miércoles, 19 de octubre de 2011

La Conquista de Mexico.


La Conquista de México

1. Primeras Expediciones
La vida en el territorio de Mesoamérica seguía en curso. El poderoso señorío mexica extendía su influencia a un gran espacio y sobre numerosos pueblos, entre ellos los que habitaban las tierras del Veracruz de hoy. Desde allá lejos, en Europaallende el Atlántico la gente se lanzaba a investigar las nuevas rutas marítimas, en busca de materiales tan preciados como seda, oro, marfil, porcelana y especias. A partir de 1492, comenzaron a ser exploradas las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal Colón.
La primera expedición fue en 1517, Francisco Hernández de Córdoba, con un grupo de españoles, salió de Cuba y arribó a Champotón, en las costas del actual estado de Campeche, descubrió y exploró a la Isla Mujeres y a Cabo Catoche, en la península de Yucatán.
La segunda expedición, en 1518, Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió otra expedición al mando de Juan de Grijalva, quien descubrió y exploró un río que actualmente lleva su nombre: el río Grijalva. Los expedicionarios bordearon la costa y pasaron por los ríos Tonalá y Coatzacoalcos. Al llegar al río Papaloapan, Pedro de Alvarado, uno de los capitanes, navegó por sus aguas y volvió admirado de lo que había visto. La expedición siguió hasta el río Jamapa, junto al poblado de Boca del Río. Allí los esperaban unos emisarios del tlatoani Moctezuma, quien creía que los españoles eran enviados del dios Quetzalcóatl y venían a ocupar el gobierno de México. La expedición continuó al norte; pasó por la isla de Sacrificios, denominada por los indígenas Chalchihuitlapazco, hasta desembarcar en un islote al que llamaron San Juan de Úlua.
Pedro de Alvarado regresó a Cuba con los regalos para el rey de España y Juan de Grijalva siguió explorando la costa de Veracruz. Llegó a Nautla, Tuxpan, la laguna de Tamiahua y río Pánuco, en donde puso fin a su viaje y retornó a Cuba.
En 1518, Diego Velázquez mandó a Hernán Cortés; pero al saber de su posible rebeldía, Velázquez le retiró su aprobación. Aún así Cortés salió en 1519, con la expedición que realizaría la conquista de lo que mas tarde se llamó la Nueva España.
Cuando Hernán Cortés y sus hombres llegaron a la isla de Cozumel; de allí fueron a la Costa de Yucatán. Encontraron a Jerónimo de Aguilar, un soldado español que, junto con un reducido grupo de españoles marineros, habían naufragado en 1511. Ocho años después hablaba maya, por lo que les sirvió de intérprete. Siguieron costeando la península de Yucatán. Al llegar al río Grijalva pelearon con los indígenas de la región. Cortés ganó la pelea y luego recibió regalos y esclavos.
En Jueves Santo de la Cena de mil quinientos diez y nueve llegaron con toda la armada al Puerto de San Juan de Úlua. De ahí los españoles se dirigieron hacia la costa de la actual ciudad de Veracruz. Acamparon en la playa en un sitio cercano a lo que hoy es el puerto, en los arenales de Chalchicueyecan. En ese lugar Cortés recibió la primera embajada de Moctezuma Xocoyotzin, gobernador del señorío de Tenochtitlan.
Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. La llamó así porque llegaron el Jueves de la Cena y desembarcaron en Viernes Santo de la Cruz, y rica por aquel caballero que se llegó a Cortés y le dijo que mirase las tierras ricas y que supiese bien gobernar.
Una vez fundada la Villa Rica de la Vera Cruz, Cortés nombró el ayuntamiento, primer órgano político-administrativo. EL mismo s nombró capitán general y justicia mayor; allí escribió la primera de cinco cartas, que mandó al monarca español para justificar su proceder.
La expedición de Cortés es la tercera que envía Diego de Velázquez gobernado de Cuba con fines de exploración y comercio. Tocan tierra en Yucatán. Encuentran a Aguilar, español que ha aprendido la lengua maya. En Campeche obsequian a Cortés a la India Malí sí, que habla nahuatl y maya.
Funda Veracruz, Moctezuma le pide no continuar. Confunde a los emisarios con sus caballos y cañones. Cortes al avanzar hacia el interior, se da cuenta de las fuertes rivalidades entre los indígenas. Al llegar a Tlaxcala derrota a Xicoténcatl y establece una alianza con los tlaxcaltecas.
Avanza por sola y protestando una posible emboscada realiza la matanza de Toluca. Llega a México, Moctezuma lo recibe y le entrega simbólicamente la ciudad, Cortés hace que le muestran los libros de tributos y los mapas de la tierra. Llega a México un mensajero del resguardo de Cortés en Veracruz, le avisa de una expedición capitaneada por Pánfilo Narváez con órdenes de aprehenderlo y regresarlo a Cuba.
Cortés hace prisionero a Moctezuma, deja a Pedro de Alvarado a cargo de la ciudad, sorprende a Narváez y lo derrota. Alvarado permite una celebración religiosa e intenta despojar a los indígenas de sus joyas ceremoniales, desencadena la matanza del templo mayor, y de esta manera se realiza el levantamiento de los mexicas en Tenochtitlan.
Cortés regresa a México en medio de una rebelión de mexicas y se lamenta que estallara la rebelión. Los mexicas mantienen sitiados a los españoles que se han atrincherado en el palacio de Moctezuma. Cortés intenta apaciguar la rebelión utilizando a Moctezuma pero los tenochcas se sienten traicionados por su emperador y esto culmina en el asesinato de Moctezuma.
Los españoles son superados por los mexicas Cortés huye por medio de puentes portátiles, pierde mucha gente y casi todo el botín "es la derrota, la noche triste". Cortés se refugia en Tlaxcala durante el camino es atacado por grupos indígenas logra derrotar a algunos en Otumba. Los mexicas se dedican a reconstruir la ciudad no creen que los españoles regresen.
Estalla una peste de viruela en la ciudad, traída por un negro de la expedición de Narváez. Muere por la peste Cuitlahuac sucesor de Moctezuma.
La peste a diezmado a la población y los españoles vuelven sobre la ciudad, Cortés corta los abastecimientos y establece alianzas entre los pueblos contra los mexicas. Al mismo tiempo que avanza el cerco de Cortés, se suceden riñas internas entre la clase dominante, y son asesinados todos los príncipes y los hijos de Moctezuma. Cortés, fuertemente apertrechado arrasada la ciudad.
Los mexicas están desmoralizados, "donde están nuestros príncipes", "quién es el que nos inspira valor". Los tenochcas que aún quedan hacen base en Tlatelolco y se enfrentan a los españoles, hacen cautivos a algunos españoles y varios indígenas aliados de los mismos y los sacrifican frente al ejército de Cortés.
El hambre azota la ciudad, mientras que los españoles y sus aliados forman un numeroso ejército. Perece Tlatelolcatl uno de los últimos jefes mexicas, la rebelión comienza extinguirse. Capturan a Cuaúhtemoc último emperador mexicas el día 13 de agosto de 1521, con lo que el episodio de la conquista de México Tenochtitlan llega a su fin.
La Ganadería
Los problemas técnicos y humanos que afrontó la agricultura no se presentaron en y desarrollo de la ganadería. En el campo de la riqueza ecuatorial la cultura indígena no ofreció a los conquistadores ninguna especie de ganado. La introducción inicial de las diversas especies de ganados en cantidades reducidos por las dificultades de transporte se transformó en una fabulosa población animal. Los reales de minas utilizaron la ganadería como fuerza motriz, de carga y fuente básica de alimentación. Los mayores problemas suscitados por la ganadería derivaron de su progresivo aumento.
El ganado caballar fue el primero en hacerse presentes como cabalgadura. Algunos nobles y caciques indígenas alcanzaron el privilegio de poseer caballo, distinción que por ley se les restringió más tarde. La rápida multiplicación del ganado caballar redujo su precio y hasta los españoles y mestizos pobres dispusieron de caballo.
Las telas de abrigo exigidas por el clima y la costumbre europea, hicieron que el ganado lanar u ovino ocupara lugar destacado en la incipiente economía colonial interna, lo mismo que de ganado caprino, este último muy solicitado por la dieta de los peninsulares y conveniente por su adaptabilidad a tierras secas y quebradas. Los miembros del clero, cuyo vestuario también requería lana como materia prima, resultaron empeñosos propulsores de ganado ovino, fomentando la crianza del mismo.
Peonia era una porción de tierra de 50 pies de ancho y 100 de largo. La caballería media 100 pies de largo y 200 de ancho (0.41 Km2). Por lo común se le conoció, con el nombre de sitios de ganado. Estos límites fueron el origen de la estancia, unidad ganadera de la Nueva España. Las medidas citadas datan de 1513 y fueron aplicadas hasta que se dio la evolución del sitio a la estancia, unidad ganadera peculiar de la Nueva España. Las medidas situadas datan de 1513.
Los dueños de las estancias Toluqueñas, saturadas de ganados trasladaron sus rebaños a la inmensa zona comprendida entre el río San Juan y Zacatecas. La región adyacente más tarde conocida como el Bajío, se transformó en el sostén agropecuario de la minería guanajuatense.
El proteccionismo del gobierno central se manifestó en las instrucciones recibidas por los Virreyes. Así, las dadas a Velasco, 1550, serían las de comisionar a un oidor de la audiencia para que visitara las estancias sin ser requerido por los indios y viera si estaban en perjuicio. En la nueva Galicia, la falta de población aborigen sedentaria, contribuyó al aumento de ganado que se dispersó con entera libertad por tierras que nadie reclamaba.
Medidas encaminadas a precaver los daños de labranza y pueblos indígenas fue la de establecer la distancia que debía separar sus propiedades de las estancias de españoles. Las ordenanzas del 26 de mayo de 1567, modificadas por reales cédulas de 1687 y 1695. Las primeras debían haber un espacio de 1000 varas entre las estancias y los poblados; las cédulas reales alargaron la distancia a 1100 varas.
La institución de la Mesta fue la asociación de dueños del ganado formado por propietarios de estancias que a la ves la eran de ganados. El cabildo de la ciudad de México estableció en 1529 la organización de la Mesta local. En 1537 el cabildo promulga las primeras ordenanzas autorizadas por el virrey de Mendoza en 1539. los alcaldes de la Mesta estaban facultados para perseguir delitos de robos de ganado y castigar a los culpables. denunciaron mitad
El auge de la ganadería era palpable a mediados del siglo XVI en 1553 las estancias de Jilotepec tenían entre 20 y 30 mil cabezas de ganado menor. Dos años después, 1555 el Valle de Matalcingo 60 estancias sumaban más de 150 mil cabezas de ganado vacuno yeguas.
A partir de 1580 se empezó a observar una reducción apreciable en la multiplicación del ganado. No puede hablarse de una decadencia generalizada de la ganadería, sino más bien de un proceso natural de reajuste exigido por las condiciones del medio ya estabilizado en el XVII; reducción de pastos, uniformidad de las razas de ganado existentes, población consumidora limitada, legislación restrictiva que fijó límites a la estancia y número de animales. Todo orientándose a una nueva situación económica; ganadería y agricultura se van reuniendo en una forma de explotación más racional y utilitaria; la hacienda.
5. Organización Política de la Colonia
Problemas y retos que dieron como resultado una forma de gobierno
El mal manejo de Cortés en las actividades comerciales y económicas y el mal manejo y uso de gobierno en manos de Cortes fue uno de los principales motivos que causaron un nuevo gobierno. El descuido por el Rey, en ese entonces Carlos V, en la Nueva España generaron muchas dudas y descontentos de la gente para que se formara un gobierno institucionalizado. Lo cual el Rey Carlos V llevó a cabo. Carlos V organizó una forma de gobierno virreinal, y èl como jefe supremo de la Nueva España. El fin de este gobierno fue: guardar el orden en la Nueva España, evitar revueltas de los grupos indígenas, controlar el comercio hacia España, establecer leyes para controlar el estilo de vida y el mercado en este territorio. El Virrey debería desarrollar múltiples cargos como por ejemplo; Gobernador, Vice patrono de la Iglesia, Superintendente de la Real Hacienda, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia de México
Importancia de gobernantes
Los gobernantes de aquella época llevaron acabo múltiples tareas como fue implementar la religión católica a los grupos indígenas, institucionalizar leyes religiosas, comerciales, repartición de tierras, tierras comunales, ejidos, orden y progreso en la sociedad, el comercio de oro y otras cosas a España, el desarrollo de la agricultura y ganadería, el cobro de impuestos por métodos de opresión, etc. Esto fue logrado por estos gobernantes gracias al alto rango de poder que el Rey en España les otorgaba.
Herencia Política.
La época Virreinal se puede decir que causó mucho desarrollo en la Nueva España, pero también oprimió y exprimió al pueblo común en lo más extenso de la palabra. Este sistema causó la separación de clases sociales, dejando una muy alta y extrema pobreza. El racismo hacia las diferentes razas indígenas jugó un gran papel en la limitación de clases sociales. Esto creó el caciquismo en las tierras y también creo la Burguesía en la Nueva España. Como consecuencia de esto vino la injusticia en la repartición de las tierras, la indiferencia en las clases sociales e injusticia en el reparto de impuestos. La iglesia jugo un gran papel en esta época, como mediador y represor de la gente, esta llevaba a cabo el papel de mantener a la gente con ideales que al gobierno le convenía.
También, la iglesia sirvió como forma para recaudar impuestos para el gobierno con formas de implementar miedo y oprimiendo al pueblo. Toda esta serie de eventos fue lo que creó las bases para lo que después fue la independencia de México.
Principales virreyes de la nueva España
La Nueva España quedó bajo el dominio del rey de España, quien nombró a un gobernador del territorio conquistado, que se le consideraba como Capitanía General. A estos se les llamó virreyes y representaban al rey y velaban por los intereses de la Corona española en el vencido Imperio Azteca. En total fueron 62 virreyes.
Hernán Cortés 1519-1524
Antonio de Mendoza 1535-1550
Luis de Velasco 1550-1564
Gastón de Peralta 1566-1568
Martín Enríquez de Almanza 1568-1580
Lorenzo Suárez de Mendoza 1580-1583
Pedro Moya de Contreras 1584-1585
Álvaro Manrique de Zúñiga 1585-1590
Luis de Velasco 1590-1595
Gaspar Zúñiga y Acevedo 1595-1603
Juan de Mendoza y Luna 1603-1607
Luis de Velasco(hijo) 1607-1611
Fray García Guerra 1611-1612
Diego Fernández de Córdoba 1612-1621
Diego Carrillo de Mendoza 1621-1624
Rodrigo Pacheco Osorio 1624-1635
Lope Díaz de Armendáriz 1635-1640
Diego López Pacheco 1640-1642
Juan de Palafox y Mendoza 1642
García Sarmiento de Sotomayor 1642-1648
arco de Torres y Rueda 1648-1649
Luis Enríquez Guzmán 1650-1653
Francisco Fernández de la Cueva 1653-1660
Juan de Leyva de la Cerda 1660-1664
Diego Osorio de Escobar y Llamas 1664
Sebastián de Toledo Molina 1664-1672
Pedro Nuño Colón de Portugal 1672
Fray Payo Enríquez de Rivera 1672-1680
Tomas Antonio de la Cerda y Aragón 1680-1686
Melchor Portocarrero Lazo de la Vega 1686-1688
Gaspar de Sandoval Silva y Mendoza 1688-1696
Juan de Ortega Montañés 1696
José Sarmiento y Valladares 1696-1701
Juan de Ortega Montañés 1701-1702
Francisco Fernández de la Cueva 1701-1711
Fernando de Alencastre Noroña y Silva 1711-1716
Baltasar de Zúñiga y Guzmán 1716-1722
Juan de Acuña y Manrique 1722-1734
Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta 1734-1740
Pedro de Castro y Figueroa 1740-1741
Pedro Cebrián y Agustín 1742-1746
Francisco Güemes y Horcasitas 1746-1755
Agustín de Ahumada y Villalón 1755-1760
Francisco Caxigal de la Vega 1760
Joaquín de Monserrat 1760-1766
Carlos Francisco de la Croix 1766-1771
Antonio María de Bucareli y Urzúa 1771-1779
Martín de Mayorga 1779-1783
Matías de Gálvez 1783-1784
Bernardo de Gálvez 1785-1786
Alonso Núñez de Haro y Peralta 1787
Manuel Antonio Flores 1787-1789
Juan Vicente de Güemes Pacheco 1789-1794
Miguel de la Grúa Talamanca 1794-1798
Miguel José de Azanza 1798-1800
Félix Berenguer de Marquina 1800-1803
José de Iturrigaray 1803-1808
Pedro Garibay 1808-1809
Francisco Javier Venegas 1810-1813
Félix María Calleja del Rey 1813-1816
Juan Ruiz de Apodaca 1816-1821
Juan O'Donojú 1821
6. La Sociedad y las rebeliones
Panorama general de una sociedad de la Nueva España en el Siglo XVI.
El panorama general de una sociedad en el Siglo XVI era muy extensa. Había desde indios, negros y esclavos hasta virreyes, nobleza y sacerdotes. La sociedad mas pobre en esas épocas eran los negros que fueron traídos como esclavos desde África o bien a través de Estados Unidos; estos hacían el trabajo agotador, especialmente el del campo relacionado a la agricultura y eran muchas veces explotados. Los indígenas, se podría decir que eran la segunda clase después de los negros; estos también hacían labor muy pesada en el campo pero no eran esclavos ni maltratados. Luego venía la clase media que era compuesta por mestizos y por alguna parte de los criollos, esta era la que mandaba a los esclavos e indígenas, también era a veces dueña de tierras e industrias pequeñas. Los españoles, criollos ricos, los sacerdotes y la nobleza encabezaban la sociedad alta. Eran los dueños de las tierras y los que gobernaban al país ya sea militarmente o civilmente. La nobleza estaba constituida básicamente de españoles y criollos ricos, casi siempre tenían parentesco con el Rey o Virrey de la Nueva España. Los sacerdotes, en esa época tenían mucha influencia sobre la sociedad pues tenían mucho dinero y poder para gobernar.
Castas.
Se daba el nombre genérico de castas a las clases formadas por personas de sangre mezclada. No eran grupos cabalmente cerrados como los de la India, ya que, por ejemplo un aborigen podía casar con una persona de sangre española. Los grupos más importantes de dichas castas fueron: los mestizos, con sangre de indios y de españoles, que fueron lo más numerosos, y cuyos descendientes, andando el tiempo, han llegado a ser los componentes que en mayor número habitan el suelo mexicano, si bien entonces fueron vistos con menos aprecio por algunos; los mulatos, con sangre de españoles y negros, y los zambos con sangre de indios y de negros.
Grupos Dominantes.
Los españoles formaron el grupo mas numeroso de los pobladores de sangre mezclada después de los indios. A América llegaron miles de ellos. Eran individuos de casi todas las clases sociales y su condición cultural y moral fue de todas índoles, como sucede con un pueblo en general como se pone en marcha. Hubo picaros y santos; analfabetas y universitarios; aventureros y hombres de gobierno. Entre los conquistadores y colonos de las primeras épocas predominaron los súbditos de la Corona de Castilla, de las provincias siguientes: Andalucía, las dos Castillas, Extremadura, Asturias y León, aunque posteriormente fueron numerosos los Vascos y los de Santanderinos. De Aragón casi no llegaron. Españoles los había en casi todas las clases sociales de Nueva España desde funcionarios encumbrados, hasta simples labradores y artesanos pero, como era natural, los puestos más importantes de la administración pública estaban en sus manos, aunque había excepciones en muchos sentidos.
Los criollos eran los descendientes de los españoles nacido en América. Con el correr del tiempo fueron más numerosos que los españoles y psicológica y socialmente llegaron a diferenciarse de estos. Los Criollos también desarrollaron un papel muy importante en la alta sociedad de la Nueva España y llegaron a ocupar puestos muy altos en el gobierno.
Familias Prominentes.
Las familias más importantes de esa época eran los nobles que fundamentalmente consistía de españoles y algunos criollos ricos. Los virreyes acostumbraban tener grandes familias en las cuales ocupaban altos puestos los familiares. En total fueron 61 Virreyes. También hubo otros personajes destacados en la religión como Fray Bartolomé de las Casas, que ayudo mucho a los indígenas, Pedro Moya de Contreras y Fray Juan de Zumárraga. Entre otros personajes estaban Fray Alonso de la Vera Cruz como teólogo y filósofo; Padre Juan Diaz como historiador; en literatura estaba Francisco Cervantes de Salazar y hombres de medicina como el doctor Alonso López Hinojosa.
Indígenas.
Hasta antes de la Conquista española, algunas zonas del territorio mexicano, sobre todo en el centro y otras del Sur y Sureste estuvieron muy pobladas. Su número es impreciso, y aún a sido exagerado notoriamente por algunos. A este propósito conviene decir que los acontecimientos que provocaron un disminución demográfica fueron las siguientes: las guerras y opresiones criminales, el mestizaje y de modo muy destacado los padecimientos que se difundieron y que nadie podría prever, llegados del Viejo Mundo contra los cuales los nativos no tenían defensa natural alguna, hablar de un genocidio deliberado o semiconsciente es falso por anti histórico. Los indígenas en la Nueva España básicamente hacían el trabajo pesado de la sociedad pero no eran los esclavos de una sociedad.
7. La Guerra de Independencia
El período histórico que se conoce como Independencia empieza, estrictamente hablando, el 16 de septiembre de 1810 cuando Miguel Hidalgo da el llamado "Grito de Dolores" y termina el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. La idea detrás de este movimiento revolucionario era liberarse del gobierno español y dejar de ser un virreinato. Esta etapa da fin a la llamada época colonial mexicana.
Como es lógico, antes de 1810 hubo ya antecedentes importantes de la nueva ansia libertaria que operaba, principalmente, en los criollos. Se dice que, antes de estallar la lucha, el ideólogo del movimiento fue el fraile Melchor de Talamantes, que hacía circular escritos subversivos en los que afirmaba que el territorio mexicano, por tener "todos los recursos y facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus habitantes", podía hacerse independiente y que, además de posible, la independencia era deseable porque el gobierno español no se ocupaba del bien general de la Nueva España, como se ocuparía un gobierno libre, constituido por mexicanos.
Puede intentarse una división del movimiento independentista en cuatro etapas:
Durante la primera etapa de la guerra (16 de septiembre de 1810 al 21 de marzo de 1811), las fuerzas insurgentes, comandadas por Hidalgo y Allende, fueron engrosándose, a partir de Dolores, en Atotonilco, San Miguel, Celaya, Salamanca, Irapuato y Silao; libraron batalla por la toma de Guanajuato (28 de septiembre), tomaron sin resistencia Valladolid (17 de octubre), derrotaron a los realistas en el monte de las Cruces (30 de octubre), desistieron de acercarse aún más a la ciudad de México, regresando hacia el Bajío, y en Aculco fueron derrotadas y diezmadas (7 de noviembre) por el ejército virreinal. Hidalgo huyó a Valladolid y Allende a Guanajuato. Este descalabro se compensó en cierto modo con la acción de otros jefes insurgentes en distintos lugares del país: Rafael Iriarte, en León, Aguascalientes y Zacatecas; los legos juaninos Luis de Herrera y Juan de Villerías, en San Luis Potosí; Tomás Ortiz y Benedicto López, en Toluca y Zitácuaro; Ávila y Ruvalcaba, en Cuernavaca; Miguel Sánchez y Julián Villagrán, en el extenso valle del Mezquital; José María Morelos, en la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero; Gómez Portugal, Godínez, Alatorre y Huidobro, en el valle alto de La Barca; y José Antonio Torres, en territorio de Colima y en el sur de Jalisco, hasta que al fin tomó Guadalajara (11 de noviembre), abriendo el camino para que Hidalgo entrase a la antigua capital novogalaica el 26 de noviembre. Poco tiempo tuvo el caudillo para disponer y legislar: entre esa fecha y el 13 de diciembre, nombró jefes de las fuerzas insurgentes de San Blas, al cura José María Mercado; de Tepic, a Rafael Híjar; de Chihuahua, a Simón de Herrera, y de las Provincias Internas de Occidente, a José María González Hermosillo; publicó el decreto de abolición de la esclavitud, derogación de tributos, prohibición del uso del papel sellado y extinción de estancos; ordenó que las tierras se entregaran a los naturales, sin que pudieran volver a arrendarse (5 de diciembre); señaló un plazo de 10 días para que los amos pusieran en libertad a los esclavos (6 de diciembre); nombró ministro de Estado y del Despacho a Ignacio López Rayón, y de Gracia y Justicia a José María Chico; designó cuatro oidores; expidió credenciales como representante diplomático en Estados Unidos a Pascasio Ortiz de Letona, y confió a Francisco Severo Maldonado la edición de El Despertador Americano. Estas acciones respondían al doble carácter —libertario y agrario— del movimiento de Independencia. A estos hechos siguieron la desastrosa batalla de Puente de Calderón (17 de enero), la huida hacia el norte, con la esperanza de hallar auxilio en Estados Unidos, y el prendimiento y muerte de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, principalmente. El nuevo virrey, Francisco Javier Venegas, quien sustituyó a la Audiencia, había llegado a Veracruz el 25 de agosto y a la ciudad de México el 13 de septiembre, tres días antes de la sublevación. Al organizar la contraofensiva se sirvió del general Félix María Calleja del Rey, quien después de Aculco, recuperó Guanajuato (25 de noviembre), derrotó a Hidalgo y a Allende en Puente de Calderón y recobró Guadalajara (21 de enero de 1811) y San Luis Potosí (5 de marzo); el también brigadier José de la Cruz, que reintegró a la Corona Valladolid (28 de diciembre de 1810); Alejo García Conde, gobernador de Sonora, que venció a Hermosillo en San Ignacio Piaxtla (8 de febrero de 1811); Manuel Ochoa, que retomó Zacatecas (17 de febrero); y otros jefes que derrotaron a los insurgentes en San Blas (31 de enero), San Antonio de Béjar (1° de marzo) y Monclova (17 de marzo). En estas acciones murieron el cura José María Mercado, Ignacio Aldama, el padre Salazar, Villerías y Herrera. Iriarte, a su vez, fue fusilado por los mismos insurgentes. Del grueso de la fuerza inicial, sólo sobrevivió el cuerpo de 6 mil hombres cuyo mando confió Allende en Saltillo a Ignacio López Rayón, antes de partir rumbo a Estados Unidos. Éste realizó una brillante retirada hacia el sur, internándose en Michoacán.
La segunda etapa (abril de 1811 a 22 de diciembre de 1815) se caracterizó por el recrudecimiento de la guerra en el centro del país y por la expresión, mucho más clara, de los principios ideológicos del movimiento, en los cuales estuvieron inspirados los intentos de organización gubernamental. Gracias a las victorias que tuvieron en Zitácuaro Juan B. de la Torre (20 de marzo de 1811) y López Rayón (22 de junio), pudo éste, el 19 de agosto, establecer en esa ciudad la Junta Nacional, que conservaría —al igual que en España— los derechos de Fernando VII, organizaría los ejércitos y procuraría libertar a la patria de la opresión. Por elección de 10 jefes regionales —Ignacio Martínez, Tomás Ortiz, Benedicto López, José Vargas, Juan Albarrán, José Ignacio Ponce de León, Manuel Manso, José Miguel Serrano, Remigio Yarza y José Ignacio Izaguirre— fueron electos vocales López Rayón —que sería presidente—, José María Liceaga y José Sixto Verduzco, cura éste de Tusantla. El cuerpo tomó el nombre de Suprema Junta Nacional Americana o Congreso Nacional Gubernativo. A José María Morelos se le expidió nombramiento de teniente general y más tarde se le nombró cuarto vocal. El 1° de enero de 1812 la Junta abandonó Zitácuaro ante el ataque de las fuerzas de Calleja, que incendiaron "la infiel y criminal villa" y despojaron de todos sus derechos a los pueblos indígenas comarcanos. Los vocales huyeron a Tlalchapa y luego a Sultepec, donde el doctor José María Cos, cura del burgo de San Cosme (hoy Villa Cos, Zac.), publicó un manifiesto, sus Planes de paz y guerra (16 de marzo) y los periódicos El Ilustrador Nacional (11 de abril al 30 de mayo) y El Ilustrador Americano (a partir del 27 de mayo). Sostenía Cos "la residencia de la soberanía en la masa de la nación", que los españoles no podían atribuirse la potestad de representar al monarca y que los americanos no debían obedecer a los peninsulares; si éstos aceptaban la formación en México de un Congreso que defenderse los derechos del rey prisionero, renunciando a sus empleos y a las armas, América contribuiría a los gastos de la lucha contra Napoleón; de otro modo, se trataría de suavizar los extremos de la guerra, pues ambos bandos reconocían a Fernando VII. Casi simultáneamente (20 de abril), Rayón envió a Morelos su proyecto de Constitución —Elementos Constitucionales—, que establecía la religión católica sin tolerancia de otra; sostenía que el pueblo era el origen de la soberanía, la cual residía en Fernando VII, y sería ejercida por tres organismos —una Junta, un Consejo de Estado y un Congreso de representantes nombrados por los ayuntamientos—, aun cuando la iniciación de las leyes se reservaba a un "protector nacional"; preveía un generalísimo, nombrado por el Consejo y con poderes dictatoriales, para tiempos de guerra; declaraba la libertad de comercio y la de imprenta en materias científicas y políticas; adoptaba el Habeas corpus para la seguridad personal, y suprimía la esclavitud, las castas, el tormento y los exámenes a los artesanos.
Mientras tanto, la Constitución de Cádiz —10 títulos con 384 artículos— fue jurada por las Cortes de España el 19 de marzo de 1812, y promulgada en México el 30 de septiembre siguiente, al pie de la estatua ecuestre de Carlos IV, al centro de la plaza Mayor, que en ese acto cambió su nombre por el de la Constitución. Redactada para normar la monarquía, implantó la soberanía nacional y acabó con el poder absolutista: el Título III atribuyó amplias facultades a las Cortes e impuso severas restricciones al monarca, al punto de que las oficinas públicas, que añadían a su denominación el adjetivo real, usaron a partir de ese momento el de nacional. Las novedades jurídicas que más interesaron en Nueva España, sin embargo, fueron la libertad de imprenta y el derecho electoral para el nombramiento de ayuntamientos. Como consecuencia de lo primero, se publicaron multitud de impresos, entre otros los periódicos El Juguetillo, de Carlos María de Bustamante, y El Pensador Mexicano, de Joaquín Fernández de Lizardi; y, a resultas de lo segundo, el 29 de noviembre, en medio de un gran regocijo, el pueblo eligió a los electores, todos mexicanos, que a su vez deberían nombrar a los miembros del nuevo Ayuntamiento de la capital. El mismo resultado tuvieron los comicios en Puebla, Toluca y otras ciudades. Estos primeros ensayos de democracia fueron reprimidos por el virrey, de acuerdo con la Audiencia: el 5 de diciembre suspendió la vigencia del Artículo 371 y a fines del mes dispuso que continuasen ejerciendo las antiguas corporaciones municipales y que quedasen sin efecto todas las demás prescripciones de la Constitución. Estos hechos provocaron el recrudecimiento de la revolución de Independencia. En julio del año siguiente, 31 diputados americanos, encabezados por Miguel Ramos Arizpe, pidieron que la Regencia de España diera cuenta a las Cortes de estos irregulares acontecimientos, pero el Consejo de Estado confirmó que en México, mientras durase la insurrección, debía existir un régimen militar.
En estas circunstancias, el 2 de noviembre de 1812 Morelos propuso a López Rayón, desde Tehuacán, "que se le quite la máscara a la independencia", y el día 7, en una comunicación más explícita, insistió en evitar toda mención a Fernando VII en los planes revolucionarios de gobierno. Pero si de este modo se dirigía al presidente de la Junta Suprema en lo privado, en lo público conservaba su aparente adhesión al monarca, a quien mandó jurar reconocimiento y obediencia el 5 de diciembre siguiente, una vez que tomó la ciudad de Oaxaca. Allí mismo, el día 23 dirigió un manifiesto aclarando algunas ideas: "Las cortes de Cádiz han asentado más de una vez —decía— que los americanos eran iguales a los europeos, y para halagarnos más nos han tratado de hermanos; pero si ellos hubieran procedido con sinceridad y buena fe, era consiguiente, que al mismo tiempo, que declararon su Independencia, hubieran declarado la nuestra, y nos hubieran dejado en libertad de establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron el suyo... Si ellos tienen por heroísmo —añadía— rechazar el yugo de Napoleón, nosotros no somos tan viles y degradados que suframos el suyo".
José María Morelos había recibido de Hidalgo, el 20 de octubre de 1810 en Indaparapeo, la misión de insurreccionar el sur. En su recorrido inicial por la Tierra Caliente de Michoacán y la costa y la sierra de Guerrero, se le unieron los hermanos Galeana, Vicente Guerrero, Juan Álvarez y los miembros de la familia Bravo. En su primera campaña derrotó a los realistas en Tres Palos, frente a Acapulco (5 de enero de 1811), pero en febrero no pudo tomar la fortaleza de ese puerto; se apoderó de Chilpancingo (24 de mayo) y Tixtla (26 de mayo), batió al realista Fuentes (16 de agosto) y se posesionó de Chilapa y Tlapa (principios de noviembre). En su segunda campaña se extendió al norte del actual Guerrero, al sur de Puebla y al territorio de la entidad que llevaría su nombre: tomó Chiautla (diciembre), dividió su ejército en tres cuerpos —Bravo hacia Oaxaca, Galeana hacia Tasco y él mismo contra Izúcar—, entró a Cuautla (25 de diciembre), a Tenango y a Tenancingo (22 de enero de 1812) y regresó a Cuautla, para resistir el sitio que le puso Calleja durante 58 días y que al fin rompió el 2 de mayo. En el curso de estas acciones se le unieron José Manuel Herrera, Mariano de Tapia, Mariano Matamoros, Juan Nepomuceno Rosáinz y Antonio Sesma y sus hijos. La tercera campaña (junio de 1812 a agosto de 1813) tuvo como puntos sobresalientes el combate de Huajuapan (13 de julio), la reorganización de sus tropas en Tehuacán (10 de agosto a 7 de noviembre) —tomada desde el 6 de mayo por el padre Sánchez—, la entrada a Orizaba para destruir el tabaco almacenado por los realistas (29 de octubre) y las tomas de Oaxaca (25 de noviembre) y de Acapulco (20 de agosto de 1813).
Simultáneamente a estos acontecimientos, operaban en Michoacán los jefes Muñiz, Navarrete, Anaya y José Antonio Torres, que incomunicaron Valladolid durante ocho meses. Torres fue al fin sorprendido, ahorcado y descuartizado (23 de mayo de 1812). En Guanajuato se hicieron famosos los guerrilleros Albino García (fusilado el 8 de junio de 1812), Bernardo Gómez de Lara (fusilado el 17 de noviembre de 1811), Vicente Gómez y otros; en Huichapan y el Mezquital, los Villagrán; y en el norte de Puebla y los llanos de Apan, Francisco Osorno. Después de Cuautla, fueron significativas las acciones de los sacerdotes Alarcón y Moctezuma contra Orizaba (28 de mayo de 1812) y Córdoba (3 de junio siguiente) y la de Valerio Trujano en Yanhuitlán. Así, a fines de 1812, la capital del virreinato estaba rodeada, aunque a distancia, por un círculo de fuerzas insurgentes, ninguna de cuyas facciones estaba sometida a la autoridad de la Suprema Junta Nacional Americana. El 17 de junio de 1812 los vocales habían salido de Sultepec, acosados por los realistas: Rayón huyó a Tlalpujahua, Verduzco a Huetamo y Liceaga a Yuriria. Cada uno libró por su cuenta combates infructuosos, que suscitaron recriminaciones recíprocas, hasta que Rayón declaró suspensos en su representación a sus colegas (abril de 1813). Morelos, deseando superar las diferencias de la Junta, convocó en mayo de 1813 al Congreso de Chilpancingo, cuyo reglamento formuló el 13 de septiembre.
El Congreso Nacional Constituyente se instaló en el templo parroquial de Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, previa la reunión preparatoria del día 13, en que se atribuyó a la asamblea el nombre de Primer Congreso de Anáhuac. Morelos había nombrado seis diputados para representar a las provincias dominadas por los españoles: Rayón (Guadalajara), Verduzco (Michoacán), Liceaga (Guanajuato), Carlos María de Bustamante (México), José María Cos (Veracruz) y Andrés Quintana Roo (Puebla); y las provincias de Tecpan y Oaxaca, en poder de los insurgentes, a José Manuel Herrera y José María Murguía, respectivamente. A la instalación sólo concurrieron estos dos últimos, Quintana Roo y Verduzco. Más tarde llegaron Bustamante (fines de octubre), Rayón (2 de noviembre) y Liceaga (día 6 siguiente). Fueron secretarios Cornelio Ortiz de Zárate y Carlos Enríquez del Castillo. En la primera sesión formal, Morelos presentó, por conducto de Juan Nepomuceno Rosáinz, su secretario, los Sentimientos de la Nación (v. texto completo), según los cuales debía declararse la Independencia, ser la católica la única religión, crear los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, dar los empleos a los americanos, respetar la propiedad pero confiscar sus bienes a los españoles, y abolir la esclavitud, las castas, los estancos y los tributos. El día 15 se nombró generalísimo a Morelos con el tratamiento de alteza serenísima, que declinó el caudillo para adoptar el de Siervo de la Nación, y el 18 cesó la antigua Junta; pero cuando Rayón se incorporó a la asamblea, varias veces requerido por Morelos, todavía sostuvo la idea de que el Congreso gobernase a nombre de Fernando VII, lo cual fue rechazado por la mayoría de diputados. Salvado este último obstáculo, el 6 de noviembre se firmó el Acta solemne de la Declaración de la Independencia de América Septentrional (v. texto completo), inspirada "en las presentes circunstancias de la Europa".
Morelos salió de Chilpancingo el 7 de noviembre a iniciar su cuarta campaña militar, cuyo primer objetivo era la toma de Valladolid, apoyado por las fuerzas de Matamoros y Nicolás Bravo, que hizo moverse desde Veracruz y Puebla. Aunque trató de disimular estos movimientos, los conoció muy a tiempo Félix María Calleja, que era ya virrey desde el 4 de marzo, quien movilizó hacia aquella plaza las divisiones de Toluca y Guanajuato, al mando de Llano y Agustín de Iturbide. El 23 de diciembre, los soldados de éstos y los de la guarnición tomaron a dos fuegos a los hombres de Galeana y Bravo en El Zapote, dispersándolos; el 24, una audaz incursión nocturna de Iturbide provocó un combate entre los propios insurgentes, que fue desastroso; y el 5 de enero de 1814, en Puruarán, los realistas acabaron con el resto del ejército independiente e hicieron prisionero a Matamoros. Una columna realista, al mando de Armijo, avanzó luego al sur y en las márgenes del Mezcala derrotó a la tropa de Víctor Bravo, que protegía Chilpancingo. En cuanto los miembros del Congreso se enteraron de estos sucesos, se trasladaron a Tlacotepec, donde se les unió Morelos, al que despojaron del mando como generalísimo para asumir ellos el poder ejecutivo. Armijo entró a Tixtla, Chilapa y Chilpancingo, derrotó a Rosáinz en Chichihualco, a Guerrero, Galeana y los Bravo (19 de febrero) y puso en fuga a Morelos y al Congreso.
Mientras tanto, el Congreso hacía un penoso recorrido por Ajuchitlán, Tlalchapa, Uruapan, las haciendas de Santa Efigenia y Tiripitío, Ario y Apatzingán, en cuyo trayecto los diputados —algunos de los anteriores y otros recién nombrados— fueron redactando los puntos de la Constitución. Ésta, con el nombre de Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, fue sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814. Consta de 242 artículos, divididos en Principios o Elementos Constitucionales (seis capítulos), dedicados a la religión, la soberanía, la ley y los derechos y obligaciones de los ciudadanos; y Forma de Gobierno, estableciendo el Congreso, el Supremo Gobierno —formado por un triunvirato— y el Supremo Tribunal de Justicia. Firmaron el documento los diputados José María Liceaga, presidente (Guanajuato), José Sixto Verduzco (Michoacán), José María Morelos (Nuevo Reino de León), José Manuel de Herrera (Tecpan), José María Cos (Zacatecas), José Sotero de Castañeda (Durango), Cornelio Ortiz de Zárate (Tlaxcala), Manuel de Aldrete y Soria (Querétaro), Antonio José Moctezuma (Coahuila), José María Ponce de León (Sonora) y Francisco de Argándar (San Luis Potosí), y los secretarios Remigio de Yarza y Pedro José Bermejo. Lo promulgaron, como miembros del Supremo Gobierno, Liceaga —presidente—, Morelos y Cos. López Rayón, Sabino Crespo, Quintana Roo, Bustamante y Sesma, aunque contribuyeron a su redacción, no pudieron firmarlo por estar ausentes. El Decreto Constitucional —redactado, según Morelos, por Herrera, Quintana Roo, Sotero Castañeda, Verduzco y Argándar— estuvo inspirado en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y parcialmente en la Constitución de Cádiz. Aparte de que este documento era ineficaz en tiempos de guerra, por lo complicado de los mecanismos de gobierno, entrañaba un absolutismo del Congreso, cuya víctima principal habría de ser el propio Morelos.
Después del desastre de Puruarán, que de hecho puso término a su carrera militar, Morelos pasó a la hacienda de Santa Lucía, a Coyuca, desde donde pidió al virrey canjear a Matamoros por 200 prisioneros, y luego al puerto de Acapulco, donde mandó degollar a éstos e incendiar la ciudad, una vez que se rechazó su oferta y Matamoros fue fusilado. El 14 de abril Armijo recuperó Acapulco y uno de sus hombres, el comandante Avilés, liquidó a Galeana el 22 de junio, en tanto las milicias españolas de Guatemala tomaban Tehuantepec. Otra vez unido al Congreso, en Ario, con sólo los hombres de su escolta, Morelos marchó con los diputados a Uruapan y más tarde decidieron cambiar su sede a Tehuacán. La custodia del grupo se confió a Morelos, muy a pesar de que el Artículo 168 de la Constitución prohibía a los miembros del poder ejecutivo tener mando de fuerza armada, salvo circunstancias extraordinarias. El 29 de septiembre salió la caravana, por caminos inusuales, tratando de esquivar el encuentro con los realistas. El virrey, por su parte, cubrió con tropas todas las posibles rutas, desde Temascalcingo hasta Cuautla. El 3 de noviembre los representantes de los poderes nacionales vadearon el río Mezcala en Tenango y el 5, estando ya en Tezmalaca, fueron alcanzados por las fuerzas del teniente coronel Manuel de la Concha. A poco de iniciado el combate, los insurgentes se dispersaron y fueron perseguidos. Morelos, a pie y sin armas, fue detenido por Matías Carranco, un antiguo soldado suyo que se pasó a las filas realistas. Conducido a México, bajo la vigilancia de Concha, murió fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815. (V. MORELOS Y PAVÓN, JOSÉ MARÍA). En los meses anteriores, López Rayón se refugió en las montañas del norte de Puebla, e igual hizo Rosáinz, uno y otro nombrados por el Congreso para hacer la guerra en las mismas áreas, lo cual provocó entre ellos serias desavenencias. Cuando Zacatlán cayó en manos de los realistas (25 de septiembre), Rayón huyó hasta Cóporo, y Rosáinz fue detenido por los propios insurgentes, de quienes huyó en Chalco para indultarse e informar al virrey del estado de la revolución.
La tercera etapa de la guerra (1816-1819) se caracterizó por la actividad de caudillos secundarios y la fugaz campaña de Francisco Javier Mina. En el curso de 1816 los insurgentes sufrieron importantes derrotas: Osorno fue batido por Concha en Venta de Cruz y San Felipe (21 y 23 de abril); Mariano Guerrero y Rafael Villagrán se acogieron al indulto (agosto); los realistas recuperaron la isla de Janitzio, en el lago de Pátzcuaro (13 de septiembre), el fuerte de Monte Blanco, junto a Córdoba (7 de noviembre), la isla de Mezcala, en la laguna de Chapala (25 de noviembre), y el fuerte de Cuiristarán (10 de diciembre), motivo por el cual depusieron las armas Herrera, Cos, Gordiano, Guzmán, Vicente Gómez, el padre Castellanos, Encarnación Rosas, José María Vargas y Melchor Múzquiz. En 1817 capitularon Ramón Rayón en el fuerte de Cóporo, frente a Jungapeo (7 de enero), y Manuel de Mier y Terán en el cerro Colorado, cerca de Tehuacán (20 de enero); en Veracruz los españoles recobraron San Juan Coscomatepec (9 de febrero), Huatusco (17 de febrero), los puentes de Atoyac y Chiquihuite y los fuertes de La Fortuna, Quimistlán y Palmillas; en Guanajuato, el punto fortificado de la mesa de los Caballos (10 de marzo), cerca de San Felipe, y en Querétaro el de La Faja (diciembre). En diciembre, Nicolás Bravo fue desalojado del fuerte de Cóporo.
En mayo de 1816 había salido de Londres Francisco Javier Mina, patriota español que combatió a los franceses en la Península y deseaba continuar batallando en América contra el absolutismo de Fernando VII. Lo acompañaban 32 oficiales españoles, italianos e ingleses y el dominico mexicano fray Servando Teresa de Mier. En Norfolk y Nueva Orleans, E.U.A., aumentó su hueste y sus pertrechos, y el 15 de abril de 1815 desembarcó en Soto la Marina con 300 hombres. Ahí perdió sus barcos, atacados por una escuadrilla procedente de Veracruz; construyó un fuerte, cuyo mando confió al mayor Sarda, y el 24 de mayo emprendió la marcha hacia el fuerte del Sombrero, al noroeste de Guanajuato, para unirse al insurgente Pedro Moreno. A pesar de su escasa fuerza, derrotó en el camino a los realistas Villaseñor, en Valle del Maíz (8 de junio), y a Armiñan, en Peotillos (día 15 siguiente), y después de que llegó a su destino (día 24), a Ordóñez (día 29), en la hacienda de San Juan de los Llanos. El 1° de agosto Liñán puso sitio al fuerte y lo tomó el 19 sin que Mina pudiera auxiliar a sus defensores. El 27 de octubre, en la acción del rancho del Venadito, fue muerto Moreno y capturado Mina, más tarde fusilado (11 de noviembre) frente al fuerte de Los Remedios cercano a Pénjamo. El 16 de junio anterior cayó en manos del realista Arredondo el fuerte de Soto la Marina; en el curso del año se acogieron al indulto Osorno, Sotero Castañeda, Carlos María de Bustamante, Muñiz y otros; y a fines, fueron hechos prisioneros Verduzco, López Rayón y Nicolás Bravo.
En 1818 se rindió a los españoles el fuerte del Jaujilla en un islote de la laguna de Zacapu (6 de marzo), logrando escapar los miembros de una junta que nombró el Congreso antes de su salida a Tehuacán, algunos de cuyos vocales fueron más tarde aprehendidos (febrero) y otros fusilados en Huetamo (9 de junio). Fueron asesinados el padre Torres, defensor de Los Remedios, y José María Liceaga; fusilados en Pátzcuaro, Nicholson y Yortis, oficiales sobrevivientes de Mina (junio), e indultados otros jefes insurgentes, como Amaya, Mariano Tercero, Huerta y los padres Navarrete y Carvajal. En 1819 se acogieron al perdón realista Arago, Erdozáin y Ramsey, que operaban en Guanajuato, y José Antonio Magos, que lo hacía en Querétaro. Vicente Guerrero fue derrotado en el fuerte de Barrabás, en Coahuayutla (mayo), y en Agua Zarca (5 de noviembre), al que después de estos hechos se unió Pedro Asencio, a su vez desalojado del fuerte de San Gaspar. Eran éstos los dos únicos jefes insurgentes que continuaban combatiendo a principios de 1820.
La ofensiva de Wellington en 1813 y la constante actividad de las guerrillas a retaguardia de los franceses, hicieron posible recobrar Madrid; José Bonaparte abandonó Valladolid y perdió las batallas de Vitoria y San Marcial; y el 11 de diciembre se firmó el Tratado de Valençay, por el cual cesó la guerra entre España y Francia y Napoleón reconoció a Fernando VII como rey; pero las Cortes y la Regencia no quisieron considerar libre al rey, ni prestarle obediencia, hasta que prestase el juramento previsto por la Constitución. El 22 de marzo de 1814 Fernando entró nuevamente a España; el 6 de abril abdicó Napoleón; a fines de ese mes 69 diputados se declararon absolutistas y el 4 de mayo el rey firmó un manifiesto anulando la Constitución de 1812 y todo cuanto habían hecho las Cortes "como si no hubieran pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo"; restableció la Inquisición, que había sido abolida por los diputados; persiguió a los liberales y casi no prestó atención a las sublevaciones en América.
El 1° de enero de 1820, en la villa de Cabezas de San Juan, de la provincia de Sevilla, se sublevó el coronel Rafael del Riego con el segundo batallón del Regimiento de Asturias. En lugar de embarcarse rumbo a América, a luchar contra los insurgentes, proclamó la Constitución de 1812. El apoyo que el pueblo brindó a este movimiento obligó a Fernando VII, el 9 de marzo, a jurar la Constitución. La noticia del triunfo de los liberales en España se recibió en Veracruz el 26 de abril y en México el 29. Durante ese mes y los primeros días de mayo, el virrey Apodaca, el regente de la Audiencia Bataller y los filipenses Tirado y Matías Monteagudo conspiraron (Plan de la Profesa) para impedir el restablecimiento de la Constitución en México. Postulaban que el rey estaba oprimido por los revolucionarios y que la Nueva España debía gobernarse por el virrey, con apoyo en las Leyes de Indias, y con independencia de la metrópoli. La ejecución de estas ideas obligaba a contar con un jefe militar que mereciera su confianza, el cual creyeron encontrar en Agustín de Iturbide.
Los comerciantes de Veracruz, en su mayor parte afiliados a la masonería, o controlados por ella, temerosos de que el virrey fuera a negarse a jurar la Constitución liberal, tomaron las armas el 24 de mayo, constituidos en el Batallón de Voluntarios Fernando VII, y fueron a pedir a José Dávila, comandante general e intendente de la provincia, que proclamara el código. Éste lo hizo bajo presión, pero advirtió a los amotinados que ese era un acto precursor de la Independencia. En Jalapa ocurrieron sucesos semejantes, y en México, el virrey, para evitar que los oficiales de las tropas españolas, casi todos masones, lo obligaran en el mismo sentido, convocó al Real Acuerdo el día 31, en cuya sesión él y los oidores hicieron el juramento. El arzobispo, los tribunales, los empleados y los colegios hicieron lo propio del 1° al 8 de junio, y el 9 el Ayuntamiento hizo su proclamación.
Los efectos de la restaurada Constitución de Cádiz consistieron en suscitar la discusión pública y la expresión de los resentimientos, los temores y las esperanzas de todas las clases de la sociedad, estimuladas por una conciencia generalizada en el sentido de la necesidad de un cambio. El fiscal de la Audiencia, José Hipólito Odoardo, trasmitió en un informe al ministro de Gracia y Justicia, a fines de octubre de 1820, el estado de la opinión en Nueva España. Indicaba que desde principios de 1819 la situación había venido normalizándose, no quedando sino los grupos insurgentes en el partido de Chilapa, protegidos "por el clima mortífero y las tierras montuosas" y que la insurrección de 1810 se había dominado no por las concesiones que se hubieren hecho en favor de los americanos, ni por las providencias de las Cortes, que cesaron en 1814, "sino por haberse unido cordialmente al gobierno las tropas veteranas y las milicias, los eclesiásticos, los empleados, los propietarios y las demás clases influyentes". Pero advertía que el espíritu público había ya cambiado enteramente: los militares se quejaban del agravio que se les hizo al suspenderles después de jurada la Constitución, el aumento de paga de que disfrutaban; el clero temía por sus rentas e inmunidades y por la existencia de algunos establecimientos religiosos; los españoles residentes, por lo común propietarios, no parecían dispuestos a volver a consumir sus fortunas en apoyo del gobierno, si ocurría una nueva revolución y por ello se ocupaban de ir de una a otra tertulia "para explorar los planes de independencia que en ellas se discutían con más o menos embozo", y los abogados y los oficinistas veían en la eventualidad de un cambio la perspectiva de mejorar en sus empleos.
El 22 de agosto se publicó en México la real orden del 8 de marzo anterior, por la cual fueron puestos en libertad todos los insurgentes que se hallaban presos —Nicolás Bravo, Ignacio López Rayón y Sixto Verduzco, entre otros— y pudieron volver al país los exiliados —el marqués de Rayas, Carlos María de Bustamante, Fagoaga, Adalid y muchos más—. Una consecuencia lateral de la nueva política fue que quienes se habían indultado con anterioridad empezaron a obtener grados —hasta de teniente coronel— en el ejército virreinal. Había entonces en México 85 036 soldados, de los cuales 25 mil eran de caballería: 8 448 expedicionarios enviados desde España de 1812 a 1817, 10 620 hombres de tropas veteranas del país; 21 968 miembros de las milicias provinciales, y 44 mil elementos urbanos encargados de la defensa de las poblaciones. A los antiguos insurgentes que ya no podían pelear contra estas fuerzas en los campos de batalla, la Constitución les permitía luchar por las diputaciones provinciales y por los ayuntamientos.
En noviembre de 1820, el virrey Apodaca, pensando que Iturbide sostendría con las armas el Plan de la Profesa, le confió la comandancia general del sur, a la que estaban adscritos los fieles de Potosí, los escuadrones de Isabel y los batallones de Tres Villas y de Murcia, jefaturados por españoles, los infantes de la Corona, el Batallón del Sur, las milicias de Acapulco y los realistas de Tixtla, Chilapa y otros pueblos. Iturbide salió a la campaña contra Guerrero el 16 de noviembre —"para pacificar en breve tiempo todo el reino", según comunicó al virrey— y a principios de diciembre, a solicitud suya, se le unió en Teloloapan el Regimiento de Celaya, que él mismo comandaba y cuya oficialidad le era enteramente adicta. En diciembre consiguió de Apodaca que le enviase el cuerpo de caballería de la frontera —que el propio Iturbide había tenido bajo su mando en el Bajío—, que se le remitieran más abundantes pertrechos y municiones, y se le destinasen fuertes sumas en efectivo, tanto para cubrir la paga de la tropa cuanto para invertir en compra de voluntades, y en espías, pues de todos los recursos posibles "los más eficaces —decía— son distribuir la moneda con prudente liberalidad, pues por ella aventuran los hombres sus vidas, y hacen esfuerzos que no practicarían por ningún otro estímulo".
El 2 de enero de 1821 Guerrero derrotó a una partida realista en Zapotepec y el 5 Asencio desbandó a otra en Tlatlaya. Estos hechos persuadieron a Iturbide de que la campaña contra los insurgentes sería larga, y al parecer advirtió entonces la conveniencia de contar con ellos en los planes de Independencia, en lugar de empeñarse en una nueva y sangrienta contienda. El día 10 escribió a Guerrero instándolo a someterse y haciendo votos por la emancipación; éste contestó el 20 rechazando el indulto, pero ofreciéndole colaborar si en efecto buscaba la separación de España. Antonio de Mier, representante de Iturbide, y José Figueroa, de Guerrero, dieron cima a las negociaciones.
Simultáneamente, Iturbide escribió al arzobispo de México, a los obispos de Guadalajara y Puebla y al gobernador de la mitra de Valladolid, anunciándoles sus planes, y movilizó agentes que fueran a persuadir a los comandantes militares acantonados en Michoacán y en el Bajío. Una vez obtenido el acuerdo de tan importantes sectores del clero y del ejército, proclamó el 24 de febrero el Plan de Iguala (v. texto completo), cuyos artículos principales establecían la religión católica, sin tolerancia de otra alguna; la absoluta independencia; un gobierno monárquico constitucional, reservado a Fernando VII o a otro miembro de casa reinante; la formación de una junta gubernativa, previa a la constitución del Imperio Mexicano; y la creación del Ejército de las Tres Garantías. Se indicaba, además, que todos los habitantes eran ciudadanos idóneos para optar empleos y garantizaba a las personas y al clero el respeto a sus propiedades y fueros.
Este periodo terminaría hasta febrero de 1821 cuando se firma el Plan de Iguala.
La cuarta, la que transcurre del 24 de Febrero de 1821 hasta el 27 de septiembre de ese mismo año cuando el Ejército Trigarante, al mando de Agustín de Iturbide, entra triunfante a la Ciudad de México, compuesto principalmente por la totalidad del ejército realista, ya convertido, y los últimos insurgentes, todos ellos formarían el ejército mexicano.

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