contando, encendí la radio me eche sobre un costal en el suelo de tierra y sintonice o trate de sintonizar la estación XEW, por la cual se en ese tiempo transmitían las radionovelas Porfirio Cadena el ojo de vidrio, Chucho el roto y Kaliman el hombre increíble, estas eran mis tres radionovelas favoritas aunque había otras que también salían en ese tiempo, estaban magistralmente actuadas por los actores y los efectos especiales tan bien logrados que cuando las escuchaba y cerraba los ojos podía ver y sentir lo que ellos hacían, era casi como si yo me convirtiera en parte de la radionovela, era muy parecido a leer un libro que te gusta mucho y te transportas a vivir las aventuras narradas en él, te conviertes en un actor más del libro o en este caso de las radionovelas, un actor mudo ya que te sientes en medio de la acción pero no puedes interactuar con ellos, eres como un testigo mudo o como un fantasma que puede ver y oír pero no hablar o hablar pero no ser escuchado.
Para mí era muy emocionante casi diría yo que era excitante poder escuchar las radionovelas y de alguna manera interactuar con los personajes, tratando de advertirles acerca de alguna traición del oponente o tratando de avisarles de algún peligro que podía correr, en ocasiones era hasta frustrante ya que obviamente por más que les advertías, estos terminaban siendo traicionados por los oponentes o caían en las trampas que estos les tendían, esa era la magia de la radio por aquellas latitudes en aquellos tiempos.
Estaba de lo más entretenido con las radionovelas cuando mi padre me llamo para cenar, así que me levante de mi improvisada cama en el suelo y por supuesto me lleve la radio conmigo para terminar de escuchar las radionovelas, esa noche solo cenamos unos huevos revueltos acompañados por frijoles, tortillas y un chile (salsa) preparado por mi padre en una sartén, este llevaba chiles jalapeños (cuaresmeños) picados , cebolla picada, tomate (jitomate) picado, medio diente de ajo machacado, esto se echaba en la sartén con un poco de manteca de cerdo y se freía hasta que el chile estaba blando, iba a estar deliciosa la cena, está la acompañamos de un té de yerbanis (pericón) era una planta que se daba mucho por esos lugares, era una planta que crecía hasta los 50 centímetros, era de un color verde intenso y daba una flor de un llamativo color amarillo, el olor y sabor eran muy apreciados por la gante de los alrededores.
Bueno una vez que terminamos de cenar y que se hubieron terminado también las radionovelas, mi padre y yo nos enjuagamos la boca y nos dispusimos a caer en los brazos de Morfeo, porque han de saber que yo ya tenía conocimiento de quien había sido Morfeo que no era otro más que el Dios de los sueños que a su vez era el hijo de Hipnos el Dios del sueño, todo esto dentro de la mitología Griega, todo eso y otras cosas más me las había contado mi padre en algunas platicas que teníamos a veces antes de poder conciliar el sueño.
Así que esa noche paso sin contratiempos y a eso de las 7:00 horas a.m. desperté y escuche que mi padre ya andaba afuera de la casa y parecía que andaba peleando con los trastes, asi que apure a levantarme antes de que se produjeran algunas bajas del bando de los trastes por supuesto y me apure para auxiliarlo en el lavado de los mismos.
Me levante. Me enjuague la boca y me fui al rio a traer agua para lavar los trastes, el rio al que hago referencia no era más que un pequeño arroyo de aguas escasas pero cristalinas del cual nos surtíamos de agua para todas las actividades en las cuales esta era la protagonista, llámese asearnos ya fuera lavándonos manos y cara o de plano bañarnos, tomar agua durante el día, preparar los alimentos, etc., el rio o arroyo estaba como a cincuenta metros de distancia de la casa y había que sortear algunos grupos de nopales, gatuños, huizaches  y cardenches que normalmente son parte de la flora avecindada en la región, así que seguí la vereda que me llevaría hasta el arroyo, cuando llevaba la mitad de la distancia recorrida me llamo la atención el brillo de un objeto que estaba semienterrado en el suelo en la orilla de la vereda por la que transitaba en ese momento, me detuve, me agache para ver qué tipo de objeto era aquel, a primera vista parecía que el objeto estaba hecho de algún tipo de metal, se alcanzaba a ver parte de la cara plana de uno de sus lados, alcance a observar algunas pequeñas letras, recogí un pedazo de un pequeño palo de la rama de un árbol que se encontrada a un costado mío en el suelo y le empecé a rascar al objeto que acababa de encontrar, conforme le fui rascando alrededor del objeto, este fue quedando expuesto ya a flor de tierra, cuando termine de sacarlo lo tome en mi pequeña mano, era de un tamaño grande comparado con las monedas de a veinte centavos que ya había tenido en mi poder, era una moneda plateada, podía ser una moneda de un peso de las que traían grabada la imagen de Morelos, la guarde en mi bolsa y seguí mi camino hacia el arroyo.
Llegue al arroyo, llene la tina (cubeta) que llevaba para llevar agua a la casa, saque la moneda y comencé a lavarla en las cristalinas aguas del arroyo, mientras más le tallaba para quitarle la tierra pegada a la moneda, esta iba adquiriendo un color y un brillo más intenso, era de color plateado y era una moneda de a peso de Morelos, de las que son de plata, la seque con mi paliacate (pañuelo) y me la guarde en la bolsa derecha de mi pantalón.
Regrese a la casa, lave los trastes y los puse a secar en el lavamanos (palangana) y le dije a mi padre acerca de la moneda que me había encontrado, se la enseñe y me dijo que había tenido buena suerte ya que la moneda era del año 1958 y era de plata pura, esta valía más que un peso que es como estaba catalogada, me la devolvió y me dijo que la guardara bien, que no la fuera a perder y que cuando regresáramos al pueblo íbamos a preguntar cuanto valía. Mi padre ya tenía asando en las brasas un conejo que en el tiempo que yo había ido al arroyo él lo había cazado en la parte trasera de la casa, lo íbamos a acompañar con los frijoles y el chile que habían sobrado de la cena de la noche anterior, humm, el conejo estaba riquísimo yo me comí una pierna y parte del costillar, también tomamos te de yerbanis del que había sobrado de la noche anterior, en seguida nos fuimos a terminar de sembrar maíz en la última labor que nos quedaba aun sin sembrar, mi padre pego el tronco de mulas (dos mulas) al arado yo prepare el costal de maíz desgranado y el morral en el que íbamos echando una cantidad menor a la del costal para que fuera más manejable al momento de ir sembrando el maíz en el zurco que iba abriendo el arado jalado por las mulas.
Era una labor más bien chica, estamos hablando de alrededor de una hectárea (una hectárea es un terreno de 100 metros lineales por lado) aproximadamente 10,000 metros cuadrados, para que se den una idea del tamaño de una hectárea, en esta cabrían cincuenta lotes de doscientos metros de los que venden para construir una casa, en esta labor íbamos a sembrar más o menos unos doscientos zurcos de maíz, teníamos que terminar de sembrarlos este mismo día, y empezamos poco a a poco, ida y vuelta para cerrar un zurco, nos tardábamos alrededor de 5 minutos con cada zurco sembrado, cuando corrían mas o menos las dos de la tarde, alcance a ver en la distancia como a unos 500 metros en la loma de un cerro en la dirección del pueblo, un jinete que venía, era mi hermano que ya venía con las gordas que nos mandaba mi madre del pueblo, tardo como unos 10 minutos en llegar, llego directamente a la labor donde estábamos trabajando mi padre y yo, se bajó del caballo, bajo las cosas y descensillo el caballo y lo amarro en el árbol más cercano a la labor, mi padre ya estaba encendiendo una lumbre (fuego) para calentar las gordas que nos traía mi hermano del pueblo, no solo eran gordas rellenas de asado en chile rojo y verde , también traía quesadillas, traía queso, traía tornachiles, traía paquetes de galletas saladas y portolas (sardinas en caldo de tomate (jitomate), toda una despensa que nos podía durar más o menos una semana, después de la cual mi hermano iría otra vez al pueblo a surtir nuevamente la despensa.
Ese día yo me comí una gorda de chile rojo, una quesadilla y también un taco de portola  preparada con cebolla, tomate y chile picados (pico de gallo), mi hermano además se comió su porción del conejo que habíamos almorzado mi padre y yo por la mañana.
Una vez que terminamos de comer, mi hermano tomo el lugar de mi padre en el arado, porque mi padre ya estaba cansado, tenía 56 años en ese tiempo pero además tenía un problema en la rodilla de una de sus piernas, cuando él era niño había tenido un accidente en jugando se cayó y se lastimo la rodilla, lo llevaron a curar con un señor que era huesero, le puso una pomada y lo sobo, le dijo a mi abuelita que tuviera cuidado que mi padre no se fuera a mojar la rodilla porque la pomada que le había puesto era caliente, al llegar a su casa los hermanos y primos de mi padre estaban jugando en un charco que se había formado enfrente de la casa y mi padre sin pedir permiso se metió al charco a mojarse junto con sus hermanos y primos, cuando mi abuelita se dio cuenta el ya andaba adentro del agua, lo saco jalando de las orejas pero el mal ya estaba hecho, la pomada que el huesero le había puesto y el contacto con el agua fría le dejo la pierna sin poder doblarla se le quedo semidoblada, entonces mi padre empezó a caminar cojeando, este problema se agravaría ya adulto en una ocasión en que mi padre viajaba arriba de un burro, este era muy mañoso y no obedecía las ordenes como de que se detuviera o que volteara a uno o al otro lado y mi padre quiso corregirlo con golpes, le dio un golpe con su mula (bastón) que usaba para caminar, con tan mala suerte que se la dio en la nuca al burro y este de desmayo cayendo encima de la rodilla que mi padre tenía mala, y se la aplasto contra una piedra que estaba en el camino y en los forcejeos para poder librarse del animal y levantarse, le lastimo mucho la rodilla la cual quedo astillada por dentro y mi padre batallo mucho con dolores y curaciones en la rodilla mala, había ocasiones que mi padre cuando se curaba se lograba sacar pedacitos de hueso por un hoyo que se le hizo en la rodilla en la parte de afuera (lateral), esto a fin de cuentas nos llevó a dejar el pueblo y viajar a la ciudad de México cuando yo tenía 8 años e iba a cumplir 9.
Pero ya llegaremos a esas instancias en la narración y les platicare de ello, por el momento continuábamos trabajando en la labor con mi hermano manejando el arado que jalaba el tronco el cual formaban un par de mulas y yo en la parte posterior sembrando el maíz, iban a ser casi las 18:00 horas p.m. cuando terminamos de sembrar aquella labor que era la última que nos faltaba, recogimos nuestras cosas y nos dispusimos a partir a la casa para descansar de aquella jornada que había sido agotadora.
Llegamos a la casa y nos tumbamos unos bajo la sombra de un árbol y otros dentro de la casa tratando de mitigar el cansancio y el calor que a esas horas rondaría los 40 grados centígrados,
Mi padre nos sirvió unos jarros llenos de agua fresca que aunque natural estaba muy buena, muy reconfortante ya que provenía de una tinaja que estaba a la sombra de un árbol y semienterrada en la tierra y procurábamos que siempre estuviera humedad la tierra que rodeaba a la tinaja.
Así fue transcurriendo la tarde y llego la noche, cuando estábamos preparando la cena, hubo un momento en el que levante la vista para observar el cumulo de estrellas que se podían observar casi a diario, menos los días en los que el cielo estaba nublado, este día no era el caso así que cuando estaba observando las estrellas hubo un momento en que me pareció que una de las estrellas se había movido, el movimiento fue fugaz de tan solo un par de segundos, es común que algunas veces se den los fenómenos de lluvia de estrellas y se puede observar como las estrellas caen ya sea de forma vertical o de forma diagonal hacia la tierra; pero en este caso no era así, el movimiento que alcance a observar fue en forma recta, por un momento baje la vista y no creyendo lo que había visto volví a mirar hacia el cielo, la estrella se movió nuevamente y ahora se movió en forma recta nuevamente pero el tiempo que duro el movimiento de la misma supero los diez segundos, yo, continúe observándola y claramente la vi cuando cambio de dirección formando un escalón y continuo su viaje de manera recta. Jamás en mi corta vida había visto algo semejante, debido a mi edad no supe que pensar, yo sabía que las estrellas no tienen ese tipo de movimientos, por lo menos no como si se movieran con voluntad propia, en fin la estrella ceso en su viaje al llegar a cierto lugar en el firmamento y se quedó quieta como estacionada, deje de verla y me ocupe en otras cosas pero estoy seguro que más tarde se volvería a mover, no fue la primera vez ni sería la última que estaría interesado en el movimiento de las estrellas o lo que fuera que se moviera en el firmamento.
Terminamos de cenar y nos dispusimos a descansar, la noche transcurrió de manera apacible, sin contratiempos y pronto llegaron las 07:00 horas de la mañana y nos dispusimos a levantarnos para continuar con nuestras actividades, el almuerzo ya estaba listo puesto que mi padre se levantaba antes que nosotros, en esta ocasión mi padre había tatemado unos chiles anchos en las brasas del hogar, después de pelarlos los había martajado (deshecho) con las manos para hacer una especia de salsa de rajas de chile ancho (poblano), acompañado de una generosa porción de frijoles guisados y un vaso de té de yerbanis, al terminar de almorzar mi padre y mi hermano se dispusieron a irse a trabajar a terminar los últimos detalles en la última labor que habíamos sembrado el día de ayer, a mí me encargo que fuera a traer leña para preparar la comida del este día.
No bien se hubieron ido mi padre y mi hermano y yo prepare mis arreos para traer la leña, en esta ocasión llevaría una chavinra (un lazo) para hacer la brazada (bulto) de madera, en esta ocasión me dirigiría al norte de la casa, con rumbo al cañón por el cual se veía el agua cuando iba a empezar a llover, un cañón para los que no lo saben en el lugar en donde se juntan dos formaciones montañosas o cerros de buena altura, en medio de estas dos formaciones se hace una especie de V y se le da el nombre de cañón.
Cuando ya había caminado cerca de veinte minutos acomode la chavinda en el suelo y me dedique a juntar ramas de tamaño mediano de manera que al hacer fuego con ellas hicieran brasas porque si las ramas están muy delgadas no hacen brasas sino solo ceniza y no dura el tiempo suficiente para terminar de hacer un buen guisado, casi había terminado de hacer la brazada de ramas cuando me agache para depositar encima de la chavinda el último viaje de ramas, escuche un ruido a mis espaldas de algo o alguien que paso corriendo a una velocidad de vértigo, voltee de manera muy rápida pero no alcance a ver que había sido lo que había pasado, aguce los sentidos por si se volvía a repetir el ruido, comencé a avanzar hacia unos arbustos que estaban por donde se había escuchado el ruido anterior y cuando ya estaba llegando al lugar, me faltaban escasos dos metros cuando repentinamente salió de entre los arbustos algo que se movió a una velocidad vertiginosa, lo pude identificar cuando ya se alejaba de mi posición, cuando ya iba como a veinte metros, era un paisano (faisán), un ave corredora que abundaba en estos lugares semidesérticos, el ave aunque corredora a veces también se encarreraba y podía saltar y planear hasta por veinticinco o treinta metros, en esta ocasión el ave que había visto era un macho, su plumaje era de llamativos colores, entre dorado y amarillo en su base pero también tenía colores como el verde, el azul y el rojo, todo un lujo poder observar a un ave de ese tipo, termine de hacer la brazada, me la cargue en la espalda y deshice el camino andado hasta llegar a la casa, estaba sola, baje la carga y deshice los nudos de la chavinda, vacié la leña en el lugar habitual para ello y me senté a descansar a la sombra de un árbol, en este caso era un huizache de tupidas ramas, me fue aliviando el calor y el cansancio poco a poco, después de diez minutos descansando a la sombra del árbol, me levante y me dispuse a servirme un vaso de agua de la tinaja que estaba semi enterrada cerca de la base de otro árbol cercano, este era un mezquite separado unos diez metros del huizache donde había estado descansando yo hacía unos minutos, me tome el refrescante líquido y me quede viendo hacia el horizonte con rumbo hacia donde se habían ido por la mañana mi padre y mi hermano, a razón de unos treinta metros medidos desde donde me encontraba en ese momento alcance a distinguir un brillo inusual en la tierra, inmediatamente vino a mi mente el recuerdo de la moneda de a peso que me encontré la ocasión anterior, rápidamente me dirigí al lugar de donde provenía el brillo, al llegar me fije y vi que el brillo no era como el de la moneda, empecé a rascarle alrededor del lugar de donde provenía el brillo y poco a poco fue emergiendo de entre la tierra una especia de piedra de color verde, llena de tierra, la saque con mucho cuidado y me dirigí al arroyo que no estaba más allá de unos cuarenta metros, llegue a la orilla del citado arroyuelo y empecé a lavar la piedra, cuando termine de hacerlo y una vez que la seque con mi inseparable paliacate se revelo ante mis ojos una piedra transparente en un color verde profundo que destellaba brillos con los rayos solares, por lo poco que sabía de joyas, si es que esta era una de ellas, yo sabía que el color verde le pertenece a las esmeraldas y por el tamaño más o menos lo que ocupa una canica de las llamadas bombochas que debe ser más o menos un diámetro de dos centímetros, si era una esmeralda como me lo estaba imaginando, esta debía de tener un valor alto como para venderla o cambiarla por dinero en alguna tienda o banco en Durango, debía valer por lo menos unos quinientos pesos, que era más o menos el valor de cualquiera de las casas que conformaban el pueblo, hablo de casas humildes, con un terrero que podía variar de 400 a 800 metros cuadrados de terreno, con una casa construida de adobe que podía tener dos o tres cuartos, una cocina y un comedor, no había ni baño ni sala; en aquellos tiempos las casas humildes no los tenían porque no se usaban, ya que en lugar de baño hacia uno sus necesidades en el corral que era la parte posterior del terreno, casi siempre atrás de la casa y se sentaba uno en las sillas del comedor en lugar de sala.
Bien pues estaba dejando volar mi imaginación, en caso de que esta piedra fuera una esmeralda, con el dinero que nos dieran al venderla se podía comprar una casa o comprar un terreno y construir una, aunque también se podían comprar otras cosas como un tronco de mulas o caballos o unas tres vacas o unas doscientas gallinas, ojala fuera un esmeralda la piedra que me acababa de encontrar para que mis padres se ayudaran y nos ayudaran a nosotros ya que éramos muchos hermanos, en ese momento éramos nueve hermanos vivos y dos hermanos muertos casi al nacer, los hermanos vivos éramos: Jaime el mayor, le sequia Manuel, mis hermanas Lucia y Maria Santos, mi hermano Alejandro que es el que estaba con mi padre y conmigo en la Pastoría, mis hermanas Tomasa y Maria de Jesús, yo y mi hermana más pequeña llamada Romana pero que yo no sabía porque todos le decíamos Anita, si en total nueve hermanos vivos, al mayor no lo contábamos ya porque se había ido a probar suerte a la ciudad de México y ya estaba trabajando y ya se había casado y mi hermano Manuel que también ya se iba a casar y también se iba a ir a la ciudad de México con mi hermano Jaime, si la piedra en verdad era una esmeralda nos iba a servir de mucho en la casa ya que dependíamos totalmente de la cosecha del maíz y del frijol que se levantara en los próximos meses (Octubre-Noviembre), la gran mayoría de las personas que vivíamos en el pueblo dependíamos de que se levantara bastante frijol y maíz en la cosecha, para una familia humilde como la nuestra una buena cosecha dependiendo de las hectáreas que tuviera de tierras cada familia que podía rondar entre cinco y unas veinte hectáreas, en nuestro caso eran siete hectáreas las que mi padre tenía a su nombre, si de cada hectárea se podían levantar de unos cinco a unos ocho bultos de frijol de a 70 kilos, era un poco más de media tonelada de frijol por cada hectárea sembrada; en total por las siete hectáreas que teníamos podíamos levantar unas tres toneladas y media que es el equivalente a 64 bultos de frijol, pero estamos haciendo cuentas en caso de que lloviera regularmente hasta finales de Septiembre que era cuando las plantas ya tenían el fruto desarrollado y solo se está esperando que terminen su maduración en la planta para proceder a cortarlos y dejarlos mas o menos un mes en formaciones de borregos para el caso del frijol y gavillas en el caso del maíz para que terminen de secarse y poder parvearlos (separar la semilla de la paja) en el caso del frijol y pizcarlos (quitar las mazorcas de la planta del maíz)  y encostalar la semilla, si no llovía regularmente es estos meses de Mayo a Septiembre se podía perder parte de la cosecha a veces hasta tres cuartas partes de la misma, había años en que se perdía este porcentaje y solo se levantaban alrededor de 16 bultos o costales de semilla de frijol, si hacemos cuentas que se necesitan por lo menos dejar tres bultos para la semilla del siguiente ciclo de siembras, la familia contaría solo con trece bultos o costales de frijol para subsistir del mes de Diciembre al mes de Octubre-Noviembre cuando llega la otra cosecha, es una vida muy difícil ya que estos trece bultos de frijol no solo son para comer sino para los demás gastos como vestir y calzar a toda la familia y además tomando en cuenta que cuando querías vender un bulto de frijol, te pagaban el kilo como a uno cincuenta, vendiendo un bulto sacabas ciento cinco pesos los cuales en el mejor de los casos te podían durar unos quince días para el puro gasto de la casa sin contar con el gasto del vestido y el calzado para toda la familia, así que si la piedra que me había encontrado era en verdad una genuina esmeralda, al venderla el dinero nos podía servir para subsistir unos dos meses y medio cuando se acabara el frijol, aunque también aquí entran las actividades extras que se pueden desarrollar por parte de los integrantes de la familia, mi padre en tiempos en que no había siembras que es el tiempo en que se les llama secas porque no llueve, solo ocasionalmente llega a llover, el se dedicaba a vender carne ya que tenía una carnicería, mi madre se dedicaba a componer o hacer ropa ya que contaba con una máquina de coser en casa y mis demás hermanos cada quien dependiendo de la situación hacia una u otra actividad para poder tener algo de dinero, sobre todo los que íbamos a la escuela en ese tiempo, a mi difícilmente me podían dar dinero para gastar en el recreo cuando estábamos en clases, yo me las ingeniaba para poder tener aunque fueran unos centavos; a veces me ponía a pepenar frijol en la misma paja que ya teníamos guardada en la casa, había que batallar mucho porque esta paja ya había sido parveada y se le había quitado casi todo el frijol, para poder juntar un cuarto de kilo de frijol con este método me podía tardar alrededor de dos horas para poder tener treinta y ocho centavos, o a veces me podía robar dos o tres huevos y los iba a vender a la tienda por estos tres huevos me daban como unos cuarenta centavos, pero como había dicho antes un pan de azúcar, dos chicles y dos dulces costaban como veinte centavos, así que con lo que sacaba de pepenar el frijol o vender esos tres huevos ya tenía dinero para gastar dos o tres días, así era de difícil la vida en mi pueblo en la década de los setentas a principios.
Asi que guarde la piedra en la bolsa de mi pantalón, regrese a la casa y espere pacientemente a que llegaran mi padre y mi hermano, cuando esto sucedió saque de entre mis ropas la piedra y se la enseñe a mi padre y hermano, mi padre la tomo en su mano y la observo a trasluz, igual lo hiso mi hermano, después de eso mi padre dio su opinión pensando también que podía ser una esmeralda y que efectivamente podía valer varios cientos de pesos, me puse sumamente contento porque se ser correcta nuestra apreciación iba a poder ayudar a la economía de la casa en esta ocasión. Mi padre guardo en su bolsa la piedra diciéndome que yo la podía perder, no fue mucho de mi agrado que hiciera aquello pero no dije nada, mi padre tenía razón así como me encontré la piedra la podía perder en cualquier momento.
Nos dispusimos a preparar la comida, en esta ocasión seria solo calentar las gorditas que el di anterior había traído mi hermano, aun había de chile rojo y verde, rápidamente dimos cuenta de las gorditas y los frijoles que habían quedado del almuerzo, cuando hubimos terminado con la comida, me dispuse a encender la radio para escuchar las radionovelas, las baterías o pilas ya estaban muy gastadas y el sonido era muy mocoso (cuando no se escucha claro) y apenas se podía entender los diálogos de los personajes, aun así pude escuchar las tres radionovelas que eran mis preferidas, el día de mañana mi hermano iba a ir otra vez al pueblo por la despensa y las gordas y tortillas al pueblo, le dije a mi padre que si podía ir con él, mi padre me dijo que si que podía ir con mi hermano al pueblo por las gordas, me puse sumamente feliz porque tenía ya más de quince días que no iba al pueblo.
Nos dispusimos a dormir, esa noche dormí plácidamente y soñé que andaba en el pueblo jugando con mis amigos en la calle enfrente de la casa, mi sueño fue interrumpido bruscamente por mi padre que pude sentir y escuchar que golpeaba algo con sus manos de manera contundente, me volví a dormir y al otro día igual a las 07:00 horas a.m. me desperté y me levante en seguida, al salir de la casa en el patio vi que había un par de ratas de buen tamaño muertas con la cabeza aplastada, son las creaturas que golpeaba mi padre por la madrugada, cuyo pecado había sido entrar en la casa donde estábamos durmiendo sin haber sido invitadas, mi padre empezó a pelarlas, nos iban a servir de almuerzo junto con un guiso de papas que mi padre ya tenía en la lumbre, cuando termino de pelarlas y de sacarles las entrañas, mi padre les unto un poco de manteca de cerdo y las puso en un palo que atravesaba de lado a lado el hogar, las ratas se iban a freír como si fueran unos cabritos o conejos en las brasas, en unos treinta minutos estuvieron listas, cuando terminamos de comer las papas cada quien agarro una parte de las ratas, en mi caso agarre las dos patas traseras y le mordí a la escasa carne que tenían, el sabor era muy bueno muy parecido al sabor del conejo, cuando era preparado de la misma manera a las brasas, terminamos de comerlas y mi hermano y yo no preparamos para salir hacia el pueblo.
Eran alrededor de las 10:00 a.m. cuando partimos a caballo, yo por supuesto iba en las ancas del caballo, a buen paso (trote) haríamos mas o menos las tres horas que ya les había contado que se deben de hacer, la primera hora de camino todo estuvo muy bien, íbamos frescos aun y el sol aún no estaba en el cenit, para la segunda hora íbamos pasando por un campo lleno de plantas de garambullos, una fruta muy rica y apreciada por todos los habitantes de la región, me baje del caballo y por unos diez minutos me dedique a cortar las pequeñas frutillas, las iba echando en un morral que me acompañaba a donde quiera que iba, había muchos garambullos y pronto junte como medio kilo, me volví a montar en el caballo y en el camino, mi hermano y yo degustamos las frutillas, el calor del sol había arreciado bastante, lo único que nos ayudaba era el sombrero que ambos traíamos puesto y el poco aire que nos daba al ir arriba del caballo que alegre porque ya había reconocido el camino de la casa seguía trotando.
Sin novedad llegamos a la casa, mi madre y mis hermanas nos recibieron con grandes muestras de júbilo, eran un poco más de las 13:00 horas p.m., en seguida nos prepararon un baño, yo en lo personal tenia mas de una semana que no me bañaba, mientras terminábamos de darnos el baño mi hermano y yo, mi madre estaba terminando de hacer la comida que en esta ocasión era una sopa aguada de fideo, frijoles refritos y un chile (salsa) de jalapeños en el molcajete, las tortillas como ya todos sabemos eran hechas a mano, toda una delicia para todos los que estábamos acostumbrados a comer de este modo, si describiera la comida de este día la palabra correcta debería ser “Deliciosa”, como hacía ya casi quince días que no comía en la casa porque yo ya tenía casi quince días que me había ido con mi padre a la pastoría, cuando terminamos de comer, mi madre me dio una mala noticia (por lo menos para mí), me dijo que habían llegado a la Iglesia un grupo de enfermeras y que estaban aplicando la vacuna contra el “Tétanos” y contra el “Sarampión”, en ese momento mi cara sufrió una transformación, después de estar súper contento y muy a gusto terminando de comer, empecé a mostrar primero preocupación, de la preocupación pase al miedo y del miedo finalmente pase al terror puro, me falto muy poco para que me echara a llorar, le tenía terror a la inyecciones, fueran vitaminas, medicinas o como en este caso vacunas.
Mi madre me aviso que a las cinco de la tarde iríamos a la iglesia a que nos pusieran las vacunas a mi hermana más chica y a mí, pues ni hablar le dije que si, haciéndome el valiente, por lo pronto faltaban todavía tres horas, por lo mientras sacaría los pocos juguetes con los que contaba en la casa, si que eran pocos, una trailita de madera con las ruedas de cajitas de vick vaporub, una rueda metálica que no era otra cosa que el aro de un rin de bicicleta rodada 28, esta rueda era para irla empujando con un gancho de alambre manejado por mi mano y un montón de canicas la mayoría de barro, aunque contaba también con algunas canicas llamadas mosaicos que estaban hechas de vidrio y eran más cotizadas por los niños de mi pueblo, en fin me entretuve en jugar un rato, en corretear a las gallinas un rato más y en recorrer el corral en su totalidad jugando a las canicas, tratando de matarlas a todas con mi canica de la suerte que era un mosaico transparente que tenía una figura adentro de color verde que formaba un trébol, de esa figura el mosaico tomaba su nombre, “trébol” y vaya que eran bonitos estos mosaicos, eran muy apreciados por todos los niños y algunas niñas del pueblo, tan entretenido estaba que se me paso el tiempo volando, cuando ya era tiempo de matar a la última canica que me quedaba con vida, escuche claramente el grito de mi madre que decía: Juan ándale ya nos vamos a la iglesia, quise protestar pero de mi boca no salió ni una palabra, mi madre era de armas tomar y por menos que eso me podía dar una golpiza que no quiero ni pensarlo; así que resignado llegue a donde estaba mi madre y mi hermana la menor, salimos de la casa, la iglesia estaba relativamente cerca, a tres cuadras de la casa, llegamos muy rápido para mi gusto, había una fila de niños que iban a recibir su dote de vacuna, eran diez niños los que estaba formados antes que mi hermanita y yo, mientras estábamos formados en esta fila, yo deje volar mi imaginación y me puse a pensar que no debí haber venido al pueblo, yo estaba tan a gusto en la pastoría que allá debí de haberme quedado, ayudando a mi padre y mi hermano en las labores del campo, aunque también era cierto que la primera parte de las labores estaba ya terminada, fácilmente mi padre podía regresar al pueblo estar acá por unos quince días y luego regresar a la pastoría a asegundar las labores que teníamos sembradas, yo me iría nuevamente con mi padre y mi hermano a la pastoría ya que todavía no entrabamos a la escuela, esto lo haríamos hasta que empezara el mes de Septiembre, en estas cavilaciones estaba cuando le tocó el turno de la vacunación a mi hermanita, que en cuanto le dijeron que era su turno empezó a llorar como si la hubieran golpeado, trato de darse a la fuga pero la mano de mi madre la detuvo a tiempo, así que no le quedó otro remedio más que ofrecer el brazo para la primera de las vacunas, la del sarampión, también tendría que ofrecer la nalga porque la vacuna del tétanos era en ese lugar, casi desmayada de tanto llorar termino su turno frente de la enfermera que estaba aplicando la vacunas, me tocó el turno a mí y me encomendé a todos los santos, le tenía pavor a las agujas y además en aquel tiempo no había jeringas desechables, eran unas jeringas grandotas, metálicas, no estoy seguro pero supongo que podrían estar hechas de acero inoxidable o aluminio, el chiste que sus agujas también eran de gran tamaño, para mí fue a la inversa primero me pusieron la de la nalga, en cuanto sentí el piquete sentí que mi nalga tembló, y en cuanto vaciaron su contenido sentí que toda la pierna se me durmió como si me hubieran puesto anestesia, termino la enfermera y le tocó el turno a mi brazo derecho de recibir su dote de vacuna, mismo caso sentí que se me quedo dormido y solo sentía que me hormigueaba, fui muy valiente porque no llore, pero estuve muy cerca, total terminamos nuestro turno en la fila de las vacunas, mi madre les dio las gracias a las enfermeras y nos dijo a mi hermana y a mí que íbamos a pasar a la iglesia a dar gracias a Dios, pasamos a la iglesia que a esas horas estaba casi vacía, con mucho trabajo nos hincamos mi hermana y yo para persignarnos y después para sentarnos, nos dolía horriblemente la vacuna de la nalga, estuvimos como unos quince minutos más en la iglesia, mientras mi madre hacia unas oraciones, cuando termino, salimos de la iglesia y nos dirigimos a la casa, en la esquina de la iglesia estaba un señor que vendía duros (chicharrones) y barquillos de nieve, mi hermana y yo le rogamos a mi madre que nos comprara un barquillo, mi madre se nos quedó mirando y pensando por lo que habíamos pasado recientemente, se condolió de nosotros y nos compró el barquillo, mi hermana lo pidió de vainilla y yo lo pedí de limón, en ambos casos el señor le puso a los barquillos encima de la nieve una generosa porción de miel de sabor fresa, deliciosa, mi madre pago diez centavos por los dos barquillos y seguimos nuestro camino hacia la casa, una cuadra antes de llegar a la casa vivía mi mejor amigo de aquellos tiempos un niño llamado Nino, íbamos juntos a la escuela y éramos compañeros de aventuras, le dije a mi madre que si me dejaba invitarlo a jugar a la casa, me contesto que sí, y mi hermana y mi madre siguieron su camino hacia la casa, yo llegue frente a la casa donde vivía mi amigo y toque la puerta, salió la mama de Nino, la salude y le pregunte por él, me contesto que estaba adentro y lo llamo, llego Nino, lo salude y le pregunte a su mama que si lo dejaba ir a jugar a mi casa un rato, su mama le dio permiso de ir a jugar a mi casa solo una hora, eran las 18:00 horas p.m., teníamos hasta las 19:00 horas p.m. para jugar y contentos nos despedimos de la señora y nos dirigimos a la casa, llegamos a la casa y nos dirigimos al corral que era el lugar habitual de juegos, empezamos a jugar con la trailita que yo tenía, la llenábamos de tierra y la transportábamos de un lado al otro del corral para hacer adobes y posteriormente hacer una casa con ellos, se nos pasó el tiempo volando, no terminamos de hacer la casa y solo se quedó con las paredes levantadas, quedando mi amigo y yo de terminarla el día de mañana, nos despedimos y mi amigo se marchó para su casa, eran ya las 19:00 horas y hasta esa hora le habían dado el permiso, me quede yo solo en el corral de la casa, me encantaba la temporada de lluvias porque hay hierbas y plantas por todos lados esto es muy apreciado por lo menos en esta parte del país en que la temporada de lluvias va de Junio a Septiembre, solo cuatro meses de lluvias y los demás meses son de secas, puro aire, calor en verano y frio en invierno, aproveche los últimos rayos de sol para terminar de recoger mis juguetes y guardarlos en mi cuarto.
Mi madre nos llamó a todos a cenar, en esta ocasión mi madre había hecho un atole de harina de trigo sabor chocolate, también había hecho una sopa como la que hacen en las reliquias, estas sopas son de varias sopas diferentes, pero las guisan juntas, la sopa iba acompañada del famoso asado que no es otra cosa más que un guisado de carne de puerco con chile puya rojo, este asado es de mis platillos favoritos de la comida típica Duranguense, estuvimos presentes en la cena casi todos, solo falto mi padre que estaba en la pastoría y mis dos hermanos mayores que estaba viviendo desde hacía unos meses en la capital llamada México, una ciudad enorme, con muchísimos coches, camiones y fábricas, más adelante les platicare acerca del viaje que hicimos a la capital.
Total que estuvimos cenando, eran las 20:30 horas terminamos de cenar a las 21:00 horas que era un horario en desuso para la cena, normalmente en estos pueblos la cena tiene que ser antes de las 20:00 horas porque ya para las 21:00 horas, casi toda la gente está ya en su cama dormida o tratando de conciliar el sueño, como no había luz eléctrica o algún entretenimiento como en las grandes ciudades, la gente prefiere irse a dormir temprano y levantarse temprano al otro día.
Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir, esa noche dormí como un bendito, aunque las vacunas que me habían aplicado durante la tarde aún me dolían un poco, el día había sido muy ajetreado y caí rendido, aunque desperté sobresaltado a eso de las 04:00 horas de la madrugada, yo creo que tenía calentura porque desperté agitado y además veía unos changos que iban brincando de cuadro en cuadro, en los cuadros que tenía mi madre colgados en la recamara, hubo también una ocasión que veía una tortilla enorme como de un metro de diámetro que me la tenía que comer y ¡no me cabía en la boca!, era la reacción de mi cuerpo a las vacunas que me habían puesto un día antes, llego la hora en que se levantó mi madre que era a las 06:00 horas de la mañana, a mi hermana menor y a mí nos dejaban dormir un poco más, cuando paso al lado de la cama donde estaba dormido yo, le comente como me sentía, vino hasta mi lado y me toco la frente, me dijo que tenía un poco de calentura que me iba a preparar un te para que se me bajara.
Y dieron las 07:00 horas de la mañana, al tratar de incorporarme de la cama, sentí un agudo dolor en mi nalga derecha, que es en la que me habían aplicado la vacuna, era un dolor tan fuerte que no podía caminar de manera normal, sino que tenía que cojear para poder hacerlo, a mi hermana le pasaba lo mismo, la enfermera le había dicho a mi madre que en los próximos días podíamos presentar estos síntomas y que podían durar hasta tres días, ya se había puesto cabron porque no podría regresarme a la pastoría en este día, yo creo que mi hermano se tendría que ir a pastoría solo en un rato más.
Dimos cuenta del almuerzo que les había comentado hace un rato todo esto acompañado por un café con leche y unas piezas de pan ranchero que mi madre había mandado a comprar a la tienda; todo estuvo delicioso como de costumbre, comí como un niño sin hogar , parecía que tenía varios días sin probar bocado, cuando terminamos de almorzar, me salí junto con mi hermana al corral, para enseñarle la casita que estábamos haciendo entre Nino y yo, a mi hermana le gustó mucho la casita y me dijo que si podía jugar con nosotros cuando llegara Nino, le dije que sí, que no había ningún problema que podía jugar con nosotros, en eso estábamos cuando tocaron a la puerta, trate de correr a la puerta para ver quien tocaba pero no pude, cojeando atravesé el corral, el patio y llegue a la puerta del corral, Nino siempre tocaba en esta puerta, esta era por la que entraba y salía la traila de mi padre y los animales, caballos, burros y vacas que a veces llevábamos a pastar, aunque teníamos la puerta de entrada a la casa que era por donde entraban las visitas, Nino siempre tocaba por el puerton (portón) o zaguán, abrí el puerton para que Nino pasara, entro y los tres juntos nos dirigimos al corral a continuar nuestro juego, nos faltaba como la mitad para terminar de construir la casita que habíamos comenzado un día antes, ahora tendríamos que a construirle un techo a la casita, para esto tendríamos que conseguir unas vigas y más tierra para el techo y posteriormente apisonarlo, era una ardua labor la que nos esperaba, lo bueno que ahora Nino traía toda la mañana de permiso, su mama sabía que aquí en la casa estaba seguro, que era mi mejor amigo y que siempre nos habíamos llevado bien, también mi madre y mis hermanos lo trataban bien, empezamos acarreando la tierra del lugar que la habíamos empezado a acarrear el día de ayer, tuvimos que echar seis viajes de tierra en la trailita, a esta solo le cabía una palada de tierra, también echamos tres viajes de ramas para hacer las vigas, mientras tanto mi hermana jugaba con sus muñecas, las muñecas de mi hermana eran unas muñecas de trapo, que aunque no eran muy bonitas ella las quería mucho, después de jugar un buen rato con ellas, mi hermana nos dijo que van a querer de comer para hacerlo, le dijimos que queríamos unas gorditas de chile rojo, y se puso manos a la obra.
Nosotros mientras tanto ya teníamos bien armadas las vigas solo nos faltaba hacer el zoquete para echar el colado, tuvimos que echar tres viajes en la trailita con un bote dulcero lleno de agua, una vez que terminamos de acarrear el agua, hicimos la mezcla y comenzamos a colar el techo de la casita, una vez que hubimos terminado, mi hermana nos llamó a comer, ella se las había ingeniado para hacer comida de verdad, no eran gorditas reales sino que las había hecho de tortilla y con lo que había sobrado del asado, la verdad es que estaban buenas las “gorditas”, además nos había traído de tomar agua de limón, total que comimos y una vez que terminamos de hacerlo, voltee y me quede viendo hacia el cielo, este se había empezado a poner oscuro, le dije a mi hermana y a Nino, parece que va a llover; vamos a apurarnos a recoger las cosas para que no se nos vayan a mojar y dicho y hecho apenas habíamos terminado de recoger las cosas cuando empezó a lloviznar, primero fueron unas cuantas gotas, corrimos a guarecernos de la lluvia, en unos pocos minutos el aguacero agarro una fuerza desmedida, pocas veces había visto llover con esa fuerza, me pregunte a mí mismo y les comente a mi hermana y a Nino que si la casita iba a aguantar que pasara la lluvia porque con la prisa se nos olvidó taparla con algún hule o un cartón, como me hubiera gustado haber tenido una cámara de fotos de las digitales o un celular como las que hay en la actualidad y tomarle unas fotos a la casita para tenerlas de recuerdos porque estoy seguro que no van a aguantar y se ha a deshacer con la lluvia, mi hermana y Nino se me quedaron viendo sin entender lo que acababa de decir, ya que yo absorto viendo la lluvia había dicho en voz alta lo que estaba pensando y lo de la cámara y el celular para ese tiempo eran cosas impensables, no había, no existían; bien ahí quedo la cosa, nos metimos a la casa y esperamos a que terminara de llover, ya eran las 13:00 horas Nino se tenía que ir a su casa, la lluvia paro a las 14:00 horas y Nino de despidió de nosotros y salió disparado hacia su casa, mi hermana y yo esperamos un rato más y luego sin aguantar la curiosidad fuimos a ver que había quedado de la casita, tal y como la había dicho yo hacía un rato, de la casita solo habían quedado ruinas, como las ruinas que a veces la gente descubre de civilizaciones anteriores, solo habían quedado en pie los cimientos de la casita con unas formas que más bien parecían montículos como los que hacen las hormigas y las termitas en sus madrigueras, bueno había sigo un buen entretenimiento para mi amigo, mi hermana y para mí.

Mi madre nos llamó a comer…aquí termina el primer capítulo de este libro llamado Memorias de mi niñez.