viernes, 17 de enero de 2020

Tesoro

Corría el año de 1970, en la región de los llanos del estado de Durango para ser más específicos y exactos vivíamos en el pueblo de Villa Antonio Amaro, municipio de Guadalupe Victoria que es la cabecera municipal.
En aquellos días bien me acuerdo aún se manejaban las monedas antiguas, de las que me acuerdo eran las de a centavo, de a cinco centavos, de a diez centavos, de a veinte centavos, todas las anteriores hechas de cobre y luego ya venían las de a cincuenta centavos y de a peso que eran por lo menos la de a peso era ley 0.720 de plata, esto quería decir que del peso total en gramos de la moneda el 72% del material era plata y el resto era de otro material, supongo que era Níquel, lo interesante es que todas estas monedas eran de curso legal, eran las que circulaban libremente en ese tiempo.
También es cierto que es estos pueblitos en aquellos tiempos la gente aún no confiaba mucho en los bancos y de hecho había que ir a las ciudades grandes porque en los pueblitos en aquellos tiempos ni soñando podía haber bancos, así que la gente lo que hacía con su dinero era guardarlo ya fuera en cajas fuertes, en arcones, en petaquillas (especie de maletas), en cajones e incluso debajo de los colchones como rezan tantas leyendas, aunque también había gente que lo que hacía con su dinero, sobre todo con el dinero en monedas era enterrarlo ya fuera en alguna parte de su casa, de su corral o fuera de sus dominios, en algún cerro, al pie de un árbol o cerca de una roca que le ayudara a recordar lo más fácilmente el lugar del enterramiento, si no iba a ser tan fácil de recordar entonces había gente que hacia un croquis o mapa de la ubicación del enterramiento del dinero con instrucciones para poder localizarlo y recuperar-lo cuando fuera menester, aunque se dieron muchos casos en que después de haber enterrado el dinero por alguna razón no avisaron a sus familiares y solo ellos sabían de este dinero y algunos murieron sin recuperar el dinero, hubo algunos otros que perdieron la memoria o sufrían de Alzheimer y olvidaron que habían enterrado el dinero u olvidaron el lugar en el que lo habían enterrado y estamos hablando de que el monto de lo enterrado no era unas cuantas moneditas, estamos hablando de tinas, tinajas o cajones llenos de monedas, los enterramientos de aquellos tiempos que menos monedas contenían eran de alrededor de quinientas monedas, estas podían ser por lo menos de pesos de plata, pero también los había que eran pesos del sol, que eran más antiguos y además el material del que estaban hechos era de oro, también había de monedas de a cincuenta pesos o de a cien pesos de centenarios que eran unas monedas conmemorativas que el gobierno había sacado para conmemorar los primeros cien años de la independencia o de la revolución de México, estas monedas también estaban hechas de oro macizo, en aquellos tiempos el valor de estas monedas no iba más allá que el valor nominal de estas pero en la actualidad una moneda de a cien pesos centenario valor arriba de veinte mil pesos cada una, así que si estamos hablando de una tinaja con quinientas de estas monedas en la actualidad estamos hablando de un tesoro valuado en poco más de cien millones de pesos actuales, si alguien de encontrara un tesoro de esa magnitud ya no tendría que volverá trabajar por el resto de su vida y tendría una vida con todos los lujos posibles él y toda su familia, pues así están las cosas con esto de los tesoros enterrados, hasta el momento estamos hablando solo de tesoros de monedas pero también había gente que enterraba no solo sus monedas, también lo hacía con sus joyas de metales preciosos, llámense joyas de playa, de oro, de platino, con piedras preciosas incrustadas como esmeraldas, rubíes, ópalos, circonias, zafiros, e incluso brillantes o diamantes, joyas que podían valer mucho dinero más que las mismas monedas enterradas, en este relato voy a contarles como un hombre tuvo la oportunidad de hacerse inmensamente rico encontrando uno de estos tesoros enterrados.
Juan era el nombre de este hombre que vivía en el pueblo de Villa Antonio Amaro, era de extracción humilde, formaba parte de la fuerza de trabajo del pueblo, era peón en una de las haciendas que había en los al rededores del pueblo, era una persona que no tenía posesiones, no tenía tierras para sembrar, no tenía animales para el trabajo, mucho menos para montar, su casa eran solo dos cuartos, en uno de ellos dormían él y su esposa y el otro les servía como cocina, no tenían sala, no tenían baño, tanto las paredes como el piso eran de adobe y tierra apisonada y para el colmo de la pobreza la casa no era propiedad de ellos, esta era prestada, ellos solo la cuidaban mientras vivían en ella, el panorama era realmente deprimente, Juan apenas ganaba lo suficiente para sobrevivir, apenas les alcanzaba para comer frijolitos, sopa y tortillas, era muy difícil que de vez en cuando comieran carne casi siempre de pollo porque a veces mataban una gallina y ponían un caldito en la lumbre pero con esto tendrían menos huevos que era lo que más comían en aquella casa en esos tiempos, su ropa toda era ropa vieja que la mayoría de las veces les regalaban los vecinos ya usada y que conforme el tiempo pasaba iba siendo parchada y remendada para poder seguir usándola, ambos usaban huaraches de llanta porque tener zapatos en aquellas condiciones era poco más que imposible, Juan trabajaba de sol a sol en las labores del campo, sembraba, escardaba, asegundaba, deshierbaba, cosechaba cuando llegaba el tiempo y todo el esfuerzo y trabajo que el desempeñaba era recompensado con un miserable sueldo de tres pesos diarios por una jornada de doce horas o más diarias, la única ventaja es que las tierras en las que trabajaba estaban a las afueras del pueblo y podía ir y venir todos los días, había peones que trabajaban en tierras que estaban en el huérfano (lugar donde hay tierras para sembrar) y en la pastoría )otro lugar donde hay tierras para sembrar)estos dos lugares más distantes del pueblo a dos y cuatro horas del pueblo a caballo respectivamente los peones que trabajaban en esas tierras se tenían que quedar a dormir allá y venían cada ocho o cada quince días al pueblo, entonces Juan era de los tenían la suerte de trabajar cerca y todas las noches podía dormir en su casita con su esposa.
Un día después de laborar más de doce horas en las labores del campo Juan iba regresando a su casa, tenía que pasar por un costado del panteón municipal del pueblo, ya era un poco tarde, ya estaba oscuro, de hecho ya era de noche, cuando Juan iba como a la mitad del panteón, empezó a escuchar unos ruidos como de algo que se arrastraba por el suelo, mientras más caminaba Juan más se escuchaban los ruidos, de pronto Juan vio una sombra como a unos cincuenta metros de el en la parte de enfrente, la sombra media más de dos metros de altura y era gruesa como el cuerpo de un hombre adulto, Juan camino hacia un lado para evitar a la sombra pero esta hiso lo mismo y quedo nuevamente frente a él, Juan avanzo otros veinte metros más de frente, la sombra crecía mas cuanto más se acercaba Juan a ella, cuando ya estaba a diez metros de él, Juan pudo ver que se trataba de una enorme serpiente, tan gruesa como una anaconda o una boa, la cual brillaba como si fuera metálica, los ojos le brillaban como dos brasas del mismo infierno y la lengua brillaba en color oro pulido, Juan se quedó paralizado de pies a cabeza, el poco valor que tenía hasta ese momento se esfumo, el terror se apodero de él y empezó a temblar. La serpiente se empezó a balancear de lado a lado obstruyéndole totalmente el camino, Juan empezó a sudar copiosamente, era un sudor frio característico de cuando se tiene miedo, armándose de valor Juan se agacho y agarro una pequeña piedra no más grande que el puño de una de sus manos, dispuesto a enfrentar a aquel colosal animal, sus manos le temblaban y además estaban todas sudadas, apretó la mano en la que tenía la piedra y se dispuso a lanzársela con toda la fuerza de que era capaz en esos momentos, afianzo las dos piernas en el suelo y lanzo la piedra, en ese momento estuvo a punto de caer al resbalar uno de sus pies en el suelo pedregoso, el lanzamiento de la piedra no salió ni con toda la fuerza de que era capaz y tampoco con la dirección correcta, pego en el suelo como a tres metros de la serpiente y rodó y rodó hasta llegar con el último impulso y apenas rosar la base de la serpiente, en ese momento se escuchó el tronar de un rayo en el quieto y oscuro cielo y se vio el resplandor del mismo, al unísono la serpiente se vino abajo con un gran ruido metálico como cuando avientas una gran cantidad de monedas al suelo y allí quedo la serpiente deshecha en un montón de relucientes y brillantes monedas, y en una gran nube de polvo ocasionada por la misma caída de las monedas pero el miedo aún era grande y Juan no se movió del lugar en el que se encontraba parecía estar clavado al suelo, después de un rato cuando ya la nube de polvo había desaparecido Juan hiso el intento de moverse, dio un paso hacia atrás y en seguida dio el otro paso, al fin se había podido mover de ese lugar, pero lo hiso caminando hacia atrás, estuvo a punto de salir corriendo del lugar con rumbo a las labores de donde venía, se detuvo, sabía que tenía que seguir caminando hacia el pueblo pero el montón de monedas se interponía y para seguir avanzando tenía que pasar por ese montón de monedas que parecía que se movían una vez más, pero no, en realidad no se movían era solo su imaginación dominada por el miedo que aun sentía, después de un buen rato de estar pensando como animarse a cruzar, dándose valor empezó a caminar , cuando llego a la altura del montón de monedas la curiosidad pudo más que el miedo que sentía, lentamente se agacho y de la orilla del montón tomo las monedas que pudo agarrar con una de sus manos, en seguida sintió que los pelos de la nuca se le erizaron, que alguien lo jalaba hacia atrás y el sudor frio volvió a perlar su frente, se metió las monedas a la bolsa del pantalón y echo a correr desesperada mente hacia las primeras casas del pueblo, una vez que entro a la primer calle trato de controlarse y tranquilizarse, las luces de las velas y aparatos en las casas lo fueron tranquilizando y poco a poco fue pasando el miedo que lo había dominado hacia un rato, siguió caminando hacia su casa que estaba en la otra orilla del pueblo, mientras lo hacía, llego a pensar que todo había sido un sueño o más bien una terrible pesadilla, en varias ocasiones se tocó la bolsa del pantalón y al sentir los objetos adentro de la misma se estremeció, había sido real todo lo que había visto y sentido, cuando llego a su casa, su esposa ya lo estaba esperando intranquila, nunca se había tardado tanto en llegar ya era casi la media noche, se había pasado más de tres horas frente al panteón donde se le había aparecido la serpiente, el tiempo que había pasado en aquel lugar se le había hecho eterno pero nunca se imaginó que hubiera pasado tanto tiempo allí, mientras le contaba a su esposa el suceso, esta le dio de cenar, en esta ocasión solo había frijoles y unas cuantas tortillas ya un poco duras porque eran de hacía tres días, cuando termino de cenar su esposa le dijo que si le enseñaba lo que traía en la bolsa del pantalón, Juan se negó rotundamente le dijo que las verían cuando amaneciera aprovechando que era Domingo y no iba a ir a trabajar, normalmente los días Domingos no se trabajaba en el pueblo, se prepararon para irse a dormir, era una noche especialmente fría, su cama era fría también, las cobijas de igual manera, dormirían con la ropa puesta, no era la primer noche que lo hacían, en los pueblos con este tipo de climas mucha gente humilde lo hace, en fin se fueron a la cama, tardaron un buen rato en conciliar el sueño por los sucesos que había vivido Juan, al fin se quedaron dormidos y en sueños Juan se veía enfrente de la serpiente y esta le hablaba y le decía que aquel tesoro era para él, que no tuviera miedo, que se acercara que en cuanto la tocara esta se iba a deshacer en cientos o quizá miles de monedas, el miedo dominaba a Juan y este se alejaba de la serpiente, corría y corría entraba al pueblo y seguía corriendo, hasta llegar a la puerta de entrada a su casa, cuando abría la puerta de la misma, ahí estaba su esposa esperándolo con los brazos abiertos pero oh sorpresa cuando entro y la vio bien, esta era la serpiente que lo quería abrazar, dando un alarido de terror Juan despertó bañado en sudor y con su esposa a un lado asustada por el alarido de él, se despabilaron y se levantaron, mientras ella preparaba el desayuno Juan saco las monedas de la bolsa del pantalón, eran seis monedas de gran tamaño eran del tamaño de los pesos de plata ley 0.720 pero no eran de playa, eran doradas, muy brillantes como si estuvieran nueve-citas, eran de a cincuenta pesos, al parecer eran centenarios, si esto era verdad era un gran hallazgo para Juan y su esposa, nunca en su vida habían siquiera visto una de aquellas monedas, pero intuían que podían ser muy valiosas, le dieron gracias a Dios por el hallazgo, cuando terminaron de almorzar Juan de dijo a su esposa que quería regresar al lugar de los hechos para ver si estaban el resto de monedas en el lugar, le pidió a su esposa que lo acompañara, se llevaron dos costales vacíos de esos en los que meten el frijol, salieron de su casa, y avanzaron a través de las calles del pueblo y pronto salieron de el, en menos de media hora se encontraban llegando al panteón municipal, Juan ubico el lugar que estimo que era donde se le había aparecido la gran serpiente, no había nada e el lugar, por lo menos nada de lo que Juan y su esposa buscaban, solo se veían huellas de que algo había estado en ese lugar pero ahora brillaba por su ausencia, no se lo podían creer, aquello había sido real, las monedas en la bolsa del pantalón de Juan daban fe de ello pero físicamente en el lugar de los hechos no había indicios del montón de monedas, Juan se dirigió a su esposa y le dijo: lastima mujer, en ese montón de monedas había por lo menos unas quinientas piezas, nos hubiéramos hecho millonarios, pero bueno, el tesoro me tocaba a mí pero por mi gran miedo ya ves que solo tome las seis monedas que traigo en la bolsa, además como me las iba a llevar si no traía en que cargarlas, hubiera sido imposible cargarlas todas y transportarlas hasta la casa sin que alguien me viera, de cualquier manera con estas seis monedas no nos vamos a hacer ricos pero nos iban a servir de mucho, Juan y su esposa dieron vuelta y empezaron a caminar hacia el pueblo de regreso a su casa, aún era buena hora para ir a Victoria para llevar una de las monedas y preguntar si me la podían cambiar en una casa de cambio porque banco solo hasta el día Lunes, rápidamente llegamos hasta la casa y tomamos el poco dinero que nos quedaba para pagar los pasajes, alcanzamos al autobús que hacia los viajes entre el pueblo y Victoria, nos subimos, alcanzamos un asiento vacío, el viaje duro casi una hora, la distancia era de casi 35 kilómetros pero los caminos no permitían ir a una velocidad alta, llegamos a Victoria sin inconvenientes, nos dirigimos a la casa de cambio, cuando nos tocó nuestro turno y nos estaba atendiendo la señorita, saque la moneda de la bolsa de mi pantalón y se la mostré, ella la tomo y la miro atentamente, le dio varias vueltas y después de analizarla concienzudamente nos dijo: de dónde sacaron esta moneda, mi esposa y yo intercambiamos una mirada y yo le dije que me la había encontrado en la labor donde trabajo, la señorita volvió a checar la moneda y en seguida nos dijo muy seria, esta moneda es un centenario de cincuenta pesos, la moneda es de oro y es muy valiosa, no solo vale los cincuenta pesos que dice valer, al ser de oro vale más que eso, de hecho yo se las podía comprar o cambiar por setecientos cincuenta pesos, esa cantidad de dinero se les antojó imposible siquiera de imaginar, la cantidad más grande de dinero que Juan había tenido en sus manos, habían sido cincuenta pesos una vez que había vendido unos costales de frijol, después de la pepena el año pasado, esos cincuenta pesos les habían durado casi medio año tratando de no gastar mucho y usándolo solo para el gasto de la casa, la voz de la señorita reclamando la atención de Juan y su esposa lo saco de estas cavilaciones, van a querer que les cambie la moneda o no? Si señorita por favor cámbienosla por favor, pero es mucho dinero para llevarlo en las bolsas del pantalón, no se preocupe señor yo le voy a dar una bolsa en la que se lo pueden llevar, ¿entonces se la cambio? Si señorita por favor.
Cuando salimos de la casa de cambio iban realmente nerviosos tanto Juan como su esposa, el plan cuando salieron del pueblo era pasar a comprar un poco de mandado y pasar a comer al mercado, pero como se estaban dando las cosas y con tanto dinero encima se fueron directamente a la parada del autobús, la bolsa parecía que le pesaba una tonelada a Juan, se irían de regreso en el primer autobús que saliera hacia el pueblo, corrieron con suerte ya que estaba a punto de salir el primer autobús, lo abordaron sin dilación, aun se notaban muy excitados por todo el dinero que cargaban en la bolsa que traía colgando de su mano Juan, se sentaron en uno de los asientos y empezó a caminar el autobús, el viaje de regreso se les antojo larguísimo, en cuanto entraron al pueblo se bajaron en la primer calle, preferían irse caminando atravesándolo, además como la iglesia les quedaba de paso iban a entrar a hacer una oración de agradecimiento por tan buena suerte que había tenido Juan, cuando llegaron a la altura de la iglesia se dirigieron adentro, no había misa en esos momentos, la iglesia estaba casi vacía, entraron y se dirigieron hasta las primeras bancas enfrente del atrio, se arrodillaron y rezaron lo poco que sabían, pasaron como diez minutos en estas posiciones, en seguida se persignaron y salieron de la iglesia, ambos se sentían más tranquilos, la bolsa ya no le pesaba tanto a Juan como al principio, al fin llegaron a su casa, entraron, se dirigieron a su cuarto, se dejaron caer en la dura cama, descansando por un momento y dejaron salir todo el estrés que habían cargado sobre sus hombros desde que habían salido de la casa de cambio, Juan se levantó y dirigiendo la mirada hacia su esposa le dijo, te das cuenta Sofía, te das cuenta? Somos ricos, no tan ricos como si me hubiera traído todas las monedas que me había encontrado pero con esas cuantas que si lo hice vamos a resolver casi todos nuestros problemas económicos que tenemos en este momento y jalándola la levanto de la cama y empezaron a brincar y a gritar de felicidad, sacaron los fajos de billetes de la bolsa y los empezaron a aventar hacia arriba, así pasaron algunos minutos y cuando la euforia paso y la cordura regreso a sus mentes y cuerpos, se sentaron nuevamente checaron los fajos de billetes que les habían puesto en la bolsa, había seis fajos de billetes, uno de a cinco pesos y los otros cinco fajos de billetes de a peso, todos eran de a cien billetes cada uno, el gran total era de setecientos cincuenta pesos del águila, ni Juan ni Sofía se habían imaginado que podían llegar a tener tanto dinero junto en su vida, con ese dinero que habían cambiado casi se podían mantener todo un año sin que Juan tuviera que ir a trabajar, claro que esto era solo un ejemplo ya que Juan no dejaría de trabajar por nada del mundo por lo menos no es este momento, quizá más adelante, dependiendo de cómo pudieran invertir o supieran invertir el dinero que poco a poco irían cambiando por las monedas, por lo pronto tenían que saber y estar seguros que podían hacer con este dinero, ya con dinero podían comprar un terreno, hacer una casa o comprar esa casa donde estaban viviendo y hacerle los arreglos que fueran necesarios o comprarse otra casa, había que checar precios sin levantar sospechas, hacer preguntas sin atraer miradas extrañas, un día después Juan se levantó muy temprano como lo hacía todos los días, se fue a trabajar, cuando ya estaba laborando le toco la suerte de que el patrón se presentó en el lugar de trabajo y Juan tuvo la oportunidad de platicar con él y tratando de no darle mucha importancia le hiso varias preguntas como cuanto costaba una casa, cuanto costaban los caballos, las vacas, las borregas, las chivas y las gallinas, así se pudo enterar que las casas ahí en el pueblo podían costar entre quinientos pesos las más humildes y mil quinientos pesos las más grandes y bonitas, los caballos y las vacas podían llegar a costar hasta cincuenta pesos y las borregas y las chivas podían llegar a costar hasta veinte pesos por ultimo las gallinas podían costar treinta pesos por una docena, después de platicar con su patrón Juan se quedó más tranquilo y ahora ya tenía una idea de lo que podía hacer con el dinero que podía obtener con las monedas encontradas, ese día cuando salió, prácticamente voló hasta su casa y le contó a Sofía todo lo que había platicado con su patrón y entre los dos se pusieron a hacer planes, primero les gustaría hacerse con una casita aunque fuera humilde y también les gustaría comprar unos animalitos para poder echar mano de ellos cuando se pusieran difíciles las cosas, más adelante también podían tratar de comprar unas tierras en las que sembrar su propio frijol y maíz y por qué no a lo mejor también les alcanzaría para comprar una traila para llevar y traer los aperos de labranza y también camioneta aunque fuera usada, toda una pléyade de cosas que antes eran un sueño tener, ahora era muy probable que pudieran hacerlo, la cuestión era irse paso a paso para no hacer olas en las tranquilas aguas del pueblo.
Paso una semana más y en sus ratos y día libre Juan empezó a preguntar con los compañeros de trabajo y amigos sobre si sabían de alguien del pueblo que estuviera vendiendo un terreno o una casa, casi en seguida supo que había dos vecinos del pueblo que andaban vendiendo sus casas porque se iban a ir a vivir a otros lados, Juan conocía a las personas que vendían estas propiedades y también conocía las casas, la primera de las casas era humilde no tanto como en la que vivían el y Sofía pero a fin de cuentas humilde, el dueño quería venderla en seiscientos pesos, estaba fincada en un terreno de cuatrocientos metros cuadrados y constaba de dos recamaras, cocina y más de la mitad del terreno era el corral, no tenía baño, estaba bardeada, toda la casa estaba construida en adobe y tenía pisos de cemento, esta casa estaba ubicada en la parte sur del pueblo por la salida hacia el panteón municipal.
La segunda opción para comprar de casa estaba en la parte norte del pueblo, muy cercana a la plaza del mismo, más céntrica que la anterior, era una casa más moderna, el terreno donde estaba asentada era de ochocientos metros cuadrados, el doble de grande que la anterior, la casa constaba de tres recamaras, tenía cocina, sala y baño, todo en la planta baja y ocupaba la friolera de doscientos metros cuadrados, e los pisos en toda la casa eran de loseta acrílica en diferentes diseños además tenía unas pequeñas caballerizas donde cabían hasta diez caballos, ocupaban cien metros cuadrados y el resto era el corral o sea quinientos metros de corral, para poder tener un rebaño de buen tamaño de borregas, chivas, vacas y caballos, el único pero era el precio porque esta casa tenía un precio de mil pesos pero en mi punto de vista los valía uno encima del otro, de hecho en esta segunda casa que era la que más me llenaba el ojo el dueño me la vendía con todo y sus animales que constaban de cinco caballos de buena raza y de silla todos ellos, cinco vacas con tres crías y un semental, un rebaño de cincuenta entre borregas y chivas con un semental de cada una de ellas, y una generosa cantidad de gallinas que pasaba de las cincuenta piezas con varios sementales, por los animales este señor estaba pidiendo mil pesos más, haciendo las cuentas me parecía que era una oferta bastante generosa desde mi punto de vista, pero aún podría sacarle un mejor precio con el dinero en la mano, creo que tenía aun un par de semanas para pensarlo bien mientras cambiaba otras dos monedas pero ahora iríamos a cambiarlas en el banco, en la primera oportunidad que tuviéramos, Juan estaba pensando pedir permiso para faltar al trabajo el próximo Viernes y poder ir a Victoria a hacer el cambio.
Los días pasaron muy rápido y se llegó el Viernes como lo había planeado Juan ese día lo pidió de descanso y Sofía y él se fueron a Victoria en el primer autobús que salió, llegaron sin novedad al pueblo y se dirigieron al banco, los atendió un señor que fue muy atento y cuando le enseñaron las monedas se sorprendió y también el pregunto que como era que ellos las tenían en su poder, Juan le volvió a decir que las había encontrado en una de las labores en las que trabajaba, el señor muy respetuoso no volvió a preguntarles sobre eso y les ofreció pagarles ochocientos cincuenta pesos por cada una, juan y Sofía se voltearon a mirarse y en ese momento supieron que habían perdido cien pesos al cambiar la primer moneda en la casa de cambio pero no dijeron nada, aceptaron que les cambiaran las dos monedas, en esta ocasión les dieron mil setecientos pesos en una bolsa especial que parecía en pequeño costal de arpillera, llevaron a cabo el mismo rito, regresaron al pueblo, pasaron a la iglesia a hacer una oración, llegaron a su casa y guardaron el dinero que les habían cambiado poniéndolo junto con el dinero anterior, ya sumado lo que tenían en este momento eran dos mil cuatrocientos cincuenta pesos, toda una fortuna si tomamos en cuenta que Juan tenía un sueldo semanal que no llegaba a los veinte pesos.
A la siguiente semana Juan solo trabajo tres días de la misma, los demás días los pidió de permiso para arreglar varios asuntos que tenía pendientes, primero fue a ver al dueño de la segunda casa que vendían, hablo con él, le dijo que la casa le interesaba, que le ofrecía mil setecientos cincuenta pesos, al dueño estuvo a punto de soltar la carcajada cuando se lo dijo pero se contuvo, le parecía que Juan estaba bromeando, pero este le dijo que le iban a estar mandando un dinero de Estados Unidos y que así como le estuviera llegando se lo iba a ir llevando hasta completar el precio que le estaba ofreciendo, el dueño acepto dudando mucho que Juan pudiera cumplir con el trato, el trato se cerró con un fuerte apretón de manos.
Juan dejo de trabajar en las labores del campo como peón, ya tenía dinero para poder hacerlo mientras arreglaba los asuntos pendientes, a la semana siguiente le llevo al dueño de la casa ña primer parte del dinero, lo llevaba en efectivo, ese día le entrego quinientos pesos, hicieron un recibo a mano que firmaron los dos de entrega y recibido, a la semana siguiente le llevo otros quinientos pesos, repitieron el mismo proceso de firmar el recibo y a la tercer semana llevo una vez más otros quinientos pesos, ya iban mil quinientos pesos ya solo adeudaba doscientos cincuenta pesos, el dueño de la casa dudo un poco en vendérsela en esa cantidad que habían pactado pero había dado su palabra y siguió adelante, faltaba solo una semana para dar el último pago, el día llego, Juan llevo los doscientos cincuenta pesos, cerraron el trato y el dueño le pidió que le diera una semana para poder sacar todas sus cosas de la casa y entregársela, lo harían el Sábado de la próxima semana, en esta semana Juan y Sofía también la tendrían ocupada tenían que hablar con el dueño de la casita que estaban cuidando para entregársela y así poder cambiarse a la nueva casa, que estaba en muy buenas condiciones no era necesario hacerle ningún cambio, lo que si había que hacer era comprar muebles porque la casa que íbamos a dejar ni los pocos muebles eran nuestros, al día siguiente fuimos nuevamente a Victoria, visitamos varias de las mueblerías y elegimos una recamara, una sala, una cocina, cortinas, persianas, floreros, mesas de centro, cuadros y todo lo necesario para amueblar la nueva casa, por el momento solo una recamara porque aún no teníamos hijos, más adelante amueblaríamos las otras dos recamaras y haríamos otro baño, en todos los muebles que compramos nos gastamos doscientos cincuenta pesos, quedaron de llevarlos a la dirección de la nueva casa el mismo Sábado que nos la iban a entregar, ya llevaban gastados dos mil pesos, les quedaban cuatrocientos cincuenta pesos, esos ya no los iban a gastar por lo pronto, los necesitaban para poder iniciar a vivir de este nuevo modo, seguramente los gastos iban a ser mucho más elevados que antes, ya lo irían aprendiendo conforme pasara el tiempo, en lo que los animales empezaban a producir y a tener crías, también más adelante Juan necesitaba ver lo de las tierras que quería comprar, esperaba encontrar algunas entre las que estaban cerca del pueblo.
Llego el Sábado, el dueño anterior busco a Juan para entregarle las llaves de la casa y la casa misma, con otro fuerte apretón de manos se cumplió en trato, apenas se acababa de ir con su familia cuando llego el camión de la mueblería, traían todos los muebles que habíamos comprado en Victoria, los cargadores empezaron a meter los muebles y Sofía les iba indicando en donde los iban a colocar, cuando terminaron de bajarlos y meterlos se despidieron y nosotros nos quedamos ya en la casa, esta era muy amplia comparada con la casa en la que vivíamos, era una casa grande y muy bonita, después de recorrerla completa, nos salimos al patio, de ahí pasamos a las caballerizas, también estas estaban en muy buenas condiciones, adentro había cinco caballos mansitos, eran caballos de silla o para montar, Sofía y yo los acariciamos para que se fueran familiarizando con nosotros que éramos sus nuevos dueños, salimos al corral, en el mismo había cinco vacas adultas, tres crías y un toso semental, todos eran pintos, al fondo del corral encerradas en otro pequeño corral estaban las borregas y las chivas y del otro lado estaba el gallinero donde descansaban las gallinas que eran un poco más de cincuenta animales, también el corral y las caballerizas eran muy bonitas y bien hechas, la verdad es que habíamos hecho una buena compra, todavía nos faltaba cambiar las últimas tres monedas, con ese dinero ya solo íbamos a comprar una tírala, una camioneta usada y a ver si podíamos comprar unas tierras para sembrar, el resto del dinero planeábamos invertirlo en una cuanta en el banco para que produjera ganancias y para que cuando se necesitara sacáramos un poco y solventáramos los gastos. Rápidamente llego la noche, esa noche no cenamos porque para empezar no teníamos nada que cenar y no quisimos salir a comprar nada a las tiendas, nos acostamos y por primera vez desde que nos habíamos casado Sofía y yo pudimos dormir cómodamente, dormimos de punta a punta, nos despertamos muy temprano, nos íbamos a ir otra vez a Victoria, nos íbamos a llevar las monedas para cambiarlas de una buena vez pero la idea era no regresar al pueblo con el dinero en las manos, íbamos a abrir una cuenta de inversión con parte del dinero que nos quedaba y que ahí en esa misma cuenta nos depositaran el monto por el cambio de las tres monedas, salimos de la casa, cerramos con llave y nos fuimos a la plaza del pueblo que es de donde salía el autobús que iba para Victoria, lo abordamos y parece que solo nos estaban esperando a nosotros para salir hacia el allá, en esta ocasión íbamos mucho más tranquilos, llegamos a Victoria sin novedad, lo primero que hicimos fue dirigirnos al mercado municipal a almorzar, llegamos y pedimos dos órdenes de tacos dorados y dos cazuelas de menudo con tortillas recién hechas a mano y por supuesto acompañado por unas cocas bien frías, disfrutamos como nunca este almuerzo, hacía meses que traíamos antojo de almorzar de esa manera y por falta de dinero no lo habíamos podido hacer, cuando terminamos de almorzar salimos del mercado y nos dirigimos al mismo banco donde nos habían cambiado las dos monedas la vez anterior, nos dirigimos a un escritorio y nos atendió una señorita muy atenta, nos apoyó para abrir una cuenta de inversión, la abrimos con cuatrocientos pesos que aún nos quedaban del dinero anterior, era una buena cantidad de dinero en aquellos tiempos, una vez que hicieron todos los tramites, la cuenta queda abierta como inversión renovable a 30 días, o sea que cada 30 días podían ir a retirar los intereses que eran el equivalente a un doce por ciento anual, o sea por cada cien pesos que tuvieran invertidos ganarían doce pesos, de cuatrocientos pesos al año les iban a dar de ganancia 48 pesos, al final Juan saco las tres monedas que le quedaban y le dijo a la señorita que quería que se las cambiara pero que el dinero no se lo diera que también lo quería invertir en la misma cuenta , hicieron la transacción y al final la cuanta quedo de la manera siguiente: fue un gran total de dos mil novecientos cincuenta pesos, esta cantidad de dinero le iba a dar una ganancia anual de trecientos cincuenta y cuatro pesos, que divididos en los doce meses del año tendrían una ganancia de veintinueve pesos con cincuenta centavos, casi treinta pesos de ganancia cada mes, no era mucho dinero pero les iba a servir de mucho mientras empezaban a ganar dinero con la producción de crías de las vacas, de las borregas, chivas y de las gallinas, con eso podrían mantenerse los primeros meses, una vez que compraran las tierras, con lo que sembraran y cosecharan iba a ser mucho más fácil poder mantenerse ellos y los mismos animales, en estos primeros meses iban a tener muchos huevos, gallinas, carne de borrego y chivo para poder comer, no tenían por qué preocuparse tenían que empezar su nueva vida con buena actitud.
Salieron del banco muy contentos y satisfechos de los que habían podido hacer con esas monedas que se había encontrado Juan, regresaron al pueblo, hasta se les hacía raro caminar hacia el otro lado del pueblo a su nueva casa, llegaron a la casa, entraron y se dirigieron al corral, a un lado de las caballerizas había una especie de bodega, la puerta tenia cerradura y estaba cerrada con llave, Juan busco entre las llaves del llavera que le había entregado el anterior dueño, encontró la llave, abrieron la puerta y entraron, era efectivamente una bodega donde estaban guardadas las provisiones de la casa, había como diez bultos de frijol, otros diez bultos de maíz ya desgranado y había un montón más de maíz en mazorca, también había veinte bultos de alimento para los animales llámense borregas, chivas y también para las gallinas, aprovechamos para sacar el alimento y darles de comer, también sacamos maíz para darles de comer a los caballos y a las vacas, después de hacer esto salimos de la casa y nos fuimos a comprar despensa para la casa, teníamos que traer mandado para todo el mes, en esta ocasión haríamos las compras en las tiendas del mismo pueblo pero para el siguiente mes haríamos las compras en Victoria, compramos carne para hacer un buen caldo de carne de res, sopas por caja, chile seco, chiles verdes, tomates rojos y verdes, cebollas, huevos no porque aunque no habíamos recogido huevos de los nidos de las gallinas, estábamos seguros que por lo menos podíamos recoger unos tres kilos de huevos de estos primeros tres días sin hacerlo.
En este momento Sofía y Juan se sentían completamente felices, solo les hacía falta tener por lo menos un hijo que viniera a redondear su felicidad, era momento de tratar con más animo que Sofía quedara embarazada, ya estábamos en condiciones de poder tener uno dos o tres hijos, ya podíamos mantenerlos sin problemas, mandarlos a la escuela y hacer de ellos unas personas de bien, con la bendición de Dios lo haríamos.
Pasaron los días y cada día que pasaba nos sentíamos más identificados con nuestra nueva vida, dábamos gracias a Dios todos los días por eso, la producción de huevos fue demasiada para que los consumiéramos y empezamos a venderles a los vecinos que no tenían tantas gallinas, en el primer mes nacieron diez borregas y tres chivas más de hembras que ya estaban preñadas cuando las compramos, ya eran más de sesenta y los machos seguían preñando a las hembras que entraban en calor, a este ritmo Juan creía que a vuelta de año íbamos a duplicar el número de borregas y chivas y tendríamos más de cien animales, podríamos vender algunas en caso de que fuera necesario, las crías de las vacas ya estaban de casi un año, ya estaban destetadas, dentro de poco tiempo podrían quedar preñadas nuevamente y eran cinco las vacas que podían hacerlo, y así poco a poco irían aumentando la población de vacunos, de las gallinas mejor ni hablamos había dentro del grupo en este momento cinco gallinas que tenían pollitos pequeños, una docena de pollitos por cada una y había otras tres gallinas echadas para sacar otras tres docenas de pollitos en unas dos semanas, también estas se iban a duplicar en número antes de pasar una año, todo iba viento en popa, estábamos progresando rápidamente, para colmo de felicidad en ese fin del primer mes que pasamos en la casa Sofía me dio la buenísima noticia de que estaba embarazada de nuestro primer hijo, la felicidad fue total. No había una pareja en todo el pueblo que fuera tan feliz como nosotros.
Cuando paso el primer mes fuimos a Victoria a retirar el interés del dinero que teníamos en el banco, eran casi treinta pesos, aunque en realidad no era necesario que sacáramos el dinero para mantenernos porque los animales de la casa ya habían empezado a darnos a ganar dinero por los huevos de las gallinas que vendíamos y a veces también vendíamos un borrego o un chivo, las vacas daban leche y también la vendíamos, de todos estos productos que habíamos empezado a vender podíamos sacar hasta diez pesos diarios libres de gastos, entonces al mes estábamos ganando con estos productos hasta trecientos pesos, con cien de estos pesos cubríamos las necesidades de gasto de la casa y los otros doscientos pesos los íbamos guardando ahí mismo en la casa, a este ritmo íbamos a guardar más dinero nosotros con la venta de los productos que el interés que nos estaba dando el banco, haciendo cuentas dentro de un año tendríamos más de dos mil pesos guardados aquí en la casa más los trecientos cincuenta y cuatro pesos de intereses del banco casi íbamos a poder duplicar el dinero en el banco, decidimos no sacar los intereses en la cuenta del banco, solo pasamos a pedir un estado de cuenta para estar seguros de que el interés fuera el prometido y que estuviera depositado en la misma cuenta, todo estuvo bien, pasamos a comprar algunas cosas entre ellas la despensa, un costal de harina, un costal de azúcar, y otro de minsa, como aun no teníamos camioneta para poder llevarnos la despensa pagamos en la misma tienda para que nos los llevaran al pueblo, quedaron de enviarlo un día después como a medio día, nos regresamos al pueblo en el segundo autobús que salió de Victoria, esa tarde me dieron ganas de montar en uno de los caballos, lo ensille, con una de las sillas que nos había dejado el dueño anterior, me monte en el caballo y empecé a dar vueltas en el mismo corral, no me anime a sacarlo a la calle, eso lo haría en la segunda vez que montara, el caballo era muy mansito y ya estaba familiarizado conmigo, no tuve ningún problema con él, terminando de montarlo, Sofía me aviso que ya estaba lista la comida, en esta ocasión mi mujer había hecho sopas tipo boda con un asado de carne de puerco riquísimas las dos cosas, con tortillas calientitas y por supuesto acompañados de un vaso de coca, todo estuvo de primera, mientras este primer mes había pasado Juan ya había estado viendo algunas tierras que estaban vendiendo, estaban ubicadas cerca del pueblo, como a diez minutos, eran cinco hectáreas, no era mucho pero estaba a un muy buen precio doscientos cincuenta pesos con todo y escrituras, y también una camioneta marca Ford pickup de doble cabina usada pero un muy buenas condiciones esta valía setenta y cinco pesos, los quería comprar sin necesidad de sacar dinero de la cuenta del banco, antes de que terminara el primer año con la ganancia de los productos que vendíamos en la casa lo podríamos hacer, ese era el plan, más adelante ya veríamos.
Ahora que Sofía estaba esperando a nuestro primer hijo, yo tenía que aplicarme para que todo saliera muy bien, con el ritmo que llevábamos, muy pronto íbamos a poder comprar las tierras y la camioneta, siguió pasando el tiempo y al parecer todo iba de menos a más, la cantidad de gallinas aumento como la espuma y la de borregas y chivas también estaba creciendo a grandes pasos, cuando Sofía ya tenía seis meses de embarazo, el número de gallinas ya se había triplicado y las borregas y chivas ya estaba a punto de duplicarse, las cinco vacas ya estaban cargadas y a vuelta de año tendríamos cinco becerros más, ya teníamos ciento veinte pesos guardados para comprar las tierras y la camioneta así que decidí vender un rebaño de borregas a un vecino, era un rebaño de veinticinco borregas con un macho se las iba a vender a quince pesos cada cabeza o sea iba a tener trecientos setenta y cinco pesos más los ciento vente que ya tenía ahorrados iban a ser un total de cuatrocientos noventa u cinco pesos entre las tierras y la camioneta íbamos a gastar trecientos veinticinco pesos o sea que nos iban a sobrar ciento setenta y cinco pesos, suficiente para vivir sin problemas hasta que Sofía diera a luz a nuestro hijo, y en ese tiempo que faltaba si seguíamos vendiendo los productos de los animales tendríamos otros sesenta o setenta pesos, no íbamos a sufrir de carencias por lo menos tendríamos para costear el alumbramiento de nuestro hijo, después ya veríamos como iban pasando las cosas.



Fin del relato.

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