jueves, 14 de julio de 2016

Memorias de mi niñez. Capítulo 2 “En la casa del pueblo”.

Escuche un ruido, abrí los ojos, aún estaba oscuro en la calle, eran las seis de la mañana de un día Domingo, ya tenía tres días en la casa del pueblo en compañía de mi madre y mis hermanas, mi hermano como habíamos dicho había regresado con mi padre a la pastoría, yo debido a la reacción que había provocado en mi la vacuna, me había quedado bajo el cuidado de mi madre en la casa, pues bien era Domingo como dije antes y ese día había que asistir a la misa que daba el párroco del pueblo, además era Domingo de baño, y de vestirse con los mejores trapos que tenía uno, Domingo de pasear un rato en la plaza del pueblo después de salir de misa.
Me levante a las 07:00 horas, mi madre ya había preparado el almuerzo, que no era otra cosa más que huevos al gusto de cada quien, por ejemplo mi hermana mayor pidió huevos estrellados, mi hermana la menor pidió huevos revueltos, yo pedí huevos batidos, si mi padre estuviera con nosotros, estoy seguro que hubiera hecho huevos tibios, estos huevos tibios eran algo muy especial ya que se preparaban como los huevos cocidos pero no se dejaban hervir hasta que estuvieran duros, sino que se ponían en agua hirviendo solo dos minutos y medio o tres minutos, esto con el fin de que cuando se enfriaran y se les abriera un hoyo en la parte superior, el huevo se pudiera batir dentro con un palillo, se le ponía un poco de sal y a veces limón y se tragaban directamente del cascaron sin vaciarlo en algún plato, mi padre normalmente se podía comer o beber hasta cinco huevos en una comida sin problemas; los huevos tibios estaban muy sabrosos siempre y cuando solo se cocieran el tiempo suficiente. Cada quien comió los huevos como eran de su agrado, acompañados de frijoles guisados en manteca de puerco con una pizca de sal, eran deliciosos aun comiéndolos solos, combinados con huevo sabían mejor aún si esto es posible, terminamos de almorzar, nos metimos a bañar, para bañarnos usábamos un baño (tina) de lámina, grande que también se usaba para enjuagar la ropa cuando lavaba mi madre, cuando era con agua calientita, era un baño relajante pero cuando era con agua fría, salía uno del baño todo entumido, estresado pero eso sí muy limpio, salí de bañarme y mi madre ya me tenía lista la ropa que me iba a poner ese día, era un pantalón de mezclilla con algunos parches en las rodillas y las bolsas remendadas pero eso sí muy limpio, a este lo acompañaba una camisa blanca que ya me quedaba un poco chica (corta) de largo tanto del cuerpo como de las mangas, decía mi madre que ya me había “estirado” en los últimos meses y que por eso me iba quedando chica la ropa, en ese tiempo yo no conocía zapatos, en realidad que yo me acuerde no había usado zapatos nunca, tenía mis huaraches de dominguear que eran unos huaraches de correas de color guinda o color vino y los huaraches del diario que eran de correas sin color o de color natural, bien pues hoy que era día Domingo me tocaba usar los huaraches de lujo, mis huaraches color guinda, me peino mi madre con el característico peinado de Benito Juárez, con un partido en el lado izquierdo de mi cabeza y el cabello hacia el otro lado, con una pizca de brillantina para darle olor y brillo y listo; quede listo para irnos a la misa, con mi hermana menor el peinado fue más laborioso porque mi hermana tenía el cabello largo a pesar de sus cuatro años, ya le llegaba casi a la cintura y era de un color entre rubio y rojizo, a ella siempre la peinaban con cuatro trenzas, dos trenzas en los lados cargadas al frente y dos trenzas más a las que se unían las primeras, mi madre con ella se tardó más pero cuando termino, nos dijo que ya nos íbamos a la misa, mi hermana mayor ya se había terminado de arreglar, ella ya lo podía hacer sola porque ya tenía diez años, salimos de la casa con rumbo a la iglesia que como dije antes estaba  a lo sumo a dos cuadras de distancia, llegamos y entramos en el recinto, este estaba muy bien adornado desde la entrada, a pesar de que la iglesia estaba hecha en su edificación de piedra volcánica llamada tenchonte (tezontle) negro por fuera y por dentro, no llevaba aplanados de ninguna especie, los pisos si eran otra cosa ya que al parecer era mármol con el que se recubría el piso firme (cemento), eran pisos muy bellos y además muy lisos, recuerdo más de una vez en que me deslizaba sobre ellos sobre mis rodillas jugando cuando había oportunidad, ya fuera escapando por un momento de la vigilancia de mi madre durante la misa o cuando asistí a las clases del catecismo cada ocho días ahí mismo en la iglesia, a veces nos tocaban las clases afuera de la iglesia pero a veces nos tocaba recibir la instrucción dentro del recinto y era cuando me daba vuelo arrastrándome en el piso, aunque mi catequista me jalara las orejas.
Durante la misa casi todo el tiempo me la pasaba viendo a la gente para ver si podía localizar a cualquiera de mis compañeros de la escuela, si lograba hacer esto, me las ingeniaba para ir al lugar donde estaba y platicar o jugar con él, en esta ocasión no pude localizar a ninguno de mis compañeros y no me quedo más remedio que quedarme al lado de mi madre y mis hermanas, pero eso si sentado en el piso que tanto me gustaba, en aquel tiempo a mí se me hacia una eternidad lo que duraba la misa duraba alrededor de una hora y media, ni siquiera entendía bien a bien que era de lo que el sacerdote platicaba, si sabía rezar las oraciones más comunes como el Padre nuestro, el Ave Maria, La santa Maria o el señor mío Jesucristo y hasta ahí, así que casi no entendía nada de lo el sacerdote explicaba de las lecturas, lo que yo quería es que se terminara la misa para salir de la iglesia y poder andar en la calle o ir a la plaza del pueblo, porque ahí podía uno andar paseando en ella o sentarse en las bancas a escuchar la música que ponían en un tocadiscos en la presidencia, era todo un espectáculo ver como pasaban por la orilla de la plaza, como si estuvieran desfilando; las muchachas alrededor de la misma tratando de llamar la atención de los muchachos, había veces que podían dar hasta diez vueltas, si a nadie de los muchachos le llamaban la atención, se retiraban o se sentaban en alguna de las bancas de la plaza a platicar entre ellas.
Les voy a describir esta plaza del pueblo, está asentada en un terreno que mide más o menos unos cincuenta metros por lado, es cuadrada, al centro de la plaza hay un quiosco, en el que se presentaban algunas variedades, ya fuera de cómicos, payasos o incluso grupos musicales, todo el perímetro tiene construida una banqueta como de dos metros y medio de ancho, que es por donde transitan todas las muchachas hacia un sentido y los muchachos hacia el otro sentido o estos sentados en las bancas, la idea es que a cada vuelta que daban se encontraran y se hicieran un quiubo (hola) o se hicieran algún gesto o seña de que había interés el uno en la otra o la otra en el uno, aquí en la plaza se han formado la mayoría de los matrimonios con los que cuenta el pueblo, es algo en verdad muy especial y particular de este mi hermoso pueblo, hay un total de 16 bancas en el perímetro de la plaza, tres por cada uno de sus lados, asentadas en la banqueta, cada banca cerca de algún árbol por aquello de querer estar sentado a la sombra de uno de ellos, hay otras bancas más adentro de la plaza pero las del perímetro son las más asediadas por casi todos, por lo que ya platicamos de las vueltas de las muchachas, más abajo del quiosco se encuentra la cancha de basquetbol, en la cual casi todos los fines de semana se reúnen los muchachos ya más grandes como de diez o doce años para arriba a jugar retas de basquetbol, por cierto son muy buenos los jugadores que se reúnen ahí.
Al fin salimos de la misa, le dije a mi madre que si nos llevaba a la plaza a pasear un rato, nos dijo que tenía que hacer en la casa pero que nos fuéramos los tres y que no nos tardáramos, que regresáramos antes de la comida, mis hermanas y yo nos dirigimos a la plaza, este lugar era el lugar de reunión de casi todos en el pueblo, sobre todo los Sábados por la tarde y los Domingos todo el día, aquí se daban cita todos los vendedores de golosinas del pueblo, había quienes vendían: paletas de hielo, nieve, helados, raspados pero también había quien vendía duros (chicharrones) con crema y chile o solo chile, vendían bolsas de palomitas, vendían quiote (el quiote es el fruto de los magueyes y les sale del interior, de dónde sacan el aguamiel que después se convierte en pulque, en los magueyes que no capan para sacar el aguamiel es en los que les sale este fruto que crece de forma vertical hasta alcanzar más de dos metros de altura, cuando ya esta maduro este se corta y se divide en partes más manejables como de a medio metro y se mete a coser a los hornos, una vez que esta cocido, lo sacar, lo dejan enfriar y después se carga en donde lo vayan a vender y conforme la gente se va acercando a comprar lo van cortando en rodajas o lo cortan en rodajas con un serrucho (serrote) y como va llegando la gente a comprar las van despachando, el quiote se va mordiendo y se masca (mastica) hasta que se le quita todo el jugo, este se traga y el gabazo (bagazo) se tira, es muy sabroso y además quita la sed si no hay agua cerca, también hay puestos de tacos dorados, de gorditas y hasta de tamales, es como todo un mercado el que se forma en la plaza del pueblo todos los Domingos, total que llegamos a la plaza, yo inmediatamente me dirigí al quiosco, a veces los Domingos algunos de mis amigos de la escuela, se subían al quiosco a jugar, llegue al quiosco y ahí estaba Nino, mi gran amigo y también estaba Freddy, que aunque no éramos tan amigos si éramos compañeros en la escuela, empezamos a jugar a los encantados, esto es que alguien tiene que atrapar a los otros y cuando te atrapan te quedas encantado, o sea que no puedes moverte, el que te encanto tiene que tratar de encantar a él o los otros jugadores antes de que estos te toquen y te desencanten para poder seguir corriendo por todo el lugar, mis hermanas se quedaron en una banca sentadas esperándome mientras se comían un duro con chile mi hermana mayor y una nieve de limón mi hermana menor, una vez que terminamos de jugar mis amigos y yo en el quiosco, nos bajamos y nos dirigimos a uno de los lugares de la plaza que tenía zacate (pasto) y empezamos a jugar a las luchitas, esto era tratar de derribar al contrario y una vez derribado tratar de torcerle los brazos hasta que se rindiera, así nos divertimos un rato más, cuando ya iban a ser las 14:00 horas, me hablaron mis hermanas para que nos fuéramos a la casa porque ya íbamos a comer, mis amigos también dijeron que ya se iban, nos fuimos los cinco porque ellos vivían muy cerca de la casa, Nino como había dicho antes vivía a una cuadra de la casa y Freddy vivía enfrente de donde vivía Nino, los pasamos a dejar y nos dirigimos a la casa, entramos, la casa estaba fría, porque en la plaza hacía un calor bastante fuerte, hablamos de alrededor de 40 grados centígrados y dentro de la casa habría alrededor de 30 grados centígrados, sí; se sentía fresco, nos dirigimos a lavarnos las manos, lo hicimos directamente en la llave del agua, nos las secamos y nos fuimos directamente a la cocina, ya nos estaba esperando mi madre, nos sentamos y nos sirvió la comida, en esta ocasión era un guiso de papas a la mexicana con bistek de res y frijolitos, lo mejor de todo es que mi madre aun nos hacia las tortillas a mano, aunque yo en lo personal las disfrutaba más en la mañana porque estaban recién salidas del comal, había veces que mi madre me hacia una tortilla sancochada (sin cocerse del todo), la hacía rollito no sin antes ponerle chilito y sal o pura sal, eran deliciosos esos tacos de tortilla, las tortillas ya recalentadas también eran ricas pero me gustaban más en la mañana sobre todo acompañadas de un vaso de leche, terminando de comer me dijo mi madre que la iba a acompañar a traer unas plantas de la casa de una de sus amigas en un rato más, como a eso de las 17:00 horas me dijo mi madre que ya nos íbamos a la casa de su amiga, salimos de la casa, y nos dirigimos a la parte baja del pueblo, caminamos cerca de doce cuadras, ya que su amiga vivía cerca de la salida del pueblo con rumbo a Zarco o a la Pastoría, pasamos por enfrente a la iglesia y en la esquina siguiente me adelante porque ahí estaba el puesto de revistas y cuentos que vendía o rentaba un señor, observe con ojos ávidos las revistas que tenía en el puesto, había de Kaliman, de Fantomas, de Águila solitaria y de Memin pinguin, las cuatro eran de mi agrado, me encantaba verlas y leerlas porque a pesar de que yo iba en primero de la primaria, yo había aprendido a leer en el parvulito (Kínder) y fácilmente podía leer estas revistas, cuando tenía la oportunidad y dinero las rentaba por cinco o diez centavos la revista ya que no tenía recursos como para comprarlas, ya que costaban cuarenta o cincuenta centavos, me alcanzo mi madre y seguimos caminando por aquellas calles calichientas (la caliche es una piedra que abunda en las calles del pueblo, son de color blanco y son unas piedras muy duras y resbaladizas,  continuamos calle abajo, esa última calle por donde volteamos nos iba a llevar hasta la casa de la amiga de mi madre, después de caminar cerca de diez cuadras hasta la casa de la amiga de mi madre que se llamada o la conocíamos como Consuelo de Nilo, al entrar a la casa luego luego percibí el olor de las flores de su jardín, su jardín era enorme; me atrevo a decir que esta señora tenia de todas las plantas y flores que se conocían en aquel tiempo en el pueblo, había desde las famosas dalias, los perritos, los jazmines, rosas en muchas variedades y colores, violetas, alhelíes, begonias, alcatraces, crisantemos, margaritas y una infinidad más de flores que yo no conocía por su nombre, también tenía plantas medicinales o para remedios como: salvilla, tomillo, yerba de la víbora, aceitilla, árnica, yerbabuena, azafrán, y muchas otras que escapan a los recuerdos de mi mente, también tenía árboles frutales entre los que recuerdo había: duraznos, chabacanos, higueras, nogales, morales, granados y otros que no conocía, nos franquearon el paso y mi madre empezó a platicar con la señora Consuelo, platicaron de mil cosas mientras caminaban entre las plantas y flores del jardín, era un jardín enorme, yo creo que más o menos media unos treinta metros lineales por lado, o sea novecientos metros cuadrados; solo el jardín, los árboles frutales estaban aparte.
Mientras mi madre y ella seguían platicando y viendo las plantas, yo me acerque a uno de sus hijos que tenía mi edad, y empezamos a juguetear entre los árboles frutales, jugamos a las escondidillas, después jugamos a las canicas con unas canicas cascadas que saco, mis canicas que tenía en la casa estaban en mejores condiciones estéticas, pero seguimos jugando, cuando mi madre me aviso que ya nos íbamos a retirar, me di cuenta de que mi madre traía varias bolsas con piecitos de las plantas que le interesaban que prendieran en nuestro jardín, eran sin mentirles como veinte piecitos de las plantas, estas plantas eran de las que no dan semilla por eso se usan los piecitos para trasplantarlas, las que dan semilla, pues compras la semilla, la siembras y ya después de cierto tiempo y cuidados nace la planta, así como hay plantas que se trasplantan también hay árboles que no dan semilla y también se tienen que trasplantar con una rama y si se tiene suerte y los cuidados suficientes prenderán y crecerán.
Así que salimos de la casa de la amiga de mi madre cargados con las bolsas de los piecitos de las plantas, deshicimos el camino andado hacia un rato y llegamos a la casa, entramos y nos fuimos directamente a al jardín, mi madre también era una fanática de las plantas, también tenía un jardín de respetables dimensiones, no tan grande como el de su amiga pero respetable, tenía plantas en macetas pero también tenía plantas en el suelo, su jardín media alrededor de diez x diez metros o sea 100 metros cuadrados, aparte teníamos también algunos árboles frutales como un durazno, un chabacano y una higuera, empezamos a trasplantar las plantas en algunas macetas y también en el suelo, las regamos y mi madre me encargo que las tenía que regar todos los días antes de que los rayos del sol calentaran mucho, ya fuera en la mañana antes de las diez de la mañana o en la tarde después de las seis de la tarde, esto para que el calor no cociera a las plantas o sus raíces.
Una vez que hubimos terminado de trasplantar los piecitos, mi madre me mando a la tienda a comprar un una bolsita de café puerto rico que era el que se vendía en el pueblo en aquel tiempo y cinco panes franceses que no eran otra cosa más que las teleras y bolillos de hoy en día para cenar, mi madre me dio el dinero y yo me escabullí por un momento y fui al corral, en este tenía un escondite de donde saque un huevo de gallina, me lo eche a la bolsa del pantalón y salí a la calle, me dirigí a la tienda de don Tomas, que era la que quedaba más cerca de la casa, a esa tienda era a la que me dirigía cuando tenía un poco de frijol que vender o algún huevo que truequear, porque en el pueblo aún se usaba el trueque en operaciones de compra y venta, llegue a la tienda y saludo a los señores que se encontraban con Tomas en ese momento, le pedí la bolsa de café Puerto rico y los cinco panes franceses o pan blanco, le pague con una moneda de a cincuenta centavos, me regreso quince centavos de cambio, cada pan valía cinco centavos y la bolsa de café valía diez, guarde el cambio y enseguida saque el huevo de gallina de la bolsa del pantalón y le dije que lo quería cambiar, Tomas me dijo que era lo que iba a querer, le dije que un pan de azúcar (dulce) y elegí una concha de las cafés y cuando le dije a Tomas que quería una concha de café, tanto tomas como los otros señores se rieron y Tomas dijo que era una concha de chocolate, yo, apenado repetí, “quiero una concha de chocolate”, me la dio y rápidamente salí de la tienda, al salir le di la primera mordida a la concha, tenía que terminármela antes de llegar a la casa, porque de lo contrario mi madre se daría cuenta de lo que había hecho y no me salvaría de unos buenos chingazos, casi me atragante por el afán de terminarme la concha antes de entrar a la casa, por fin entre a la casa, mi madre me pregunto porque me había tardado tanto, le dije que había gente en la tienda de Tomas, deje las cosas en la mesa de la cocina y me salí para dirigirme hacia el cuarto, ya habían prendido la luz de los aparatos ya que ya había oscurecido, una media hora después mi madre nos llamó para cenar, había hecho un café con leche que olía delicioso y el que quisiera comer comida también la había calentado, yo decidí solo tomar café con leche con un pan francés, recuerden que yo ya me había comido una concha en seco hacia media hora, también mis hermanas tomaron solo el café con leche y su pan francés solo mi madre ceno comida y además su café con leche y su pan francés, después de esto, nos enjuagamos la boca y nos dispusimos a dormir, al otro día era Lunes y esperábamos la llagada de mi hermano que venía por gordas. Esa noche casi no pude dormir, desperté varias veces durante la noche y los ratos que pude dormir, tuve pesadillas, soñé que andaba en un mundo de sombras, donde yo vivía flotando y no había nada tangible todo era como de humo, no podía tocar nada, si había cosas como árboles, casas, en las casas había muebles, jardines, puertas, cuartos; pero nada se podía tocar, sentí un gran alivio al despertar, ver que ya estaba saliendo el sol y constatar que ¡si podía tocar las cosas!
Este día empezaba la semana, mi hermano llegaría por ahí del medio día, teníamos que apurarnos para que cuando llegara todo estuviera listo por si decidía regresarse luego este mismo día, nos dispusimos a almorzar, lo que hubiera preparado mi madre para el almuerzo era garantía de que nos iba a gustar a todos, mi madre tenía un angelote para la preparación de la comida, todo lo que ella hacia le salía delicioso, a veces no había dinero como para comprar carne y hacer la comida pero mi madre se las ingeniaba para que siempre hubiera buena comida en la casa, en esta ocasión íbamos a comer de nuevo huevos al gusto con frijoles guisados ambos con manteca de cerdo, el preparar los alimentos con esta manteca ya era garantía de que el sabor iba a estar muy bueno, como casi siempre que había huevos para el almuerzo yo los pedía revueltos o batidos, de vez en cuando los pedía estrellados o cocidos, pero el día de hoy los pedí revueltos, con frijoles en un lado y por supuesto con chile al gusto, mi madre había preparado un chile molcajeteado con cebolla, tomate y un diente de ajo, el chile o salsa estaba deliciosa aun sola en un taco con una tortilla recién hecha, a veces mi madre también nos preparaba panochas (tortillas de harina) para comer en lugar de las tortillas tradicionales de maíz, esos días o eran especiales o era porque mi padre o mis hermanos mayores pedían que hiciera de estas tortillas, estas tortillas eran más sabrosas que las tortillas de maíz, pero había que tener cuidado al comerlas sobre todo de noche, porque decía i madre que eran muy pesadas y a más de uno de nosotros nos habían hecho daño en alguna ocasión, el daño podía ser desde un dolor de estómago, inflamación del estómago, pedos (gases), hasta una fuerte diarrea o una gibada (empacho) que había que curar con sobadas de estómago, estiradas del cuero de la espalda baja y con tés amargos de hierbas. Terminamos de almorzar como a las 09:00 horas de la mañana y cada quien se dedicó a lo suyo, mis hermanas mayores a ayudarle a mi madre con el quehacer de la casa, mi hermana menor a jugar con sus muñecas y trastecitos y yo me fui al corral a ver a los animales, esa mañana me dedique a ver y a seguir a las gallinas para ver cómo se alimentaban, cuando teníamos las alimentábamos con maíz entero, el maíz lo quebrábamos solo cuando había pollitos o coconitos (guajolotitos), si estos ya estaban como de tres meses ya se podían comer el maíz entero, en esta ocasión yo las iba a alimentar con tortilla remojada porque no teníamos maíz, para remojar la tortilla se echan más o menos un medio kilo de tortillas de las que se recalentaron en una tina con agua hasta la mitad, la cantidad de tortillas a remojar depende también de la cantidad de gallinas que se tengan, nosotros teníamos como unas treinta gallinas, un gallo y dos camadas de pollos una de pollos de tres meses y otra de pollos de un mes, les empecé a echar las tortillas remojadas y no bien caían las tortillas al suelo, los animales hambrientos las devoraban enseguida; así que las pocas tortillas que les eche no les supieron ni a melón, se quedaron con hambre ya que en seguida se dirigieron al corral a buscar que más comer, algunas de las gallinas se dirigieron a donde teníamos el tazole que es lo que queda de la planta del maíz cuando ya se pizco, pero siempre les quedan uno que otro grano de maíz o hasta alguna mazorca perdida entre el tazole, otras de las gallinas se dirigieron a escarbar entre las hierbas del corral a la búsqueda de algún animal, ya fuera insecto, arácnido, mosca, abeja, chapulín, gusano o lombriz; ya saben que las gallinas comen casi de todo, cuando no encontraban nada de animales al escarbar se tenían que conformar con comerse las hojas de las hierbas y el zacate, había veces que algunas de las gallinas se tenían que conformar con comer solo hierbas, a veces andaban ya desesperadas como yo cuando quería comprar alguna golosina y no tenía huevos de reserva para truequear en la tienda, a veces me veía obligado a pepenar un poco de frijol en la paja que teníamos almacenada de lo que había quedado de la cosecha anterior del frijol que por cierto cada vez era menos, ya que con esta alimentábamos a las tres vacas, dos caballos y dos burros que teníamos en la casa, cuando me ponía a pepenar siempre tenía que pepenar por lo menos un medio kilo porque en las tiendas era lo mínimo que tenías que llevar para que te lo compraran, cuando llevaba medio kilo a la tienda de Don Tomas Rojas, este me daba cincuenta centavos y con este tostón me alcanzaba para comprar un pan de azúcar, dos dulces y dos chicles, era como gastar en este tiempo diez pesos, así tan ensimismado en mis recuerdos, escuche que abrían el portón de la casa, voltee a ver quién iba a entrar y alcance a ver a mi hermano mayor que ya venía llegando de la pastoría, abandone la observación de las gallinas y me dirigí a la entrada de la casa por el portón, entro el caballo con mi hermano aun montado en él, cuando se bajó yo lo ayude tomando las riendas del caballo mientras mi hermano bajaba las cosas que traía, entre las cosas que traía y alcance a ver eran un bulto lleno como a la mitad de calabacitas tiernas y otro bulto a la mitad este con elotes tiernitos también, seguramente los había conseguido en el camino de la pastoría hacia acá con alguno de los agricultores que tienen tierras de riego y pueden sembrar antes que los que tienen tierras de temporal, al terminar de bajar las cosas enseguida desensillo el caballo y le quito las riendas, en cuanto el caballo se sintió libre se alejó retozando hacia el corral, seguramente iba contento porque estaba en casa e iba a poder saludar a sus compañeros que estaban en el corral, mi hermano se dirigió para adentro de la casa seguido de mi madre y mis hermanas, las que le hacían muchas preguntas acerca de mi padre y como le había ido en el camino.
Yo me dirigí nuevamente hacia el corral a continuar la observación de las gallinas, aparentemente estas ya habían terminado de alimentarse y algunas estaban descansando bajo la sombra de los árboles o de las altas hierbas, y otras se estaban dando un baño de tierra, o sea revolcándose en la tierra, la mayoría de los animales que hacen este tipo de cosas es para asearse la piel o el plumaje, y para quitarse de encima algunos parásitos como pulgas, chinches, cocucos, piojos, garrapatas, moscas, etcétera, entre los animales que tuve la oportunidad de ver que se revolcaban estaban las gallinas, los patos, los puercos, los perros, los burros, los caballos, las vacas y los pájaros; era una buena estrategia para librarse de los parásitos aunque fuera momentáneamente, al ver que los animales estaban en su mayoría descansando, me dirigí a ver las ruinas que habían quedado de la casita que habíamos hecho el otro día entre mi hermanita, Nino y yo, de esta solo quedaban en pie las barditas de los cuartos de la casita, el techo había colapsado con la lluvia de aquel día, estaba derrumbado, se podían observar las vigas en medio del zoquete que había dado forma a la techumbre, quise ponerme a reconstruirla pero me gano la flojera, estaba cansado de andar atrás de las gallonas casi toda la mañana, otro día lo haría con más calma y cuando no hiciera tanto sol, este día y a esta hora, debían ser como las dos de la tarde, rondábamos los cuarenta grados centígrados, me dirigí a la toma de agua que teníamos en la entrada de la casa, llegue a la llave y después de tomar agua, me lave las manos y la cara para refrescarme, después de hacer esto me dirigí hacia el gallinero iba a checar si las gallinas habían puesto huevos, revise los lugares habituales en donde las gallinas ponían sus huevos, el lugar estaba desierto ya que todos los animales andaban en el corral a esas horas, encontré seis huevos, de los cuales lleve a mi escondite dos de ellos, los otros cuatro se los iba a entregar a mi madre, me dirigí hacia la cocina, mi madre estaba afanada haciendo unas gorditas que según vi iban a ser rellenadas con un guisado de papas con chile verde, le dije a mi madre que llevaba cuatro huevos, me dijo que los pusiera en la canasta de los huevos, así lo hice y posteriormente me dirigí hacia los cuartos, al entrar estaba oscuro y fresco, me dirigí a los pies de la cama en la que dormía y saque de debajo de la cama un cajón donde tenía mis escasos juguetes, en el deposite una bolsa llena de canicas con las que había estado jugando un rato mientras observaba a las gallinas y saque un balero para divertirme un rato en lo que nos hablaban para ir a comer, no era muy ducho con el balero, la verdad es que de cada diez intentos por ensartar el balero solo lo hacía en cuatro o cinco ocasiones y a veces elaboraba una serie de cuatro o cinco seguidillas, esto es una vez que has ensartado la primera vez el balero, sin sacar el palo del balero intentar seguir ensartándolo varias veces dándole vuelta al balero sobre sí mismo, no llevaba ni diez minutos cuando gritó mi madre, su voz decía que nos fuéramos a comer todos, me dirigí a la llave nuevamente para lavarme las manos, mis hermanas hicieron lo mismo, una vez con las manos limpias nos dirigimos a la cocina, en la cocina teníamos una mesa a la cual nos podíamos sentar todos si cabíamos (eran solo cuatro lugares), si no cabíamos todos, entonces los más chicos; en este caso mi hermanita y yo tendríamos que comer sentados en el suelo encima de un costal vacío de esos que se usan para llenarlos de frijol, hacer esto casi siempre era riesgoso ya que en el momento menos pensado podía entrar el perro o las mismas gallinas y ganarnos con nuestros alimentos; había pasado más de una vez y con todos los miembros de la familia que habíamos comido encima de un costal, nos sentamos en el costal y como instantes antes yo había adivinado que íbamos a comer gorditas rellenas de papas con chile verde, así lo hicimos, las gorditas estaban muy sabrosas, yo me comí solo dos gorditas igual que mi hermanita, los demás comieron según sus capacidades, su hambre y su edad; por ejemplo mi hermano mayor se había comido seis gorditas porque él ya estaba grande, era un adolescente de 16 años ya que me ganaba con diez años, le faltaba poco para ser mayor de edad cuando cumpliera los 18 años, por lo pronto mi hermano ya podía andar en la calle, podía ir a la plaza las veces que quisiera, podía ir al cine; incluso podía tener novia, esas eran algunas de las ventajas que te dan el ser ya grande, yo no podía hacer nada de eso más que acompañado por mi madre o por mis hermanas, pero ya crecería y vaya que lo hice pero no alcance a hacer nada de esto por lo menos en el pueblo, ya que mi vida daría un giro de 180 grados dentro de muy poco tiempo, pero esto se los contare más adelante, interrumpí mis cavilaciones al escuchar que venían entrando al cuarto mi madre y mi hermano, venían platicando no sé de qué fiesta que iban a hacer en pocos días, los seguí escuchando y así fue como me entere de que en una semana iba a venir mi tío Guadalupe de Cieneguilla, este tío era uno de los hermanos de mi madre, un pueblo relativamente cerca de nuestro pueblo, como a 50 kilómetros, más allá de la pastoría. Mi tío iba a venir para que mis padres le hicieran el favor de acompañarlo a pedir la mano de su novia de la cual solo conocía el nombre: Belén, ella vivía a una cuadra de la casa en dirección opuesta a donde vivía Nino, entonces había que estar muy atento ya que para ese evento tenía que estar presente mi padre, entonces iba a ser un evento importante, hasta ese momento que yo me acordara no había participado de ninguna boda, esta iba a ser la primera, me quede pensando un rato, cuando hay una boda, el novio se lleva a vivir con él a la novia y ya no la regresa a su casa a menos que las cosas salieran mal, cuando la gente se casa se supone que es para siempre y lo dice el padre en la ceremonia, hasta que la muerte los separe, lo que no tenía claro era para que era esta unión, después me fui dando cuenta que casi todos los que se casaban, tiempo después tenían hijos y me imagine que precisamente ese era uno de los motivos por los cuales la gente se casaba, más adelante me iría enterando de otros motivos por los cuales la gente también se casaba.
Cuando mi madre termino de platicar con mi hermano, este se dirigió a bañar puesto que mis hermanas ya le habían calentado el agua, seguramente al terminar de bañarse y vestirse mi hermano se saldría a la calle a visitar a sus amigos o quizá a ver a su novia, a mí a veces mi madre me dejaba salir a la calle pero nunca solo, como lo dije antes o era acompañando a mi madre o acompañado de mis hermanas, en algunas ocasiones me dejaba salir en compañía de Nino mi amigo, en estas ocasiones habíamos ido a visitar a la presa, al pozo del cual todos en el pueblo tomábamos agua en nuestras casas, a la plaza o a la orilla del pueblo a pasear.
Salió mi hermano de bañarse, se cambió y como ya lo había dicho antes se salió a la calle ya de tardeada, no iba a regresar a la casa sino hasta entrada la noche, mientras yo tendría que buscar algún entretenimiento para el resto de la tarde, rápidamente lo encontré, tenía que pepenar un poco de frijol antes de que se oscureciera para ir a venderlo, así que conseguí una bolsa y me dirigí hacia donde estaba la paja, bien resguardada de los animales, abrí la puerta y me metí, la cerré tras de mí y empecé a pepenar el frijol casi grano por grano ya que como les conté antes esta paja era lo que sobraba de las parvas que es cuando se cosecha el frijol, después de un buen rato de estar pepenando y escogiendo el frijolito logre juntar más a menos el medio kilo de rigor para poder venderlo en la tienda, así que en una escapada que me di lleve el frijol a vender y efectivamente le calcule bien era medio kilo, en esta ocasión no gaste el dinero, guarde los cincuenta centavos que me dieron en la tienda, traía algo en mente que iba a hacer más adelante. Así como salí furtivamente de la casa así regrese a ella, sin hacer ruido para que mi madre no se diera cuenta, entre por el portón con el mayor de los sigilos, una vez adentro me dirigí nuevamente al corral por cualquier cosa, me anduve un buen rato; posteriormente me dirigí hacia los cuartos de la casa, entre y otra vez me dirigí a los pies de la cama, saque el cajón de mis juguetes nuevamente y guarde debajo de la bolsa de las canicas mis cincuenta centavos, metí la caja en su lugar y me quede sentado un rato en la orilla de la cama, cansado de tanto andar para arriba y para abajo todo el día, me recosté y poco a poco me fui quedando dormido, comencé a soñar me vi a mi mismo yendo hacia la tienda a vender el frijol, ya se había hecho de noche, había mucha gente en la tienda por lo que me tarde más de lo normal, al fin me toco que me pesaran el frijol y me dieran mi dinero, Salí de la tienda con mucha prisa, casi eche a correr rumbo a la casa, cuando llegue al portón este ya estaba cerrado por dentro, así que empecé a trepar el portón para brincarme, ya había bajado al piso del otro lado cuando escuche a mis espaldas mi nombre ¡Juan!,
en ese momento desperté sobresaltado, era la voz de mi madre que nos estaba llamando para ir a cenar, respire con alivio, todo había sido un sueño; nos dirigimos a la cocina, llegamos y nos sentamos, no tenía mucho apetito, así se lo externe a mi madre así que solo tomaría un poco de leche hervida con un par de tortillas, para los que no hayan desayunado o cenado esto les diré que las tortillas con un vaso de leche son deliciosas, casi me atrevo a decir que son más sabrosas las tortillas que el pan de esta forma, bueno termine de cenar rápidamente, espere a que todos terminaran y nos dispusimos a irnos a la cama, esa noche dormí como un bendito, estábamos en la estación de Verano así que por las noches no hacia frio ni calor excesivo, era un clima templado porque como ya estaba lloviendo había bajado de intensidad el calor.
Al otro día muy temprano me levante, mi madre ya hacia un buen rato que se había levantado y andaba trajinando en la cocina, ese día mi hermano tendría que regresar a la pastoría, todavía no me iba a ir con él pues aún tenía un poco de dolor en la pierna y nalga donde me habían aplicado la vacuna, así que le pedí permiso a mi madre para invitar a Nino a venir a la casa a jugar, íbamos a reconstruir la casita que habíamos hecho el otro día y que el agua nos había derrumbado, mi madre me dio el permiso de invitarlo y ni tardo ni perezoso me fui a su casa a invitarlo, toque la puerta, abrió su hermana mayor, le pregunte por el, me franqueo la entrada a la casa, Nino andaba en el patio, llegue lo salude y le hice la invitación; accedió de buena gana, teníamos varios días que no nos veíamos, quedamos en que el iría a la casa alrededor de las 12:00 horas del mediodía, me despedí de ellos y regrese a mi casa, aun no almorzábamos. Nos sentamos a la mesa y almorzamos un típico almuerzo pueblerino, huevo con frijoles y chilito con tortillas recién hechas a mano y un vaso de té una vez más de yerbanis, todo estuvo muy sabroso, en cuanto terminamos de almorzar, me levante de la mesa y le dije a mi madre que iba a estar esperando a Nino en el corral, accedió de buena gana y me dirigí primero hacia el cuarto para sacar los juguetes con los que íbamos a divertirnos, enseguida me fui hacia el corral, eran como las 11:00 a.m. aún tenía una hora para preparar todo antes de que llegara Nino. Llegue al lugar donde habíamos construido la casita hacia unos días, limpie el terreno que la circundaba y también el camino de la casita hasta donde estaba el montón de arena-tierra con la que la habíamos construido, una vez que termine la limpieza prepare la trailita y le pegue un tronco de caballos, separe las vigas de la tierra en las ruinas de la casita y las deje listas para volver a montarlas; en eso estaba cuando tocaron en el portón, corrí para abrirlo y ahí estaba era Nino que en esta ocasión el también traía juguetes, traía un camión de redilas, una bolsa de canicas y un balero, nos abrazamos como si hiciera mucho tiempo que no nos veíamos y en seguida nos dirigimos al corral para empezar a jugar, en un momento cambiamos de parecer y en lugar de reconstruir la casita la íbamos a convertir en una bodega, pusimos manos a la obra, en lo que yo iba a traer otro viaje de arena, él iba a conseguir más vigas, la bodega iba a estar más grande que la casita, regresamos con nuestra carga cada quien, la vaciamos y empezamos con la construcción - ampliación; la íbamos a hacer el doble de grande que la anterior construcción, estuvimos jugando en la construcción como dos horas y al terminar, se nos ocurrió la idea de llenarla de maíz, así que con su camión de redilas nos dirigimos al granero y cargamos el camión de redilas con unos dos kilos de maíz, lo transportamos hasta la bodega y lo vaciamos dentro de la misma, las gallinas andaban deambulando en los alrededores y en cuanto se dieron cuenta que lo que traíamos era maíz se arrimaron ante la oportunidad de conseguir alimento de una manera muy fácil, pudimos rechazar las primeras aproximaciones de dos o tres gallinas pero conforme las otras se daban cuenta de que se trataba, se empezaron a multiplicar los ataques a nuestra bodega, en un momento dado llegaron a ser tantos los atacantes que tuvimos que franquearles el paso y tocamos a retirada entre risas y diversión, en cuanto nos retiramos las gallinas se agolparon en la bodega y empezaron a devorar el maíz que habíamos depositado en ella, no les llevo arriba de cinco minutos acabar con el maíz almacenado y de paso con la bodega la cual destruyeron en su totalidad con tal de pepenar hasta el último de los granos, después de un rato se empezaron a retirar con el buche lleno y muy satisfechas de lo que habían logrado tener, un alimento conseguido de una manera muy fácil; Nino y yo nos miramos el uno al otro y rompimos a reír más si se puede hacer esto, recogimos los juguetes y no retiramos hacia el lado opuesto del corral, donde a veces jugábamos a las canicas, nos sentamos un rato para recuperarnos del ataque de risa que nos había dado, después ya recuperado el aliento decidimos ahora jugar un rato a las canicas, había un juego en donde hacíamos un hoyito en un lugar del suelo normalmente poco accesible para que costara trabajo entrar en el con la canica y el que lo lograba tenía las vidas, esto quiere decir que tenía el poder de matar a las otras canicas dependiendo cuantas personas estuviéramos jugando, cuando alguien más entrara con su canica en el hoyito cambiaba el dueño de las vidas y los demás teníamos que esconder de la manera efectiva nuestra canica para tratar de evitar que nos la matara y a su vez tratar de entrar en el hoyito y arrebatarle el poder, también había otro juego en donde cada quien tiraba con su canica favorita o de la suerte que consistía en matar a la canica del contrincante haciendo contacto con ella, en este caso todas las canicas de los participantes tenían el poder y todos podíamos matar a todos, era como una pelea campal pero siempre respetando los lugares para poder tirar. También jugábamos a la rueda, este juego consistía en apostar tus canicas contra las canicas de tu o tus oponentes, se dibujaba un círculo del tamaño que se quisiera podía ser desde un medio metro hasta unos dos metros de diámetro, las canicas apostadas se metían al círculo aventándolas hacia arriba y se tiraba en orden después de una competencia de ver que canica quedaba más cerca de la raya del circulo opuesta al lugar de donde se tiraba, la canica del jugador que quedaba más cerca era la que tenía la oportunidad de tirar en primer lugar y la que quedaba más lejos tiraba en último lugar, si alguien en el primer tiro sacaba la canica a la que hiciera el intento y su canica quedaba dentro de la rueda, este podía seguir tirando para tratar de sacar más canicas, todas las canicas que este sacara del circulo le pertenecían, pero si en uno de los intentos de seguir sacando canicas de la rueda no sacaba nada y su canica se quedaba dentro entonces estaba muerto y no podía continuar tirando hasta que alguien sacara su canica y él le entregara las canicas que llevaba ganadas, como el lugar donde estaba dibujada la rueda era el suelo a veces la tierra estaba suelta y esto provocaba que muchos de los intentos de los jugadores por sacar canicas terminaran con sus canicas de tiro dentro de la rueda y las oportunidades eran para los demás. Había otros juegos de canicas derivados de estos tres que eran los principales, así que al jugar a las canicas se podía convertir en un juego que fácilmente podía durar por lo menos unas tres horas, por lo cual cuando terminamos de jugar a las canicas, escuchamos que mi madre nos llamaba a comer, nos fuimos a lavar las manos a la llave del agua, enseguida nos dirigimos a la cocina, en esta ocasión mi madre había cocinado unos nopales con chile rojo, estos los íbamos a acompañar con frijolitos refritos y pos supuesto había más chile por si alguien se quería servir, mi madre también había preparado una agua fresca de limón con agua de una tinaja que estaba semienterrada junto al tronco de uno de los árboles del jardín, esto hacia que el agua estuviera bastante fría, sin llegar a la temperatura de la que tiene cubos de hielo pero estaba muy fresca, comimos sin prisas y al terminar dimos las gracias a mi madre y nos retiramos para continuar con los juegos en el corral, recogimos las canicas y las pusimos en su bolsa, ahora íbamos a juagar al balero, yo no era muy ducho con el balero, Nino tenía más habilidad que yo pero haría el intento de jugar de manera decorosa, Nino empezó con el primer intento, no fue certero y ahora yo trate de hacerlo, mi primer intento fue acertado con dos repeticiones, en la segunda oportunidad de Nino no lo van a creer acertó en el primer tiro y escuchen bien ¡hizo 43 repeticiones! No les dije que él era bueno jugando al balero, en mi segundo intento acerté el tiro e hice cuatro repeticiones, en el tercer intento de Nino se acabó el juego, porque acertó el tiro inicial y empezó a hacer repeticiones, fueron tantas que perdí la cuenta y además empezó a caminar de un extremo al otro de corral sin dejar de hacer repeticiones fue una locura, duro haciendo repeticiones cono una hora, fue tanto el tiempo que duro que cuando por fin fallo ya era hora de que se retirara, ya estaba oscureciendo, recogimos lo que quedaba de los juguetes en el suelo, los limpiamos y cada quien se llevó los suyos a guardar, Nino se despidió porque ya era hora de regresar a su casa, quedamos de vernos al otro día para continuar con nuestros juegos.
Esa tarde noche transcurrió sin nada digno que contar, así que nos fuimos a dormir directamente y sin escalas, yo creo que la toda la familia tuvimos un sueño reparador, ya que al otro día cuando me desperté ya todos andaban levantados, yo fui el último en levantarme, me levante tan tarde (08:00 horas) que terminándome de levantar nos llamó mi madre a almorzar, que buen almuerzo degustamos ese día, los acostumbrados huevos, ahora yo los pedí estrellados, no muy cocidos para poder reventar la yema, ponerle sal y comérmela con unos pedazos de pan francés que no era otra cosa que el bolillo o telera de ahora, los huevos estrellados acompañados de pan francés eran otra cosa, los disfrute al máximo con unos frijoles guisados caldosos y acompañados de un jarro de atole de granos también delicioso, terminamos de almorzar y mi madre empezó a preparar las gordas que se iba a llevar mi hermano a la pastoría, mi hermano se iba a ir el día anterior pero no lo había hecho porque una noche antes se había ido a divertir con sus amigos y había llegado en la madrugada por lo que se le había hecho tarde para levantarse, pero el día de hoy si partiría hacia la pastoría como a las 10:00 horas, mi madre le puso tortillas del día, también le echo unas gorditas que les había preparado rellenas de frijoles con chile y huevo con chile, les mando en esta ocasión un queso fresco como de a media kilo, también les mando requesón y unas tortillas de harina llamadas (panochas) para que hicieran unas quesadillas, mi hermano cargo su cantimplora llena de agua fresca de la tinaja que estaba semienterrada en el jardín. En lo que mi madre terminaba de hacer la carga de las cosas mi hermano empezó a ensillar el caballo, una vez que termino mi madre le llevo la carga de cosas que le mandaba a mi padre, las cargo mi hermano, se montó en el caballo y se despidió de todos nosotros, yo le dije adiós con la mano al viento y al mismo tiempo suspire, ya extrañaba estar con ellos en la pastoría, yo creo pensé,  la próxima semana si me iré con él, estábamos en plena temporada de aguas y el campo estaba verde a mas no poder, era cuando yo en lo personal disfrutaba más el campo; siempre me había gustado la temporada de aguas o de lluvias, porque no me gustaba ver la aridez del campo cuando no llueve, que son 7 meses o 7 meses y medio, todo se seca, el zacate, las hierbas incluso los árboles, magueyes y nopales están más secos, más duros y más cenizos sin agua con la cual alimentarse. En fin este tiempo de lluvias era como dije antes mi favorito porque entre otras cosas había más agua, incluso cuando llovía se formaban arroyos por las calles y estos terminaban haciendo charcos de agua que podían llegar a hacer como lagos en la parte baja del pueblo, era el tiempo de la abundancia en cuanto a zacate o pasto, hierbas, arbustos y árboles, además todos los árboles frutales empezaban a florear y eso quería decir que algunos meses más tarde tendríamos la posibilidad de comer duraznos, chabacanos, manzanas, peras, granadas, higos, moras, nueces y algunas otras frutas que se daban en la zona, cuando llovía lo suficiente en la temporada de lluvias iba a haber la posibilidad de comer todas esas frutas y también como no, disfrutar de los deliciosos elotes en todas sus variedades, cocidos, asados, en caldo de res, etcétera; también al frijol le tocaba porque en cuanto había ejotes se hacían guisos de estos o cuando el frijol nuevo estaba listo también se hacía guisos con ellos, deliciosos aunque también eran muy pesados para el estómago y a veces nos hacían daño y nos daba cursara (diarrea) y se decía que estábamos cursientos o empachados y las mamas de aquellos tiempos tenían que sobarnos la panza, estirarnos el cuero de la espalda y darnos a beber bismuto con aceite de oliva y un té casi siempre amargo de una planta que se llamaba prodigiosa para que pudiéramos sanar de estas enfermedades, me acuerdo que los que teníamos la suerte de tener vacas en la casa también podíamos beber leche cruda o bronca y también enfrentar la posibilidad de que te hiciera tanto daño como los frijoles nuevos, tan enfrascado estaba en mis recuerdos que cuando volví en mi a la realidad mi hermano ya se había ido, mis hermanas y mi madre ya habían cerrado el portón y se habían retirado adentro de la casa y estaba yo solito en medio del patio parado como estatua; así que me dirigí hacia el corral, no bien había dado tres pasos oí que tocaban al portón, deshice lo andado regresando sobre mis pasos y pregunte que quien era, me contesto la conocida voz de mi amigo Nino, soy yo juan, vengo a jugar un rato contigo, abrí el portón; nos saludamos mi amigo y yo, cerré el portón y nos dirigimos juntos al corral, teníamos que pensar bien a que jugar para aprovechar el tiempo al máximo y decidimos que íbamos a jugar a las escondidillas, después tal vez jugaríamos a saltar la riata (cuerda) y si nos daba tiempo jugaríamos también al bebe leche (avión).
Invitamos a mi hermanita a jugar con nosotros, como casi siempre el menor, en este caso mi hermanita era la que iniciaría con la búsqueda de mi amigo y mi persona, la pusimos a contar con los ojos cerrados hasta el treinta y corrimos a escondernos, mi amigo Nino corrió hacia el corral y yo corrí hacia el granero que no era otra cosa que el lugar donde pernoctaban las gallinas, en el granero teníamos algunas herramientas en los cajones de algunos muebles viejos que me sirvieron de escalera para poder subirme a una especie de tejaban donde teníamos parte del tazole y la paja que aun conservábamos, llegue a la paja y empecé a hacer un hueco lo suficientemente grande como para que cupiera mi cuerpo hecho bolita, lo logre fácilmente mientras mi hermanita buscaba a Nino en el corral; después de un buen rato escuche que mi hermanita cantaba que había encontrado a Nino, también escuche que se decían uno al otro que donde estaría escondido yo, mi hermanita le dio una segunda barrida al corral, me busco hasta debajo de las piedras, con resultados negativos, enseguida se dirigió al granero igual tratando de encontrarme, ya saben que si el que está buscando a los que se esconden no los encuentra a todos o alguno de ellos logra la salvación para todos, entonces al que encontró primero no le toca buscar en el siguiente turno sino que el que busco la primera vez vuelve a buscar otra vez, entro mi hermanita al granero y empezó a buscarme primero en el gallinero que era donde normalmente dormían las gallinas que era un lugar donde había muchos palos dispuestos de manera horizontal aprovechando la estructura de una de las esquinas, obviamente no me encontró, siguió buscando atrás de los viejos muebles, en los nidos de las gallinas y pronto se aburrió de buscarme, estaba yo tan bien camuflageado que iba a necesitar ayuda, ayuda a la que se unió Nino, tratando entre los dos de encontrarme, Nino más avispado que mi hermanita empezó a subir a los muebles intuyendo que yo podría estar escondido en la parte de arriba, cuando iba subiendo a la mitad piso mal en al mueble y este se vino abajo arrastrando con el a Nino y probablemente a mi hermanita, escuche el ruido y después el golpe en el suelo al caer el mueble, me pregunte si salía o no de mi escondite, finalmente me decidí a salir y ágilmente me salí del hueco que había hecho en la paja y de un ágil brinco aterrice en el suelo, mi hermanita al verme corrió a cantar que ya me había encontrado, mientras yo ayudaba a Nino a levantarse del suelo, todo cubierto de paja y polvo, afortunadamente no le paso nada grave salvo la revolcada y continuamos jugando, ahora le tocaba a el buscar y a mi hermanita y a mi escondernos, se puso a contar hasta el treinta con los ojos cerrados; mi hermanita corrió sin pensarlo dos veces hacia el granero, así que yo me decante por correr al corral y tratar de encontrar un buen escondite, me escondería entre el hierbajo del corral que ya había crecido lo suficiente como para taparme estando sentado, afortunadamente ese día traía yo un pantalón gris claro y una camisa verde agua, pasaría desapercibido en un primer vistazo, y así lo hice busque un lugar pegado a una de las bardas del correal donde estaba la hierba más alta y la barda me daría soporte para quedarme quieto, Nino empezó la búsqueda y por la experiencia anterior se fue directo hacia el granero y empezó buscando en el mismo lugar de donde había salido yo en la oportunidad anterior y fácilmente encontró a mi hermanita que había escogido el mismo lugar que yo la vez anterior para esconderse, en cuanto Nino canto que había encontrado a mi hermanita en el granero, se dirigió hacia el corral, sabía que tenía que aplicarse a fondo para encontrarme ya que yo era muy bueno para ese juego, empezó buscando junto a los nopales, se asomó a ver si yo estaba arriba de uno de los árboles, busco cerca de la bodega que habíamos construido el día anterior y hasta se metió a buscarme en la tazolera, después de un rato de búsqueda no se animaba a buscar en la hierba porque prácticamente todo el corral estaba cubierto por esta y le daba flojera, yo estaba muy bien camuflageado entre la alta hierba, recargado en una de las paredes del corral; como a unos quince metros de donde había estado buscando Nino, yo podía ver claramente a Nino y a mi hermanita pero ellos como estaban lejos no alcanzaban a distinguir donde estaba escondido, en una de las vueltas que dio Nino por todo el corral, se acercó a solo unos dos metros de donde estaba yo escondido, estuve a punto de hacer ruido por la intensa emoción que sentí en el estómago al ver que Nino había pasado muy cerca y estuve a punto de soltar una carcajada de los nervios que sentí, pero pude reprimirla tapándome la boca con la mano, después de un rato y mientras Nino había vuelto a entrar al granero a buscarme, me acerque al lugar donde cantábamos el nombre y lugar de los que encontrábamos y grite ¡salvación por mí y todos mis amigos!, esto quería decir que Nino tendría que volver a buscar en la siguiente oportunidad, no les dije que yo era muy bueno para el juego de las escondidillas, era capaz de dejar de respirar para que no me detectaran cuando estaba escondido. Nino regreso del granero molesto por no haber podido encontrarme, cuando estábamos a punto de iniciar la tercer búsqueda escuchamos un trueno en el cielo y los tres volteamos al unísono hacia arriba, se había formado un cumulo de nubes que se habían tornado en un color gris oscuro y que se veía a la distancia que ya había empezado a llover por el rumbo del Huérfano, así se llamaba un lugar no muy lejano del pueblo donde algunos de los vecinos del pueblo tenían sus labores o tierras de siembra, estas tierras estaban como a unos veinte kilómetros del pueblo, nos vimos unos a otros y suspendimos el juego de las escondidillas y empezamos a juntar los juguetes que habíamos usado en esta ocasión, recogimos la riata a la que íbamos a jugar después de las escondidillas y las tejas que ya teníamos preparadas para jugar al bebe leche y nos retiramos a la casa justo en el momento en que había empezado a llover, se veía que iba a llover bastante fuerte, nos metimos al cuarto y prendimos el aparato, a pesar de que era temprano, eran como las dos de la tarde, se había oscurecido el día por las nubes de la tormenta que ya estaba cayendo en esos momentos, seguramente nos íbamos a quedar recluidos en el cuarto lo que quedaba de la tarde, así que decidimos contar historias, cuentos y hasta chistes para pasar el rato. Como a las seis de la tarde la lluvia remitió un poco y bajo de intensidad, aprovecho Nino para despedirse, ya era tarde y tenía que regresar a su casa, nos quedamos solos y mi madre aprovecho para decirnos que pronto iba a venir mi hermano Manuel, que tenía ya unos meses viviendo con mi hermano Jaime en la Ciudad de México, al parecer iba a venir para que mis padres pidieran en matrimonio la mano de su novia, que era la hija de una de las familias más acomodadas del pueblo, así que habría por lo menos un par de fiestas en los próximos días, acuérdense que ya les había platicado que mi tío Lupe, hermano de mi madre también iba a venir a la casa para que mis padres le pidieran a la novia para casarse, al parecer mi tío se iba a casar más pronto que mi hermano, de cualquier forma íbamos a tener dos bodas en la familia en los días siguientes, bien pues nos dispusimos a cenar aunque la lluvia no paraba de caer, había amainado un poco, así que nos dirigimos a la cocina mis hermanas mi madre y yo, cenamos algo ligero, en realidad solo un vaso de atole y un pan francés, después de esto nos preparamos para irnos a la cama, la noche paso sin contratiempos, por lo menos yo dormí como un lirón, en serio dormí tan bien que al amanecer pensé que había sido solo un parpadeo lo que había durado la noche anterior, me levante con mucho ánimo, supongo que todos los niños de mi edad nos levantamos así todos los días, aunque yo había empezado a dudarlo porque cuando estaba en tiempo de clases, me daba una flojera levantarme; pero me acordaba que iba a ver a mis compañeros de clase y amigos y se me pasaba, pero todos estos días de vacaciones, aun estando en la pastoría me encantaban porque a pesar de que tenía ya unas ocupaciones asignadas cuando estaba en la pastoría, me quedaba mucho tiempo libre y en ese tiempo lo que más me gustaba hacer como a cualquier otro niño de mi edad era jugar a veces solo y a veces acompañado pero también me gustaba mucho observar las cosas, los árboles, el campo, los animales, las nubes, el cielo, las estrellas en la noche, la luna, todo lo que fuera susceptible de mirarse u observarse yo lo veía u observaba, esto también me encantaba, a mi corta edad siempre me hacía preguntas acerca del porqué de las cosas, las preguntas que no me podía responder yo mismo se las hacia a mis padres pero nunca me quedaba con la duda, así fue como a pesar de ser solo un niño de seis años aprendí muchas cosas y seguiría aprendiendo mientras viviera.
El día despuntaba muy soleado a pesar de que la noche anterior había llovido en demasía, por la mañana aún se podían ver algunos charcos de agua que se habían formado con la lluvia de la noche anterior, esta agua le iba a hacer mucho bien a todas las labores de los habitantes de mi pueblo, había que darle gracias a Dios por estas bendiciones que derramaba sobre nosotros en forma de lluvia, después de almorzar me salí al corral, este era mi lugar favorito después del cuarto donde estaba la cama, los días que estaba en la casa yo creo que el 60 % me los pasaba en el corral jugando o haciendo casi cualquier cosa que se pudiera hacer ahí, el día de hoy era Viernes así que seguramente el día de mañana Sábado o el Domingo mi madre me permitiría salir a la calle con mi amigo Nino, ya nos pondríamos de acuerdo a ver que íbamos a hacer, me gustaría que fuéramos a dar una vuelta a la presa a ver si podíamos pescar un bagre o una carpa que eran las especies que se daban ahí, la gente que iba a pescar había sacado unos bagres de hasta 5 o 6 kilos de peso, con uno de esos ejemplares podía comer toda una familia que por lo general podía estar formada por unos seis u ocho individuos contando a los papas, en los arboles de durazno ya se veían algunos duraznos medianos de tamaño aunque aún estaban verdes, ya tenía ganas de comer alguna fruta y esto tenía que ser de los árboles frutales que teníamos en el jardín porque la economía de la casa era muy escasa, apenas teníamos lo suficiente para poder comer todos los días, en casa casi nunca se compraba fruta y si se llegaba a comprar casi siempre eran plátanos, que era la fruta más fácil de conseguir y por lo misma era relativamente barata. Seguí revisando los demás árboles frutales que teníamos en el jardín de la casa, las higueras apenas tenían unos cuantos higos pequeños, el granado igual sus frutos aún estaban pequeños y verdes, también los nopales tenían las tunas aun verdes; tendría que esperar por lo menos un mes para que los primeros frutos de estos árboles estuvieran medio maduros y se pudieran consumir, tendría que conformarme con los pocos garambullos que a veces podía recolectar en las orillas del pueblo, cerca de la presa a donde por cierto había posibilidades de ir el día de mañana con mi amigo Nino, hoy teníamos que ponernos de acuerdo y pedir permiso, mi amigo Nino ya se estaba tardando en llegar y yo ya me estaba impacientando, mientras me dedicaría a buscar huevos de gallina en los nidos de estos animalitos, comencé en el granero que era el lugar habitual en donde las gallinas hacían sus nidos para poner los huevos, yo sabía cuándo una gallina iba a poner huevo porque esta andaba caminando de un lugar a otro muy intranquila haciendo un sonido característico como buscando algo, no mas era cuestión de esperar a que la gallina estuviera lista para poner el huevo y era cuestión solo de unos dos o tres minutos para que lo pusiera, había varias gallinas que andaban haciendo estos sonidos que les cuento, así que lo más seguro es que más tarde hubiera varios huevos en los nidos, les daría tiempo para que los pusieran; mientras mejor me pondría a pepenar un poco de frijol para irlo a vender, me dirigí al montón de paja que estaba en el tapanco, a un costado del granero y empecé a pepenar el poco frijol que le salía a la paja cuando la apartaba del suelo, la sacudía y así la iba apartando a un lado, y el poco frijol la iba echando en una bolsa de plástico que había agarrado de la cocina, al cabo de unos treinta o cuarenta minutos ya tenía la bolsa más de media, seguramente era más de medio kilo de frijol y pensé de una vez voy a ir a venderlo a la tienda de Don Tomas, salí sigilosamente de la casa para no pedir permiso y con la bolsa bien sujetada en mi mano derecha me dirigí a la tienda, llegue y le dije a Do Tomas que iba a vender el frijol que si me lo pesaba, lo coloco en la báscula y me dijo que eran 700 gramos y me dijo ¿qué es lo que vas a llevar?, igual que la vez anterior le dije que no quería comprar nada, que me diera el dinero, de mala gana el señor me dio mis setenta centavos, yo ya tenía bien trazado un plan para que quería el dinero que estaba guardando, acuérdense que además de estos setenta centavos yo ya tenía guardados cincuenta centavos del otro día y el peso de plata que me había encontrado en la pastoría, ya tenía dos pesos con veinte centavos y además el peso de plata podía valer más que solo un peso, eso lo averiguaría más tarde en la misma tienda, regrese rápidamente a la casa y entre de la misma sigilosa manera a la misma, me dirigí al granero, yo creo que las gallinas ya habían tenido tiempo suficiente para poner los huevos y si, fácilmente encontré seis huevos de los cuales cuatro declararía haber encontrado a mi madre y dos los guardaría yo para tener reservas para truequear más adelante, escondí los dos huevos en el lugar habitual que tenía para estos menesteres y me dirigí a la cocina con los otros cuatro huevos, le dije a mi madre que los había encontrado en los nidos y los coloque en la canasta que teníamos para ponerlos, me volví a salir al corral y en eso estaba cuando tocaron a la puerta y oh sorpresa eran otros amigos que iban a visitarme y a jugar conmigo si mi madre lo autorizaba eran Thelma y Freddy, vecinos también míos y de Nino, mi madre autorizo a que jugáramos y entraron, nos dirigimos al corral y en eso llego también Nino, nos saludamos todos, éramos muy buenos amigos y seguimos nuestro camino hacia el corral junto con Nino, empezando a platicar de mil cosas entre todos, decidimos jugar a lo que nos había faltado el día de ayer mientras les contábamos a Thelma y a Freddy como nos habíamos divertido el día de ayer, decidimos jugar a brincar la reata y para no desperdiciar dos jugadores manejando la reata, pusimos un clavo en una de las paredes del corral y ahí amarramos la reata para que solo uno de nosotros agarrar el otro extremo, era solo brincar por brincar pero estuvimos todos de acuerdo que el que se equivocara y no brincara la cuerda le tocaba manejar la reata y el que la había manejado le tocaba brincar, para este juego yo también era muy bueno, empezamos a brincar y a contar los brincos que llevábamos normalmente después de diez brincos nos salíamos y después de descansar un ratito volvíamos a entrar a brincar nuevamente, así estuvimos jugando por cerca de una hora y nadie perdía y el manejador de la reata ya estaba impaciente por brincar en este caso era Freddy, así que en una oportunidad que tuve de brincar ya estaba Nino brincando y en uno de los brincos chocamos con tan mala suerte que la reata le pego a Nino en uno de sus pies y no la pudo brincar, llego el cambio de Nino por Freddy para manejar la reata, Thelma tenía una facilidad asombrosa para este juego también y difícilmente iba a perder, nos podíamos pasar toda la tarde jugando así y no perdería, pos supuesto yo tampoco pensaba que alguno de ellos me pudiera ganar, así que decidimos ponerle un poco más de sabor al juego y decidimos jugar así: primero cada quien brincaría diez veces con los dos pies, diez veces con el pie derecho y diez veces con el pie izquierdo, Thelma paso la prueba sin problemas, me toco en seguida a mí y también la pase sin contratiempos, cuando le toco a Freddy, este paso la primera parte bien, la segunda parte ya un poco cansado y la la tercera parte casi al final se le atoro la reata en el pie y fallo en la prueba, le tocaba nuevamente manejar la reata, así estuvimos jugando una hora más, hasta que decidimos hacer más difícil la prueba, ahora repetiríamos las diez repeticiones con los dos pies, con uno y luego con el otro pero ahora seria los tres jugadores al mismo tiempo, así que se reduciría el espacio para brincar, entramos los tres al mismo tiempo y después de unos cinco minutos en que nadie perdía, le dije a Freddy que le diera más rápido a la cuerda, a los dos minutos caía Nino al atorársele la reata en un brazo, Thelma y yo empezamos nuevamente, entramos los dos al mismo tiempo y estuvimos otro buen rato brincando, nadie fallaba y por supuesto nadie quería perder, después de unos diez minutos ya estábamos exhaustos los dos y yo intencionalmente pise la reata y perdí para que Thelma ganara la competencia, mientras descansábamos me fije en Thelma, era una chiquilla muy agraciada, era hermosa en realidad, de cabello negro y abundante, una cara como de muñeca y además siempre olía a perfume, la verdad es que su familia también era de las acomodadas del pueblo. A mí en lo personal Thelma me parecía una niña muy bonita, ya lo habíamos platicado Nino y yo en alguna ocasión y los dos coincidimos en ello; siempre que la veía me sentía más contento de lo normal y me encantaba cuando jugábamos juntos, siempre trataba de hacer cosas que le agradaran, nunca habíamos jugado solos y creo que si algún día lo hacíamos yo me iba a sentir cohibido o chiveado de estar jugando los dos solos, ahí me di cuenta que Thelma me gustaba, era la primera vez que me daba cuenta que mi pequeño corazón de niño de seis años sentía algo bonito por alguien, ella era una niña adorable; en fin por el momento seguiríamos jugando, ahora lo haríamos al bebe leche, Nino y yo ya teníamos nuestras tejas para tirar, Thelma y Freddy escogieron las suyas, las tejas podían ser del material que cada quien quisiera podía ser una piedra, un pedazo de madera, de plástico, de cartón, una moneda, una medalla lo que cada quien quisiera, mi teja era una rajuela de piedra que había traído de la pastoría, era mi favorita, Nino tenia también una piedra de rio delgadita sin llegar a ser rajuela, Thelma saco una moneda de a veinte centavos de su bolsa y Freddy iba a tirar con un pedazo de vidrio verde que había encontrado en el mismo corral, nos estuvimos divirtiendo por espacio de una hora más, hasta que mi madre nos gritó desde la entrada de la casa para que fuéramos a comer, Nino se quedó a comer como en otras ocasiones pero Thelma y Freddy se despidieron ya era un poco tarde y comerían en su casa, les dijimos adiós y los invite para el día de mañana a ver si los dejaban ir a la presa con Nino y conmigo, quedaron de avisarnos y partieron con rumbo a su casa que estaba a menos de una cuadra, Nino y yo nos dirigimos a la cocina donde nos aguardaban mi madre y mis hermanas, comimos con buen apetito y sin ningún acontecimiento digno de contar, terminamos de comer le dimos las gracias a mi madre y nos dirigimos al corral a recoger nuestras cosas para guardarlas, llegamos al cuarto y mientras guardaba las cosas en mi cajón , le dije a Nino, ¿como ves si mañana vamos a la presa a pescar?, pídele permiso a tu mama y mañana en la mañana nos vemos, acuérdate que también invite a Thelma y a Freddy, Nino prometió que le iba a pedir permiso a su mama llegando a su casa y se despidió, nuevamente se nos había hecho tarde casi sin darnos cuenta, lo acompañe hasta la puerta y salió con rumbo a su casa, me dijo adiós a la distancia con la mano, correspondí a su gesto y me metí a la casa, me fui al cuarto y me quede recostado en la cama un buen rato, pensando en ella, era la niña más linda de las que conocía en el pueblo y pensé cuando estemos más grandes le voy a decir que si quiere ser mi novia y yo mismo me sorprendí pensando estas cosas, como sabía que un hombre y una mujer se hacen novios?, nadie me había dicho eso, probablemente yo lo intuía por lo visto y aprendido en casa, en la escuela y en el pueblo en general, en fin me levante de la cama y me dedique a poner en orden el cajón donde guardaba mis cosas, haciendo estas cosas me sorprendió la noche, me sentía a gusto pero a la vez también me sentía inquieto, me sentía nostálgico y quizá hasta un poco triste, ¿porque?, no lo sabía solo lo sentía a pesar de mi corta edad siempre había sido muy listo, muy avispado, muy aguzado, por más que le di vueltas al asunto no pude identificar el porque me sentía así; imagínense si me sentía así solo de pensar en ella, ¿cómo me hubiera sentido si hubiera llegado a pasar algo más entre nosotros?, en fin más adelante conocería más personas que también me tocarían el alma, pero esto lo contare en su tiempo, por el momento estoy como estoy y me siento como me siento, estoy imposibilitado para cambiar las cosas ya que solo me toca vivirlas, estaba en estas profundas reflexiones cuando mi madre las interrumpió para decirnos a mis hermanas y a mí que nos fuéramos a cenar, como no hacía mucho tiempo que habíamos comido no tenía hambre así que solo cenamos un vaso de atole de maicena y un pan francés y aproveche para decirle a mi madre acerca de la piedra verde que había encontrado en la pastoría cuando estuve allá, le dije que mi padre y yo pensábamos que podía ser una Esmeralda y que si era así valía mucho dinero, también le pregunte que cuando podíamos ir a Victoria, Victoria era la cabecera municipal a la que pertenecía mi pueblo Antonio Amaro y era el único lugar que yo conocía donde había algún banco en el cual podíamos ir a evaluar la piedra que me había encontrado, mi madre me dijo que hasta que mi padre regresara de la pastoría iríamos, yo ya me había hecho muchas ilusiones si podíamos vender aquella piedra, claro si resultaba que en realidad era una Esmeralda, quería que compráramos rora y zapatos para toda la familia y un sombrero y unas botas para mi, siempre había querido tener uno y hasta el momento no se había podido, debo decirles que nueve de cada diez hombres usan sombrero en mi pueblo incluyendo a los niños y una que otra niña, entonces por imitación al ver que mi padre traía sombrero que mi hermano mayor traía sombrero, yo quería traer sombrero y también quería traer botas, todo esto era casi un sueño, una utopía por las condiciones económicas que tenía mi familia, así que en esta ocasión si la piedra resultaba ser una Esmeralda, lo podríamos hacer y quizá hasta tener alguna que otra cosas también. Con estos pensamientos nos fuimos a la cama a dormir, ya era hora, mi madre me persigno como lo hacía con todos mis hermanos todas las noches, y nos dormimos, mi sueño aunque reparador no fue todo lo tranquilo que hubiera deseado, estuve soñando que en medio de una tormenta en la pastoría, perdía la piedra verde y que esta si era en verdad una Esmeralda, me lanzaba desesperadamente a recuperarla entre arroyos de agua que se habían formado con el agua de la tormenta, la corriente llevaba plantas, piedras y troncos de árboles, lograba recuperar la posesión de la piedra pero antes de guardarla en un lugar seguro chocaba conmigo un tronco de árbol y hacia que nuevamente la piedra se me fuera de las manos, incansable nuevamente me lanzaba por ella, nadando y a veces buceando entre el agua rebotada del arroyo y lograba nuevamente hacerme con la piedra y agitado y casi a punto del desmayo lograba salir del arroyo, volteaba a ver la piedra en mi mano y está por arte de magia se había convertido en una piedra de rio común y corriente, entonces desesperado gritaba ¡¡¡Noooooooooo!!! Mientras arrojaba lejos de mí la famosa piedra, en eso desperté agitado y sudoroso, ya estaba yo solo en el cuarto, mi madre y mis hermanas ya se habían levantado, de hecho ya entraba por la ventana un rayo del sol, ya deberían de ser cerca de las ocho de la mañana.
Me levante ágilmente de la cama, me vestí, fui a la cocina por un vaso de agua y me enjuague la boca, estaba listo para iniciar el día, almorzamos con mucho ánimo y buena actitud, cuando terminamos le dije a mi madre que si me dejaba ir a la presa con Nino, Freddy y Thelma, mi madre dijo que me dejaría ir solo si una de mis hermanas mayores nos acompañaba, le dijo a Mary que si nos llevaba y esta dijo que si, a ella también le gustaba salir a pasear cuando se podía, enseguida le dije a mi madre que iba a ir a la casa de Nino y Freddy para ver si ya estaban listos, me dio su venia y salí de la casa, para dirigirme a la casa de Nino en primer lugar, me dijo que si lo habían dejado ir, su mama me pregunto que quien nos iba a llevar, le dije que mi hermana Mary y ella dijo que mandaría a Romy a cuidar a Nino, este saco una mochila donde llevaba cuerdas y anzuelos para que pudiéramos pescar después de jugar y retozar una rato, salimos de la casa de Nino con su hermana Romy y pasamos a la casa de Freddy, tocamos , este salió pero solo para decirnos que a ellos no los habían dejado ir que ya sería en otra ocasión, nos despedimos de ellos y no pude sentirme decepcionado, no iba a poder ver a Thelma, mi Amor secreto, ni hablar ya sería en otra ocasión, regresamos a mi casa solo para sacar mi mochila donde llevaba algunas cosas y juguetes y pasar por mi hermana Mary que era quien nos iba a acompañar, mi hermana y la hermana de Nino eran amigas, así que desde que nos despedimos de mi madre y partimos hacia la presa hicieron un aparte y empezaron a platicar, Nino y yo hicimos lo mismo, la presa estaba relativamente cerca del pueblo, eran alrededor de unos tres kilómetros los que teníamos que recorrer para llegar a ella, cuando llegamos algo cansador nos sentamos un rato arriba del Calicantre para descansar un poco, una vez que nos recuperamos nos pusimos de acuerdo sobre de qué lado de la presa íbamos a estar, decidimos irnos hasta el lado opuesto de por dónde habíamos llegado, ya que de ese lado había más zacatito, o pastito y de este lado había más zoquete o lodo porque de este lado mucha gente del pueblo hacia adobes, así que nos dispusimos a cruzar caminando por arriba del Calicantre, este no era más ancho que un metro y medio y tenía dos torres construidas encima del Calicantre separadas entre si como cincuenta metros, así que tuvimos que caminar alrededor de ciento cincuenta metros para llegar al otro lado, todo era algarabía, ya que en la presa había muchos patos, garzas, peces y del otro lado de la pared de la presa había muchos árboles y se escuchaban los trinos de los pájaros, halcones, águilas, cuervos y demás aves que poblaban los arboles a esa hora, además el ruido de los demás animales que habitaban el lugar, al fin llegamos a la otra orilla y nos anduvimos caminando un rato en parejas, Nino y yo y nuestras hermanas aparte, después de un rato de andar caminando por los alrededores Nino y yo decidimos jugar a arrojar rajuelas de piedra a la presa para hacer patitos, el que hiciera más patito con una sola rajuela ganaba, también yo era muy trucha para hacer estos patitos así que sin esfuerzo le gane a Nino, mientras nuestras hermanas seguían platicando sentadas arriba del Calicantre, Nino y yo empezamos a buscar unas buenas varas para hacer las cañas de pescar, Nino traía además el hilo y los anzuelos, el hilo era plástico bastante fuerte; cada quien encontró la vara, le puso el hilo y el anzuelo a la misma, de cebo íbamos a usar lombrices que podíamos sacar de la tierra que estaba en la orilla de la presa, al levantar las primeras piedras salieron bastantes lombrices que echamos en una bolsa, pusimos el cebo en los anzuelos y para lanzar la caña decidimos que sería mejor desde arriba del Calicantre ya que por la longitud de la cuerda en la orilla no lo podíamos hacer, nos subimos al Calicantre y lanzamos las cañas, después de unos minutos el primer pez que mordió fue en su caña, le costó un poco de trabajo a Nino sacarlo a la superficie, era una carpa de buen tamaño, yo creo que pesaría cerca de dos kilos, en seguida pico el mio, era un bagre, era un buen trofeo de pesca pesaría cerca de los cuatro kilos, los sacamos y los echamos en una rede (bolsa) de asas u orejas que teníamos colgada en un árbol cercano, volvimos a poner el cebo en los anzuelos y de nuevo lanzamos las cañas volvieron a picar casi enseguida y ahora fue a la inversa Nino pesco un bagre parecido al que había pescado yo y yo pesque una carpa también parecida a la que había pescado el, con estos dos ejemplares nos dimos por satisfechos de la pesca, los echamos a la rede y les dijimos a las muchachas que íbamos a cortar garambullos, para esto nos tuvimos que trasladar hasta la otra parte de la presa ya que de este lado no había plantas de garambullo, nos fuimos caminando por la orilla de la presa no sin antes encargar a las muchachas la bolsa y que le fueran caminando para el otro lado por el Calicantre, llegamos a la parte donde había muchas plantas de garambullo y empezamos a recolectar frutos, cada quien en una bolsa de plástico, había muchos garambullos así que pronto llenamos las bolsas mientras caminábamos hacia el inicio del Calicantre para reunirnos con las muchachas que ya hacia un rato que habían llegado, les ofrecimos fruta, agarraron algunos garambullos, y partimos hacia el pueblo, en poco más de media hora llegamos, Nino y su hermana se fueron directos a su casa y mi hermana y yo a la nuestra, llegamos le enseñe a mi madre los pescados que había pescado y me dijo que como queríamos que los cocinara, después de verter varias opiniones los cinco decidimos que la carpa la hiciera para comer ese mismo día en caldo y que el bagre lo haríamos para mañana al mojo de ajo, así que el día de hoy por la noche había que prepararlo para que no se echara a perder, mi madre tomo la carpa y en el lavadero empezó a limpiarla, después la corto en pedazos, la carpa estaba de buen tamaño ya que salieron ocho pedazos aparte de la cabeza, mi madre también corto los pedazos de las verduras que iban a acompañar a la carpa en el caldo y puso este a hervir, al cabo de una hora y media nos avisó que la comida ya estaba lista, nos lavamos las manos, llegamos a la cocina dispuestos a echarnos un buen caldo, este olía delicioso, mi madre nos sirvió en unas cazuelas especiales para este tipo de comida, también había hecho un chile o salsa en molcajete cruda que si picaba un poco pero estaba muy buena, era para que le pusiéramos al caldo, estuvo todo muy rico, al final cuando terminamos de comer mi madre nos sorprendió a todos, cuando saco un sartén que tenía tapado, se había tomado el tiempo de preparar los garambullos, quitándoles el hueso y haciendo una especie de batido con ellos acompañándolos con un poco de azúcar y crema de leche de vaca, el postre estuvo fantástico, exquisito.
Así paso ese día, cuando estaba oscureciendo mi madre una vez más nos llamó a cenar…

Aquí termina el segundo capítulo de este libro llamado Memorias de mi niñez.