David Alfaro Siqueiros
(Chihuahua,
1898 - Cuernavaca, 1974) Pintor mexicano, figura máxima, junto a Diego Rivera y
José Clemente Orozco, del muralismo mexicano. Tributaria de la estética
expresionista y la retórica declamatoria que le exigía su radicalismo político,
su pintura aunó la tradición popular mexicana con las preocupaciones del
surrealismo y el expresionismo europeos.
En 1914, con
apenas dieciséis años, se alistó en el ejército constitucionalista para luchar
por la Revolución, una experiencia que le llevaría a descubrir "las masas
trabajadoras, los obreros, campesinos, artesanos y los indígenas... (y sobre
todo), las enormes tradiciones culturales de nuestro país, particularmente en
lo que se refiere a las extraordinarias civilizaciones precolombinas."
Autorretrato de David
Alfaro Siqueiros
Pero si
importante fue la influencia de este hallazgo en años clave para su formación,
no lo fue menos la huella que dejaron en él los tres años que pasó en Europa,
hacia donde partió en 1919. La suma de ambas experiencias determinó por igual
su pensamiento artístico, que cristalizó en el manifiesto que publicó en
Barcelona en la revista Vida Americana en mayo de 1921, coincidiendo con los
primeros encargos de Vasconcelos.
Sin embargo,
pronto se deterioraron sus relaciones con el gobierno. Su afiliación al Partido
Comunista de México, su decisiva participación en la fundación del Sindicato de
artistas y de su periódico (El Machete), junto a la creciente oposición a la
política oficial manifestada a través de sus artículos, hicieron que dejara de
recibir encargos a partir de 1924 y que, al año siguiente, decidiera dedicarse
exclusivamente a las actividades políticas.
Siqueiros
reiniciaría su trayectoria artística en los años treinta, pero fue la
militancia ideológica la que determinó el rumbo de su vida. En 1930, tras pasar
varios meses en la cárcel por su participación en la manifestación del 1 de
mayo, Siqueiros fue mandado al exilio interior en Taxco. En 1936 volvió a
luchar, esta vez en la guerra civil española, al lado del ejército republicano.
De 1940 a 1944 estuvo desterrado en Chile por su participación en el asesinato
de Trosky y en 1960 fue encarcelado de nuevo acusado de promover la
"disolución social". Cuando salió de la cárcel, cuatro años después,
llevaba consigo las ideas de la que sería su última obra: Marcha de la Humanidad en América
Latina hacia el cosmos.
Para Siqueiros
socialismo revolucionario y modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente
relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no
dependía tan sólo del contenido de sus imágenes sino de la creación de un
equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos. Toda su
vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural
experimental e innovadora.
Detalle del Retrato de la clase media de Siqueiros
Siqueiros
adaptaba sus composiciones a lo que él llamó la "arquitectura
dinámica", basada en la construcción de composiciones en perspectiva
poliangular. Para ello estudiaba cuidadosamente los posibles recorridos de los
futuros espectadores en los lugares que albergarían sus murales y definía así
los puntos focales de la composición. Siqueiros llegó a utilizar una cámara de
cine para reproducir la visión de un espectador en movimiento y ajustar más
eficazmente la composición a esa mirada dinámica.
Su anhelo por
lograr la adecuación entre las técnicas pictóricas y la contemporaneidad
tecnológica le llevó a crear en 1936 un Taller Experimental en Nueva York. Las
prácticas del taller buscaban integrar la arquitectura, la pintura y la
escultura con los métodos y materiales ofrecidos por la industria. Allí se
experimentaba a partir de lo que Siqueiros denominaba "el accidente
pictórico", esto es, la práctica de la improvisación mediante técnicas
como el goteo de pintura y las texturas con arena. Los chorreones y
salpicaduras dejadas caer sobre el lienzo, que luego pasarían a ser
emblemáticas del expresionismo abstracto americano, fueron una práctica gestada
en el taller de Siqueiros, al que asistieron Jackson Pollock y otros jóvenes
que llegarían a formar la primera generación de artistas estadounidenses con un
lenguaje propio.
El mural que
realizó en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas (1939-1940, Ciudad
de México) bajo el título Retrato
de la burguesía, recoge el aprendizaje obtenido tras las investigaciones
efectuadas a lo largo de toda la década de los treinta y constituye una de las
obras murales más significativas del siglo XX. Siqueiros eligió para el mural
la escalera principal del edificio.
La primera
fase del proyecto, para el que contó con un equipo de ayudantes en el que
figuraban artistas tan significativos como Josep Renau, consistió en un
análisis del espacio arquitectónico. El objetivo era adecuar la composición de
modo que las tres paredes y el techo quedaran integrados en una superficie
pictórica continua. Para Siqueiros crear un campo visual dinámico y continuo,
en sintonía con el del espectador que subiera o bajara la escalera, era tan
importante como el tema representado.
Si en Retrato de la burguesía la utilización de la fotografía
documental en el proceso de elaboración dota al mural de un inequívoco espíritu
de contemporaneidad, en Nueva
Democracia (1944, Palacio de
Bellas Artes, Ciudad de México) Siqueiros construye un emblema intemporal del
triunfo de la libertad. Aunque la pintura tenía 16 metros de longitud, para
Siqueiros no era más que "un cuadro grande"; las únicas obras que,
según él, merecían el nombre de murales eran las que se articulaban con la
arquitectura.
La integración de todas las artes, que Siqueiros anheló a lo
largo de toda su vida, pudo hacerse realidad en el proyecto que ocupó sus
últimos años, el Polyforum Cultural Siqueiros (1967-1971, Ciudad de México). El
edificio, concebido por el mismo Siqueiros, posee doce lados totalmente
cubiertos por murales, cada uno con un tema diferente. En el techo abovedado
del piso superior pintó Marcha
de la humanidad en América Latina hacia el cosmos, para cuya contemplación los
observadores se colocan sobre una estructura móvil que gira siguiendo el
sentido narrativo de las imágenes y que permite al espectador
"transitar" por el relato mientras un juego de luz y sonido hace más
vívida la experiencia. Si bien la grandilocuencia del proyecto no alcanzó altos
niveles estéticos, supuso un gran logro como empresa colectiva que aglutinó a
un equipo enorme de técnicos y artistas a los que Siqueiros supo infundir el
gran ideal de un arte tecnológica y socialmente revolucionario.
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