La Conquista
de México
1. Primeras Expediciones
2. Fundación de Veracruz
3. Conquista del Imperio Mexica y La toma de Tenochtitlán
4. La Nueva España
5. Organización Política de la Colonia
6. La Sociedad y las rebeliones
7. La Guerra de Independencia
2. Fundación de Veracruz
3. Conquista del Imperio Mexica y La toma de Tenochtitlán
4. La Nueva España
5. Organización Política de la Colonia
6. La Sociedad y las rebeliones
7. La Guerra de Independencia
La vida en el territorio de
Mesoamérica seguía en curso. El poderoso señorío mexica extendía su influencia
a un gran espacio y sobre numerosos pueblos, entre ellos los que habitaban las
tierras del Veracruz de hoy. Desde allá lejos, en Europa, allende el Atlántico la gente se lanzaba
a investigar las nuevas rutas marítimas, en busca de materiales tan preciados como seda, oro, marfil, porcelana y especias. A partir de
1492, comenzaron a ser exploradas las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal
Colón.
La primera expedición fue en 1517,
Francisco Hernández de Córdoba, con un grupo de españoles, salió de Cuba y arribó a Champotón, en las costas
del actual estado de Campeche, descubrió y exploró a
la Isla Mujeres y a Cabo Catoche, en la península de Yucatán.
La segunda expedición, en 1518,
Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió otra expedición al mando de Juan de
Grijalva, quien descubrió y exploró un río que actualmente lleva su nombre: el
río Grijalva. Los expedicionarios bordearon la costa y pasaron por los ríos
Tonalá y Coatzacoalcos. Al llegar al río Papaloapan, Pedro de Alvarado, uno de los
capitanes, navegó por sus aguas y volvió admirado de lo que había visto. La
expedición siguió hasta el río Jamapa, junto al poblado de Boca del Río. Allí
los esperaban unos emisarios del tlatoani Moctezuma, quien creía que los
españoles eran enviados del dios Quetzalcóatl y venían a ocupar el gobierno de México. La expedición continuó al norte; pasó
por la isla de Sacrificios, denominada por los indígenas Chalchihuitlapazco, hasta
desembarcar en un islote al que llamaron San Juan de Úlua.
Pedro de Alvarado regresó a Cuba
con los regalos para el rey de España y Juan de Grijalva siguió
explorando la costa de Veracruz. Llegó a Nautla, Tuxpan, la laguna de Tamiahua
y río Pánuco, en donde puso fin a su viaje y retornó a Cuba.
En 1518, Diego Velázquez mandó a
Hernán Cortés; pero al saber de su posible rebeldía, Velázquez le retiró su
aprobación. Aún así Cortés salió en 1519, con la expedición que realizaría
la conquista de lo que mas tarde se llamó la
Nueva España.
Cuando Hernán Cortés y sus hombres
llegaron a la isla de Cozumel; de allí fueron a la Costa de Yucatán.
Encontraron a Jerónimo de Aguilar, un soldado español que, junto con un reducido grupo
de españoles marineros, habían naufragado en 1511. Ocho años después hablaba
maya, por lo que les sirvió de intérprete. Siguieron costeando la península de
Yucatán. Al llegar al río Grijalva pelearon con los indígenas de la región.
Cortés ganó la pelea y luego recibió regalos y esclavos.
En Jueves Santo de la Cena de mil
quinientos diez y nueve llegaron con toda la armada al Puerto de San Juan de
Úlua. De ahí los españoles se dirigieron hacia la costa de la actual ciudad de
Veracruz. Acamparon en la playa en un sitio cercano a lo que hoy es el puerto,
en los arenales de Chalchicueyecan. En ese lugar Cortés recibió la primera
embajada de Moctezuma Xocoyotzin, gobernador del señorío de Tenochtitlan.
Cortés fundó la Villa Rica de la
Vera Cruz. La llamó así porque llegaron el Jueves de la Cena y desembarcaron en
Viernes Santo de la Cruz, y rica por aquel caballero que se llegó a Cortés y le
dijo que mirase las tierras ricas y que supiese bien gobernar.
Una vez fundada la Villa Rica de
la Vera Cruz, Cortés nombró el ayuntamiento, primer órgano
político-administrativo. EL mismo s nombró capitán general y justicia mayor; allí escribió la primera
de cinco cartas, que mandó al monarca español para justificar
su proceder.
La expedición de Cortés es la
tercera que envía Diego de Velázquez gobernado de Cuba con fines de exploración
y comercio. Tocan tierra en Yucatán. Encuentran a Aguilar,
español que ha aprendido la lengua maya. En Campeche obsequian a
Cortés a la India Malí sí, que habla nahuatl y maya.
Funda Veracruz, Moctezuma le pide
no continuar. Confunde a los emisarios con sus caballos y cañones. Cortes al
avanzar hacia el interior, se da cuenta de las fuertes rivalidades entre los
indígenas. Al llegar a Tlaxcala derrota a Xicoténcatl y establece una alianza
con los tlaxcaltecas.
Avanza por sola y protestando una
posible emboscada realiza la matanza de Toluca. Llega a México, Moctezuma lo
recibe y le entrega simbólicamente la ciudad, Cortés hace que le muestran
los libros de tributos y los mapas de la tierra. Llega a México un mensajero del
resguardo de Cortés en Veracruz, le avisa de una expedición capitaneada por
Pánfilo Narváez con órdenes de aprehenderlo y regresarlo a Cuba.
Cortés hace prisionero a
Moctezuma, deja a Pedro de Alvarado a cargo de la ciudad, sorprende a Narváez y
lo derrota. Alvarado permite una celebración religiosa e intenta despojar a los
indígenas de sus joyas ceremoniales, desencadena la matanza del templo mayor, y
de esta manera se realiza el levantamiento de los mexicas en Tenochtitlan.
Cortés regresa a México en medio
de una rebelión de mexicas y se lamenta que estallara la rebelión. Los mexicas
mantienen sitiados a los españoles que se han atrincherado en el palacio de
Moctezuma. Cortés intenta apaciguar la rebelión utilizando a Moctezuma pero los
tenochcas se sienten traicionados por su emperador y esto culmina en el
asesinato de Moctezuma.
Los españoles son superados por
los mexicas Cortés huye por medio de puentes portátiles, pierde mucha gente y
casi todo el botín "es la derrota, la noche triste". Cortés se
refugia en Tlaxcala durante el camino es atacado por grupos indígenas logra derrotar a algunos
en Otumba. Los mexicas se dedican a reconstruir la ciudad no creen que los
españoles regresen.
Estalla una peste de viruela en la
ciudad, traída por un negro de la expedición de Narváez. Muere por la peste
Cuitlahuac sucesor de Moctezuma.
La peste a diezmado a la población y los españoles vuelven sobre
la ciudad, Cortés corta los abastecimientos y establece alianzas entre los
pueblos contra los mexicas. Al mismo tiempo que avanza el cerco de Cortés, se
suceden riñas internas entre la clase dominante, y son asesinados todos
los príncipes y los hijos de Moctezuma. Cortés, fuertemente apertrechado
arrasada la ciudad.
Los mexicas están desmoralizados,
"donde están nuestros príncipes", "quién es el que nos
inspira valor". Los tenochcas que aún quedan
hacen base en Tlatelolco y se enfrentan a los españoles, hacen cautivos a
algunos españoles y varios indígenas aliados de los mismos y los sacrifican
frente al ejército de Cortés.
El hambre azota la ciudad,
mientras que los españoles y sus aliados forman un numeroso ejército. Perece
Tlatelolcatl uno de los últimos jefes mexicas, la rebelión comienza
extinguirse. Capturan a Cuaúhtemoc último emperador mexicas el día 13 de agosto
de 1521, con lo que el episodio de la conquista de México Tenochtitlan llega a
su fin.
La Ganadería
Los problemas técnicos y humanos que afrontó
la agricultura no se presentaron en y desarrollo de la ganadería. En el campo de la riqueza
ecuatorial la cultura indígena no ofreció a los
conquistadores ninguna especie de ganado. La introducción inicial de las diversas
especies de ganados en cantidades reducidos por las dificultades de transporte se transformó en una fabulosa
población animal. Los reales de minas utilizaron la ganadería como fuerza motriz, de carga y fuente básica
de alimentación. Los mayores problemas suscitados
por la ganadería derivaron de su progresivo aumento.
El ganado caballar fue el primero
en hacerse presentes como cabalgadura. Algunos nobles y caciques indígenas
alcanzaron el privilegio de poseer caballo, distinción que por ley se les restringió más tarde. La
rápida multiplicación del ganado caballar redujo su precio y hasta los españoles y mestizos
pobres dispusieron de caballo.
Las telas de abrigo exigidas por
el clima y la costumbre europea, hicieron
que el ganado lanar u ovino ocupara lugar destacado en la incipiente economía colonial interna, lo mismo que
de ganado caprino, este último muy solicitado por la dieta de los peninsulares
y conveniente por su adaptabilidad a tierras secas y quebradas. Los miembros del
clero, cuyo vestuario también requería lana como materia prima, resultaron empeñosos
propulsores de ganado ovino, fomentando la crianza del mismo.
Peonia era una porción de tierra
de 50 pies de ancho y 100 de largo. La caballería media 100 pies de largo y 200
de ancho (0.41 Km2). Por lo común se le conoció, con el nombre de sitios de
ganado. Estos límites fueron el origen de la estancia, unidad ganadera de la Nueva
España. Las medidas citadas datan de 1513 y fueron aplicadas hasta que se dio
la evolución del sitio a la estancia, unidad
ganadera peculiar de la Nueva España. Las medidas situadas datan de 1513.
Los dueños de las estancias
Toluqueñas, saturadas de ganados trasladaron sus rebaños a la inmensa zona
comprendida entre el río San Juan y Zacatecas. La región adyacente más tarde
conocida como el Bajío, se transformó en el sostén agropecuario de la minería guanajuatense.
El proteccionismo del gobierno
central se manifestó en las instrucciones recibidas por los Virreyes. Así, las dadas
a Velasco, 1550, serían las de comisionar a un oidor de la audiencia para que
visitara las estancias sin ser requerido por los indios y viera si estaban en
perjuicio. En la nueva Galicia, la falta de población aborigen sedentaria,
contribuyó al aumento de ganado que se dispersó con entera libertad por tierras que nadie reclamaba.
Medidas encaminadas a precaver los
daños de labranza y pueblos indígenas fue la de establecer la distancia que
debía separar sus propiedades de las estancias de españoles. Las ordenanzas del
26 de mayo de 1567, modificadas por reales cédulas de 1687 y 1695. Las primeras
debían haber un espacio de 1000 varas entre las estancias y los poblados; las
cédulas reales alargaron la distancia a 1100 varas.
La institución de la Mesta fue la
asociación de dueños del ganado formado por propietarios de estancias que a la
ves la eran de ganados. El cabildo de la ciudad de México estableció en 1529
la organización de la Mesta local. En 1537
el cabildo promulga las primeras ordenanzas autorizadas por el virrey de
Mendoza en 1539. los alcaldes de la Mesta estaban facultados para
perseguir delitos de robos de ganado y castigar a
los culpables. denunciaron mitad
El auge de la ganadería era
palpable a mediados del siglo XVI en 1553 las estancias de Jilotepec tenían entre
20 y 30 mil cabezas de ganado menor. Dos años después, 1555 el Valle de
Matalcingo 60 estancias sumaban más de 150 mil cabezas de ganado vacuno yeguas.
A partir de 1580 se empezó a
observar una reducción apreciable en la multiplicación del ganado. No puede
hablarse de una decadencia generalizada de la ganadería, sino más bien de
un proceso natural de reajuste exigido por
las condiciones del medio ya estabilizado en el XVII; reducción de pastos,
uniformidad de las razas de ganado existentes, población consumidora limitada,
legislación restrictiva que fijó límites a la estancia y número de animales. Todo orientándose a una nueva
situación económica; ganadería y agricultura se van reuniendo en una forma de
explotación más racional y utilitaria; la hacienda.
Problemas y retos que dieron como
resultado una forma de gobierno
El mal manejo de Cortés en las
actividades comerciales y económicas y el mal manejo y uso de gobierno en manos
de Cortes fue uno de los principales motivos que causaron un nuevo gobierno. El
descuido por el Rey, en ese entonces Carlos V, en la Nueva España generaron
muchas dudas y descontentos de la gente para que se formara un gobierno
institucionalizado. Lo cual el Rey Carlos V llevó a cabo. Carlos V organizó una
forma de gobierno virreinal, y èl como jefe supremo de la Nueva España. El fin
de este gobierno fue: guardar el orden en la Nueva España, evitar revueltas de
los grupos indígenas, controlar el comercio hacia España, establecer leyes para controlar el estilo de vida y el mercado en este territorio. El Virrey
debería desarrollar múltiples cargos como por ejemplo; Gobernador, Vice patrono
de la Iglesia, Superintendente de la Real Hacienda,
Capitán General y Presidente de la Real Audiencia de México
Importancia de gobernantes
Los gobernantes de aquella época
llevaron acabo múltiples tareas como fue implementar la religión católica
a los grupos indígenas, institucionalizar leyes religiosas, comerciales,
repartición de tierras, tierras comunales, ejidos, orden y progreso en la sociedad, el comercio de oro y otras cosas a
España, el desarrollo de la agricultura y ganadería, el cobro de impuestos por métodos de opresión, etc.
Esto fue logrado por estos gobernantes gracias al alto rango de poder que el Rey en España les otorgaba.
Herencia Política.
La época Virreinal se puede decir
que causó mucho desarrollo en la Nueva España, pero también oprimió y exprimió
al pueblo común en lo más extenso de la palabra. Este sistema causó la separación de clases
sociales, dejando una muy alta y extrema pobreza. El racismo hacia las diferentes razas
indígenas jugó un gran papel en la limitación de clases sociales. Esto creó el
caciquismo en las tierras y también creo la Burguesía en la Nueva España. Como
consecuencia de esto vino la injusticia en la repartición de las tierras, la
indiferencia en las clases sociales e injusticia en el reparto de impuestos. La
iglesia jugo un gran papel en esta época, como mediador y represor de la gente,
esta llevaba a cabo el papel de mantener a la gente con ideales que al gobierno
le convenía.
También, la iglesia sirvió como
forma para recaudar impuestos para el gobierno con formas de implementar miedo
y oprimiendo al pueblo. Toda esta serie de eventos fue lo que creó las bases para lo
que después fue la independencia de México.
Principales virreyes de la nueva
España
La Nueva España quedó bajo
el dominio del rey de España, quien nombró a
un gobernador del territorio conquistado, que se le consideraba como Capitanía
General. A estos se les llamó virreyes y representaban al rey y velaban por los
intereses de la Corona española en el vencido Imperio Azteca. En total fueron
62 virreyes.
Hernán Cortés 1519-1524
Antonio de Mendoza 1535-1550
Luis de Velasco 1550-1564
Gastón de Peralta 1566-1568
Martín Enríquez de Almanza 1568-1580
Lorenzo Suárez de Mendoza 1580-1583
Pedro Moya de Contreras 1584-1585
Álvaro Manrique de Zúñiga 1585-1590
Luis de Velasco 1590-1595
Gaspar Zúñiga y Acevedo 1595-1603
Juan de Mendoza y Luna 1603-1607
Luis de Velasco(hijo) 1607-1611
Fray García Guerra 1611-1612
Diego Fernández de Córdoba 1612-1621
Diego Carrillo de Mendoza 1621-1624
Rodrigo Pacheco Osorio 1624-1635
Lope Díaz de Armendáriz 1635-1640
Diego López Pacheco 1640-1642
Juan de Palafox y Mendoza 1642
García Sarmiento de Sotomayor 1642-1648
arco de Torres y Rueda 1648-1649
Luis Enríquez Guzmán 1650-1653
Francisco Fernández de la Cueva 1653-1660
Juan de Leyva de la Cerda 1660-1664
Diego Osorio de Escobar y Llamas 1664
Sebastián de Toledo Molina 1664-1672
Pedro Nuño Colón de Portugal 1672
Fray Payo Enríquez de Rivera 1672-1680
Tomas Antonio de la Cerda y Aragón 1680-1686
Melchor Portocarrero Lazo de la Vega 1686-1688
Gaspar de Sandoval Silva y Mendoza 1688-1696
Juan de Ortega Montañés 1696
José Sarmiento y Valladares 1696-1701
Juan de Ortega Montañés 1701-1702
Francisco Fernández de la Cueva 1701-1711
Fernando de Alencastre Noroña y Silva 1711-1716
Baltasar de Zúñiga y Guzmán 1716-1722
Juan de Acuña y Manrique 1722-1734
Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta 1734-1740
Pedro de Castro y Figueroa 1740-1741
Pedro Cebrián y Agustín 1742-1746
Francisco Güemes y Horcasitas 1746-1755
Agustín de Ahumada y Villalón 1755-1760
Francisco Caxigal de la Vega 1760
Joaquín de Monserrat 1760-1766
Carlos Francisco de la Croix 1766-1771
Antonio María de Bucareli y Urzúa 1771-1779
Martín de Mayorga 1779-1783
Matías de Gálvez 1783-1784
Bernardo de Gálvez 1785-1786
Alonso Núñez de Haro y Peralta 1787
Manuel Antonio Flores 1787-1789
Juan Vicente de Güemes Pacheco 1789-1794
Miguel de la Grúa Talamanca 1794-1798
Miguel José de Azanza 1798-1800
Félix Berenguer de Marquina 1800-1803
José de Iturrigaray 1803-1808
Pedro Garibay 1808-1809
Francisco Javier Venegas 1810-1813
Félix María Calleja del Rey 1813-1816
Juan Ruiz de Apodaca 1816-1821
Juan O'Donojú 1821
Antonio de Mendoza 1535-1550
Luis de Velasco 1550-1564
Gastón de Peralta 1566-1568
Martín Enríquez de Almanza 1568-1580
Lorenzo Suárez de Mendoza 1580-1583
Pedro Moya de Contreras 1584-1585
Álvaro Manrique de Zúñiga 1585-1590
Luis de Velasco 1590-1595
Gaspar Zúñiga y Acevedo 1595-1603
Juan de Mendoza y Luna 1603-1607
Luis de Velasco(hijo) 1607-1611
Fray García Guerra 1611-1612
Diego Fernández de Córdoba 1612-1621
Diego Carrillo de Mendoza 1621-1624
Rodrigo Pacheco Osorio 1624-1635
Lope Díaz de Armendáriz 1635-1640
Diego López Pacheco 1640-1642
Juan de Palafox y Mendoza 1642
García Sarmiento de Sotomayor 1642-1648
arco de Torres y Rueda 1648-1649
Luis Enríquez Guzmán 1650-1653
Francisco Fernández de la Cueva 1653-1660
Juan de Leyva de la Cerda 1660-1664
Diego Osorio de Escobar y Llamas 1664
Sebastián de Toledo Molina 1664-1672
Pedro Nuño Colón de Portugal 1672
Fray Payo Enríquez de Rivera 1672-1680
Tomas Antonio de la Cerda y Aragón 1680-1686
Melchor Portocarrero Lazo de la Vega 1686-1688
Gaspar de Sandoval Silva y Mendoza 1688-1696
Juan de Ortega Montañés 1696
José Sarmiento y Valladares 1696-1701
Juan de Ortega Montañés 1701-1702
Francisco Fernández de la Cueva 1701-1711
Fernando de Alencastre Noroña y Silva 1711-1716
Baltasar de Zúñiga y Guzmán 1716-1722
Juan de Acuña y Manrique 1722-1734
Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta 1734-1740
Pedro de Castro y Figueroa 1740-1741
Pedro Cebrián y Agustín 1742-1746
Francisco Güemes y Horcasitas 1746-1755
Agustín de Ahumada y Villalón 1755-1760
Francisco Caxigal de la Vega 1760
Joaquín de Monserrat 1760-1766
Carlos Francisco de la Croix 1766-1771
Antonio María de Bucareli y Urzúa 1771-1779
Martín de Mayorga 1779-1783
Matías de Gálvez 1783-1784
Bernardo de Gálvez 1785-1786
Alonso Núñez de Haro y Peralta 1787
Manuel Antonio Flores 1787-1789
Juan Vicente de Güemes Pacheco 1789-1794
Miguel de la Grúa Talamanca 1794-1798
Miguel José de Azanza 1798-1800
Félix Berenguer de Marquina 1800-1803
José de Iturrigaray 1803-1808
Pedro Garibay 1808-1809
Francisco Javier Venegas 1810-1813
Félix María Calleja del Rey 1813-1816
Juan Ruiz de Apodaca 1816-1821
Juan O'Donojú 1821
6. La Sociedad y
las rebeliones
Panorama general
de una sociedad de la Nueva España en
el Siglo XVI.
El panorama
general de una sociedad en el Siglo XVI era muy extensa. Había desde indios,
negros y esclavos hasta virreyes, nobleza y sacerdotes. La sociedad mas pobre
en esas épocas eran los negros que fueron traídos como esclavos desde África o
bien a través de Estados Unidos; estos hacían el trabajo agotador,
especialmente el del campo relacionado a la agricultura y
eran muchas veces explotados. Los indígenas, se podría decir que eran la segunda clase después
de los negros; estos también hacían labor muy pesada en el campo pero no eran
esclavos ni maltratados. Luego venía la clase media que era compuesta por
mestizos y por alguna parte de los criollos, esta era la que mandaba a los
esclavos e indígenas, también era a veces dueña de tierras e industrias pequeñas.
Los españoles, criollos ricos, los sacerdotes y la nobleza encabezaban la
sociedad alta. Eran los dueños de las tierras y los que gobernaban al país ya
sea militarmente o civilmente. La nobleza estaba constituida básicamente de
españoles y criollos ricos, casi siempre tenían parentesco con el Rey o Virrey
de la Nueva España. Los sacerdotes, en esa época tenían mucha influencia sobre
la sociedad pues tenían mucho dinero y poder para
gobernar.
Castas.
Se daba el nombre
genérico de castas a las clases formadas por personas de sangre mezclada.
No eran grupos cabalmente
cerrados como los de la India, ya que, por ejemplo un aborigen podía
casar con una persona de
sangre española. Los grupos más importantes de dichas castas fueron: los
mestizos, con sangre de indios y de españoles, que fueron lo más numerosos, y
cuyos descendientes, andando el tiempo, han llegado a ser los componentes que
en mayor número habitan el suelo mexicano,
si bien entonces fueron vistos con menos aprecio por algunos; los mulatos, con
sangre de españoles y negros, y los zambos con sangre de indios y de negros.
Grupos
Dominantes.
Los españoles
formaron el grupo mas
numeroso de los pobladores de sangre mezclada después de los indios. A América llegaron
miles de ellos. Eran individuos de casi todas las clases sociales y su
condición cultural y moral fue
de todas índoles, como sucede con un pueblo en general como se pone en marcha.
Hubo picaros y santos; analfabetas y universitarios; aventureros y hombres de gobierno. Entre los conquistadores y colonos
de las primeras épocas predominaron los súbditos de la Corona de Castilla, de
las provincias siguientes: Andalucía, las dos Castillas, Extremadura, Asturias
y León, aunque posteriormente fueron numerosos los Vascos y los de
Santanderinos. De Aragón casi no llegaron. Españoles los había en casi todas
las clases sociales de Nueva España desde funcionarios encumbrados, hasta
simples labradores y artesanos pero, como era natural, los puestos más
importantes de la administración pública estaban en sus manos, aunque había
excepciones en muchos sentidos.
Los criollos eran
los descendientes de los españoles nacido en América. Con el correr del tiempo
fueron más numerosos que los españoles y psicológica y socialmente llegaron a
diferenciarse de estos. Los Criollos también desarrollaron un papel muy
importante en la alta sociedad de la Nueva España y llegaron a ocupar puestos
muy altos en el gobierno.
Familias
Prominentes.
Las familias más
importantes de esa época eran los nobles que fundamentalmente consistía de
españoles y algunos criollos ricos. Los virreyes acostumbraban tener grandes
familias en las cuales ocupaban altos puestos los familiares. En total fueron
61 Virreyes. También hubo otros personajes destacados en la religión como Fray Bartolomé de las Casas, que
ayudo mucho a los indígenas, Pedro Moya de Contreras y Fray Juan de Zumárraga.
Entre otros personajes estaban Fray Alonso de la Vera Cruz como teólogo y
filósofo; Padre Juan Diaz como historiador; en literatura estaba
Francisco Cervantes de
Salazar y hombres de medicina como
el doctor Alonso López Hinojosa.
Indígenas.
Hasta antes de la Conquista española,
algunas zonas del territorio mexicano, sobre todo en el centro y otras del Sur
y Sureste estuvieron muy pobladas. Su número es impreciso, y aún a sido
exagerado notoriamente por algunos. A este propósito conviene decir que los
acontecimientos que provocaron un disminución demográfica fueron las
siguientes: las guerras y
opresiones criminales, el mestizaje y de modo muy destacado los padecimientos
que se difundieron y que nadie podría prever, llegados del Viejo Mundo contra
los cuales los nativos no tenían defensa natural alguna, hablar de un genocidio
deliberado o semiconsciente es falso por anti histórico. Los indígenas en la
Nueva España básicamente hacían el trabajo pesado
de la sociedad pero no eran los esclavos de una sociedad.
El período
histórico que se conoce como Independencia empieza, estrictamente hablando, el 16
de septiembre de 1810 cuando Miguel Hidalgo da el llamado "Grito de
Dolores" y termina el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército
Trigarante a la Ciudad de México. La idea detrás de este movimiento revolucionario
era liberarse del gobierno español y
dejar de ser un virreinato. Esta etapa da fin a la llamada época colonial
mexicana.
Como es lógico,
antes de 1810 hubo ya antecedentes importantes de la nueva ansia libertaria que
operaba, principalmente, en los criollos. Se dice que, antes de estallar la
lucha, el ideólogo del movimiento fue el fraile Melchor de Talamantes, que
hacía circular escritos subversivos en los que afirmaba que el territorio
mexicano, por tener "todos los recursos y
facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus habitantes",
podía hacerse independiente y que, además de posible, la independencia era
deseable porque el gobierno español no se ocupaba del bien general de la Nueva España,
como se ocuparía un gobierno libre, constituido por mexicanos.
Puede intentarse
una división del movimiento independentista en cuatro etapas:
Durante la
primera etapa de la guerra (16 de septiembre de 1810 al 21 de marzo de 1811),
las fuerzas insurgentes, comandadas por Hidalgo y Allende, fueron engrosándose, a partir de
Dolores, en Atotonilco, San Miguel, Celaya, Salamanca, Irapuato y Silao;
libraron batalla por la toma de Guanajuato (28 de septiembre), tomaron sin resistencia Valladolid
(17 de octubre), derrotaron a los realistas en el monte de las Cruces (30 de
octubre), desistieron de acercarse aún más a la ciudad de México, regresando
hacia el Bajío, y en Aculco fueron derrotadas y diezmadas (7 de noviembre) por
el ejército virreinal. Hidalgo huyó a Valladolid y Allende a Guanajuato. Este
descalabro se compensó en cierto modo con la acción de
otros jefes insurgentes en distintos lugares del país: Rafael Iriarte, en León,
Aguascalientes y Zacatecas; los legos juaninos Luis de Herrera y Juan de Villerías,
en San Luis Potosí; Tomás Ortiz y Benedicto López, en Toluca y Zitácuaro; Ávila
y Ruvalcaba, en Cuernavaca; Miguel Sánchez y Julián Villagrán, en el extenso
valle del Mezquital; José María Morelos, en la Tierra Caliente
de Michoacán y Guerrero; Gómez Portugal, Godínez, Alatorre y Huidobro, en el
valle alto de La Barca; y José Antonio Torres, en territorio de Colima y en el
sur de Jalisco, hasta que al fin tomó Guadalajara (11 de noviembre), abriendo
el camino para que Hidalgo entrase a la antigua capital novogalaica
el 26 de noviembre. Poco tiempo tuvo el caudillo para disponer y legislar:
entre esa fecha y el 13 de diciembre, nombró jefes de las fuerzas insurgentes
de San Blas, al cura José María Mercado; de Tepic, a Rafael Híjar; de
Chihuahua, a Simón de Herrera, y de las Provincias Internas de Occidente, a
José María González Hermosillo; publicó el decreto de abolición de la esclavitud, derogación de tributos, prohibición del uso del papel
sellado y extinción de estancos; ordenó que las tierras se entregaran a los
naturales, sin que pudieran volver a arrendarse (5 de diciembre); señaló un
plazo de 10 días para que los amos pusieran en libertad a
los esclavos (6 de diciembre); nombró ministro de Estado y
del Despacho a Ignacio López Rayón, y de Gracia y Justicia a
José María Chico; designó cuatro oidores; expidió credenciales como
representante diplomático en Estados Unidos a Pascasio Ortiz de Letona, y
confió a Francisco Severo Maldonado la edición de
El Despertador Americano. Estas acciones respondían
al doble carácter —libertario
y agrario— del movimiento de Independencia. A estos hechos siguieron la
desastrosa batalla de Puente de Calderón (17 de enero), la huida hacia el
norte, con la esperanza de hallar auxilio en Estados Unidos, y el prendimiento
y muerte de
Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, principalmente. El nuevo virrey, Francisco
Javier Venegas, quien sustituyó a la Audiencia, había llegado a Veracruz el 25
de agosto y a la ciudad de México el 13 de septiembre, tres días antes de la
sublevación. Al organizar la contraofensiva se sirvió del general Félix María
Calleja del Rey, quien después de Aculco, recuperó Guanajuato (25 de
noviembre), derrotó a Hidalgo y a Allende en Puente de Calderón y recobró
Guadalajara (21 de enero de 1811) y San Luis Potosí (5 de marzo); el también
brigadier José de la Cruz, que reintegró a la Corona Valladolid (28 de
diciembre de 1810); Alejo García Conde, gobernador de Sonora, que venció a
Hermosillo en San Ignacio Piaxtla (8 de febrero de 1811); Manuel Ochoa, que
retomó Zacatecas (17 de febrero); y otros jefes que derrotaron a los
insurgentes en San Blas (31 de enero), San Antonio de Béjar (1° de marzo) y
Monclova (17 de marzo). En estas acciones murieron el cura José María Mercado,
Ignacio Aldama, el padre Salazar, Villerías y Herrera. Iriarte, a su vez, fue
fusilado por los mismos insurgentes. Del grueso de la fuerza inicial,
sólo sobrevivió el cuerpo de 6 mil hombres cuyo mando confió Allende en
Saltillo a Ignacio López Rayón, antes de partir rumbo a Estados Unidos. Éste
realizó una brillante retirada hacia el sur, internándose en Michoacán.
La segunda etapa
(abril de 1811 a 22 de diciembre de 1815) se caracterizó por el recrudecimiento
de la guerra en el centro del país y por la expresión, mucho más clara, de los principios ideológicos
del movimiento, en los cuales estuvieron inspirados los intentos de organización gubernamental.
Gracias a las victorias que tuvieron en Zitácuaro Juan B. de la Torre (20 de
marzo de 1811) y López Rayón (22 de junio), pudo éste, el 19 de agosto,
establecer en esa ciudad la Junta Nacional, que conservaría —al igual que en
España— los derechos de Fernando VII, organizaría los
ejércitos y procuraría libertar a la patria de la opresión. Por elección de 10
jefes regionales —Ignacio Martínez, Tomás Ortiz, Benedicto López, José Vargas,
Juan Albarrán, José Ignacio Ponce de León, Manuel Manso, José Miguel Serrano,
Remigio Yarza y José Ignacio Izaguirre— fueron electos vocales López Rayón —que
sería presidente—, José María Liceaga y José Sixto Verduzco, cura éste de
Tusantla. El cuerpo tomó el nombre de Suprema Junta Nacional Americana o
Congreso Nacional Gubernativo. A José María Morelos se le expidió nombramiento
de teniente general y más tarde se le nombró cuarto vocal. El 1° de enero de
1812 la Junta abandonó Zitácuaro ante el ataque de las fuerzas de Calleja, que
incendiaron "la infiel y criminal villa" y despojaron de todos sus
derechos a los pueblos indígenas comarcanos. Los vocales huyeron a Tlalchapa y
luego a Sultepec, donde el doctor José María Cos, cura del burgo de San Cosme
(hoy Villa Cos, Zac.), publicó un manifiesto, sus Planes de paz y guerra (16 de
marzo) y los periódicos El Ilustrador Nacional (11 de abril al 30 de mayo) y El
Ilustrador Americano (a partir del 27 de mayo). Sostenía Cos "la
residencia de la soberanía en
la masa de la nación", que los españoles no podían
atribuirse la potestad de representar al monarca y que los americanos no debían
obedecer a los peninsulares; si éstos aceptaban la formación en México de un
Congreso que defenderse los derechos del rey prisionero, renunciando a sus
empleos y a las armas, América contribuiría a los gastos de
la lucha contra Napoleón; de otro modo, se trataría de
suavizar los extremos de la guerra, pues ambos bandos reconocían a Fernando
VII. Casi simultáneamente (20 de abril), Rayón envió a Morelos su proyecto de Constitución —Elementos
Constitucionales—, que establecía la religión católica sin tolerancia de
otra; sostenía que el pueblo era el origen de la soberanía, la cual residía en
Fernando VII, y sería ejercida por tres organismos —una Junta, un Consejo de
Estado y un Congreso de representantes nombrados por los ayuntamientos—, aun
cuando la iniciación de las leyes se
reservaba a un "protector nacional"; preveía un generalísimo,
nombrado por el Consejo y con poderes dictatoriales, para tiempos de guerra;
declaraba la libertad de comercio y
la de imprenta en
materias científicas y políticas; adoptaba el Habeas corpus para la seguridad personal, y suprimía la esclavitud, las
castas, el tormento y los exámenes a los artesanos.
Mientras tanto,
la Constitución de Cádiz —10 títulos con 384 artículos— fue jurada por las
Cortes de España el 19 de marzo de 1812, y promulgada en México el 30 de
septiembre siguiente, al pie de la estatua ecuestre de Carlos IV, al centro de
la plaza Mayor, que en ese acto cambió su nombre por el de la Constitución.
Redactada para normar la monarquía, implantó la soberanía nacional y
acabó con el poder absolutista: el Título III atribuyó amplias facultades a las
Cortes e impuso severas restricciones al monarca, al punto de que las oficinas
públicas, que añadían a su denominación el adjetivo real, usaron a partir de
ese momento el de nacional. Las novedades jurídicas que más interesaron en
Nueva España, sin embargo, fueron la libertad de imprenta y el derecho
electoral para el nombramiento de ayuntamientos. Como consecuencia de lo
primero, se publicaron multitud de impresos, entre otros los periódicos El
Juguetillo, de Carlos María de Bustamante, y El Pensador Mexicano, de Joaquín
Fernández de Lizardi; y, a resultas de lo segundo, el 29 de noviembre, en medio
de un gran regocijo, el pueblo eligió a los electores, todos mexicanos, que a
su vez deberían nombrar a los miembros del nuevo Ayuntamiento de la capital. El
mismo resultado tuvieron los comicios en Puebla, Toluca y otras ciudades. Estos
primeros ensayos de democracia fueron
reprimidos por el virrey, de acuerdo con la Audiencia: el 5 de diciembre
suspendió la vigencia del Artículo 371 y a fines del mes dispuso que
continuasen ejerciendo las antiguas corporaciones municipales y que quedasen
sin efecto todas las demás prescripciones de la Constitución. Estos hechos
provocaron el recrudecimiento de la revolución de
Independencia. En julio del año siguiente, 31 diputados americanos, encabezados
por Miguel Ramos Arizpe, pidieron que la Regencia de España diera cuenta a las
Cortes de estos irregulares acontecimientos, pero el Consejo de Estado confirmó
que en México, mientras durase la insurrección, debía existir un régimen militar.
En estas
circunstancias, el 2 de noviembre de 1812 Morelos propuso a López Rayón, desde
Tehuacán, "que se le quite la máscara a la independencia", y el día
7, en una comunicación más
explícita, insistió en evitar toda mención a Fernando VII en los planes
revolucionarios de gobierno. Pero si de este modo se dirigía al presidente de
la Junta Suprema en lo privado, en lo público conservaba su aparente adhesión
al monarca, a quien mandó jurar reconocimiento y obediencia el 5 de diciembre
siguiente, una vez que tomó la ciudad de Oaxaca. Allí mismo, el día 23 dirigió
un manifiesto aclarando algunas ideas: "Las cortes de Cádiz han asentado
más de una vez —decía— que los americanos eran iguales a los europeos, y para
halagarnos más nos han tratado de hermanos; pero si ellos hubieran procedido
con sinceridad y buena fe, era consiguiente, que al mismo tiempo, que
declararon su Independencia, hubieran declarado la nuestra, y nos hubieran
dejado en libertad de establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron
el suyo... Si ellos tienen por heroísmo —añadía— rechazar el yugo de Napoleón,
nosotros no somos tan viles y degradados que suframos el suyo".
José María
Morelos había recibido de Hidalgo, el 20 de octubre de 1810 en Indaparapeo, la misión de
insurreccionar el sur. En su recorrido inicial por la Tierra Caliente
de Michoacán y la costa y la sierra de Guerrero, se le unieron los hermanos
Galeana, Vicente Guerrero, Juan Álvarez y los miembros de la familia Bravo.
En su primera campaña derrotó a los realistas en Tres Palos, frente a Acapulco (5 de enero de 1811), pero en febrero
no pudo tomar la fortaleza de ese puerto; se apoderó de Chilpancingo (24 de
mayo) y Tixtla (26 de mayo), batió al realista Fuentes (16 de agosto) y se posesionó de
Chilapa y Tlapa (principios de noviembre). En su segunda campaña se extendió al
norte del actual Guerrero, al sur de Puebla y al territorio de la entidad que
llevaría su nombre: tomó Chiautla (diciembre), dividió su ejército en tres
cuerpos —Bravo hacia Oaxaca, Galeana hacia Tasco y él mismo contra Izúcar—,
entró a Cuautla (25 de diciembre), a Tenango y a Tenancingo (22 de enero de
1812) y regresó a Cuautla, para resistir el sitio que le puso Calleja durante
58 días y que al fin rompió el 2 de mayo. En el curso de estas acciones se le
unieron José Manuel Herrera, Mariano de Tapia, Mariano Matamoros, Juan
Nepomuceno Rosáinz y Antonio Sesma y sus hijos. La tercera campaña (junio de
1812 a agosto de 1813) tuvo como puntos sobresalientes el combate de Huajuapan
(13 de julio), la reorganización de sus tropas en Tehuacán (10 de agosto a 7 de
noviembre) —tomada desde el 6 de mayo por el padre Sánchez—, la entrada a
Orizaba para destruir el tabaco almacenado por los realistas (29 de
octubre) y las tomas de Oaxaca (25 de noviembre) y de Acapulco (20 de agosto de
1813).
Simultáneamente a estos acontecimientos, operaban en Michoacán los jefes
Muñiz, Navarrete, Anaya y José Antonio Torres, que incomunicaron Valladolid
durante ocho meses. Torres fue al fin sorprendido, ahorcado y descuartizado (23
de mayo de 1812). En Guanajuato se hicieron famosos los guerrilleros Albino
García (fusilado el 8 de junio de 1812), Bernardo Gómez de Lara (fusilado el 17
de noviembre de 1811), Vicente Gómez y otros; en Huichapan y el Mezquital, los
Villagrán; y en el norte de Puebla y los llanos de Apan, Francisco Osorno.
Después de Cuautla, fueron significativas las acciones de los sacerdotes
Alarcón y Moctezuma contra Orizaba (28 de mayo de 1812) y Córdoba (3 de junio
siguiente) y la de Valerio Trujano en Yanhuitlán. Así, a fines de 1812, la
capital del virreinato estaba rodeada, aunque a distancia, por un círculo de
fuerzas insurgentes, ninguna de cuyas facciones estaba sometida a la autoridad de la Suprema Junta Nacional Americana. El 17
de junio de 1812 los vocales habían salido de Sultepec, acosados por los
realistas: Rayón huyó a Tlalpujahua, Verduzco a Huetamo y Liceaga a Yuriria.
Cada uno libró por su cuenta combates infructuosos, que suscitaron
recriminaciones recíprocas, hasta que Rayón declaró suspensos en su
representación a sus colegas (abril de 1813). Morelos, deseando superar las
diferencias de la Junta, convocó en mayo de 1813 al Congreso de Chilpancingo,
cuyo reglamento formuló el 13 de septiembre.
El Congreso Nacional Constituyente se instaló en el templo parroquial de
Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, previa la reunión preparatoria del
día 13, en que se atribuyó a la asamblea el nombre de Primer Congreso de
Anáhuac. Morelos había nombrado seis diputados para representar a las
provincias dominadas por los españoles: Rayón (Guadalajara), Verduzco
(Michoacán), Liceaga (Guanajuato), Carlos María de Bustamante (México), José
María Cos (Veracruz) y Andrés Quintana Roo (Puebla); y las provincias de Tecpan
y Oaxaca, en poder de los insurgentes, a José Manuel Herrera y José María
Murguía, respectivamente. A la instalación sólo concurrieron estos dos últimos,
Quintana Roo y Verduzco. Más tarde llegaron Bustamante (fines de octubre),
Rayón (2 de noviembre) y Liceaga (día 6 siguiente). Fueron secretarios Cornelio
Ortiz de Zárate y Carlos Enríquez del Castillo. En la primera sesión formal,
Morelos presentó, por conducto de Juan Nepomuceno Rosáinz, su secretario, los
Sentimientos de la Nación (v. texto completo), según los cuales debía declararse la
Independencia, ser la católica la única religión, crear los poderes
legislativo, ejecutivo y judicial, dar los empleos a los americanos, respetar
la propiedad pero confiscar sus bienes a los españoles, y abolir la esclavitud, las
castas, los estancos y los tributos. El día 15 se nombró generalísimo a Morelos
con el tratamiento de alteza serenísima, que declinó el caudillo para adoptar
el de Siervo de la Nación, y el 18 cesó la antigua Junta; pero cuando Rayón se
incorporó a la asamblea, varias veces requerido por Morelos, todavía sostuvo la
idea de que el Congreso gobernase a nombre de Fernando VII, lo cual fue
rechazado por la mayoría de diputados. Salvado este último obstáculo, el 6 de
noviembre se firmó el Acta solemne de la Declaración de la Independencia de
América Septentrional (v. texto completo), inspirada "en las presentes
circunstancias de la Europa".
Morelos salió de Chilpancingo el 7 de noviembre a iniciar su cuarta
campaña militar, cuyo primer objetivo era la toma de Valladolid, apoyado por las
fuerzas de Matamoros y Nicolás Bravo, que hizo moverse desde Veracruz y Puebla.
Aunque trató de disimular estos movimientos, los conoció muy a tiempo Félix
María Calleja, que era ya virrey desde el 4 de marzo, quien movilizó hacia
aquella plaza las divisiones de Toluca y Guanajuato, al mando de Llano y Agustín
de Iturbide. El 23 de diciembre, los soldados de éstos y los de la guarnición
tomaron a dos fuegos a los hombres de Galeana y Bravo en El Zapote,
dispersándolos; el 24, una audaz incursión nocturna de Iturbide provocó un
combate entre los propios insurgentes, que fue desastroso; y el 5 de enero de
1814, en Puruarán, los realistas acabaron con el resto del ejército
independiente e hicieron prisionero a Matamoros. Una columna realista, al mando
de Armijo, avanzó luego al sur y en las márgenes del Mezcala derrotó a la tropa
de Víctor Bravo, que protegía Chilpancingo. En cuanto los miembros del Congreso
se enteraron de estos sucesos, se trasladaron a Tlacotepec, donde se les unió
Morelos, al que despojaron del mando como generalísimo para asumir ellos el
poder ejecutivo. Armijo entró a Tixtla, Chilapa y Chilpancingo, derrotó a
Rosáinz en Chichihualco, a Guerrero, Galeana y los Bravo (19 de febrero) y puso
en fuga a Morelos y al Congreso.
Mientras tanto, el Congreso hacía un penoso recorrido por Ajuchitlán,
Tlalchapa, Uruapan, las haciendas de Santa Efigenia y Tiripitío, Ario y
Apatzingán, en cuyo trayecto los diputados —algunos de los anteriores y otros
recién nombrados— fueron redactando los puntos de la Constitución. Ésta, con el
nombre de Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, fue
sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814. Consta de 242 artículos,
divididos en Principios o Elementos Constitucionales (seis capítulos),
dedicados a la religión, la soberanía, la ley y los derechos y obligaciones de los ciudadanos; y Forma de Gobierno,
estableciendo el Congreso, el Supremo Gobierno —formado por un triunvirato— y
el Supremo Tribunal de Justicia. Firmaron el documento los diputados José María
Liceaga, presidente (Guanajuato), José Sixto Verduzco (Michoacán), José María
Morelos (Nuevo Reino de León), José Manuel de Herrera (Tecpan), José María Cos
(Zacatecas), José Sotero de Castañeda (Durango), Cornelio Ortiz de Zárate
(Tlaxcala), Manuel de Aldrete y Soria (Querétaro), Antonio José Moctezuma
(Coahuila), José María Ponce de León (Sonora) y Francisco de Argándar (San Luis
Potosí), y los secretarios Remigio de Yarza y Pedro José Bermejo. Lo
promulgaron, como miembros del Supremo Gobierno, Liceaga —presidente—, Morelos
y Cos. López Rayón, Sabino Crespo, Quintana Roo, Bustamante y Sesma, aunque
contribuyeron a su redacción, no pudieron firmarlo por estar ausentes. El Decreto Constitucional
—redactado, según Morelos, por Herrera, Quintana Roo, Sotero Castañeda, Verduzco
y Argándar— estuvo inspirado en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y parcialmente en la
Constitución de Cádiz. Aparte de que este documento era ineficaz en tiempos de
guerra, por lo complicado de los mecanismos de gobierno, entrañaba un absolutismo del Congreso, cuya víctima principal habría de
ser el propio Morelos.
Después del desastre de Puruarán, que de hecho puso término a su carrera
militar, Morelos pasó a la hacienda de Santa Lucía, a Coyuca, desde donde pidió
al virrey canjear a Matamoros por 200 prisioneros, y luego al puerto de
Acapulco, donde mandó degollar a éstos e incendiar la ciudad, una vez que se
rechazó su oferta y Matamoros fue fusilado. El 14 de abril Armijo
recuperó Acapulco y uno de sus hombres, el comandante Avilés, liquidó a Galeana
el 22 de junio, en tanto las milicias españolas de Guatemala tomaban Tehuantepec. Otra vez unido al
Congreso, en Ario, con sólo los hombres de su escolta, Morelos marchó con los
diputados a Uruapan y más tarde decidieron cambiar su sede a Tehuacán. La
custodia del grupo se confió a Morelos, muy a pesar de que el Artículo 168 de
la Constitución prohibía a los miembros del poder ejecutivo tener mando de
fuerza armada, salvo circunstancias extraordinarias. El 29 de septiembre salió
la caravana, por caminos inusuales, tratando de esquivar el encuentro con los
realistas. El virrey, por su parte, cubrió con tropas todas las posibles rutas,
desde Temascalcingo hasta Cuautla. El 3 de noviembre los representantes de los
poderes nacionales vadearon el río Mezcala en Tenango y el 5, estando ya en
Tezmalaca, fueron alcanzados por las fuerzas del teniente coronel Manuel de la
Concha. A poco de iniciado el combate, los insurgentes se dispersaron y fueron
perseguidos. Morelos, a pie y sin armas, fue detenido por Matías Carranco, un
antiguo soldado suyo que se pasó a las filas realistas. Conducido a México,
bajo la vigilancia de Concha, murió fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22
de diciembre de 1815. (V. MORELOS Y PAVÓN, JOSÉ MARÍA). En los meses
anteriores, López Rayón se refugió en las montañas del norte de Puebla, e igual
hizo Rosáinz, uno y otro nombrados por el Congreso para hacer la guerra en las
mismas áreas, lo cual provocó entre ellos serias desavenencias. Cuando Zacatlán
cayó en manos de los realistas (25 de septiembre), Rayón huyó hasta Cóporo, y
Rosáinz fue detenido por los propios insurgentes, de quienes huyó en Chalco
para indultarse e informar al virrey del estado de la revolución.
La tercera etapa de la guerra (1816-1819) se caracterizó por la
actividad de caudillos secundarios y la fugaz campaña de Francisco Javier Mina.
En el curso de 1816 los insurgentes sufrieron importantes derrotas: Osorno fue
batido por Concha en Venta de Cruz y San Felipe (21 y 23 de abril);
Mariano Guerrero y Rafael Villagrán se acogieron al indulto (agosto); los
realistas recuperaron la isla de Janitzio, en el lago de Pátzcuaro (13 de
septiembre), el fuerte de Monte Blanco, junto a Córdoba (7 de noviembre), la
isla de Mezcala, en la laguna de Chapala (25 de noviembre), y el fuerte de
Cuiristarán (10 de diciembre), motivo por el cual depusieron las armas Herrera,
Cos, Gordiano, Guzmán, Vicente Gómez, el padre Castellanos, Encarnación Rosas, José María Vargas y Melchor Múzquiz. En 1817 capitularon Ramón Rayón en el fuerte de Cóporo, frente a Jungapeo (7 de enero), y
Manuel de Mier y Terán en el cerro Colorado, cerca de Tehuacán (20 de enero);
en Veracruz los españoles recobraron San Juan Coscomatepec (9 de febrero),
Huatusco (17 de febrero), los puentes de Atoyac y Chiquihuite y los fuertes de
La Fortuna, Quimistlán y Palmillas; en Guanajuato, el punto fortificado de la
mesa de los Caballos (10 de marzo), cerca de San Felipe, y en Querétaro el de
La Faja (diciembre). En diciembre, Nicolás Bravo fue desalojado del fuerte de
Cóporo.
En mayo de 1816 había salido de Londres Francisco Javier Mina, patriota
español que combatió a los franceses en la Península y deseaba continuar
batallando en América contra el absolutismo de Fernando VII. Lo acompañaban 32
oficiales españoles, italianos e ingleses y el dominico mexicano fray Servando
Teresa de Mier. En Norfolk y Nueva Orleans, E.U.A., aumentó su hueste y sus
pertrechos, y el 15 de abril de 1815 desembarcó en Soto la Marina con 300
hombres. Ahí perdió sus barcos, atacados por una escuadrilla procedente de
Veracruz; construyó un fuerte, cuyo mando confió al mayor Sarda, y el 24 de
mayo emprendió la marcha hacia el fuerte del Sombrero, al noroeste de
Guanajuato, para unirse al insurgente Pedro Moreno. A pesar de su escasa
fuerza, derrotó en el camino a los realistas Villaseñor, en Valle del Maíz (8 de junio), y a Armiñan, en Peotillos (día 15
siguiente), y después de que llegó a su destino (día 24), a Ordóñez (día 29),
en la hacienda de San Juan de los Llanos. El 1° de agosto Liñán puso sitio al
fuerte y lo tomó el 19 sin que Mina pudiera auxiliar a sus defensores. El 27 de
octubre, en la acción del rancho del Venadito, fue muerto Moreno y capturado
Mina, más tarde fusilado (11 de noviembre) frente al fuerte de Los Remedios
cercano a Pénjamo. El 16 de junio anterior cayó en manos del realista Arredondo
el fuerte de Soto la Marina; en el curso del año se acogieron al indulto Osorno,
Sotero Castañeda, Carlos María de Bustamante, Muñiz y otros; y a fines, fueron
hechos prisioneros Verduzco, López Rayón y Nicolás Bravo.
En 1818 se rindió a los españoles el fuerte del Jaujilla en un islote de
la laguna de Zacapu (6 de marzo), logrando escapar los miembros de una junta
que nombró el Congreso antes de su salida a Tehuacán, algunos de cuyos vocales
fueron más tarde aprehendidos (febrero) y otros fusilados en Huetamo (9 de
junio). Fueron asesinados el padre Torres, defensor de Los Remedios, y José
María Liceaga; fusilados en Pátzcuaro, Nicholson y Yortis, oficiales
sobrevivientes de Mina (junio), e indultados otros jefes insurgentes, como
Amaya, Mariano Tercero, Huerta y los padres Navarrete y Carvajal. En 1819 se
acogieron al perdón realista Arago, Erdozáin y Ramsey, que operaban en
Guanajuato, y José Antonio Magos, que lo hacía en Querétaro. Vicente Guerrero
fue derrotado en el fuerte de Barrabás, en Coahuayutla (mayo), y en Agua Zarca (5 de noviembre), al que después de estos
hechos se unió Pedro Asencio, a su vez desalojado del fuerte de San Gaspar.
Eran éstos los dos únicos jefes insurgentes que continuaban combatiendo a
principios de 1820.
La ofensiva de Wellington en 1813 y la constante actividad de las
guerrillas a retaguardia de los franceses, hicieron posible recobrar Madrid; José Bonaparte abandonó Valladolid y perdió las batallas de Vitoria y
San Marcial; y el 11 de diciembre se firmó el Tratado de Valençay, por el cual
cesó la guerra entre España y Francia y
Napoleón reconoció a Fernando VII como rey; pero las Cortes y la Regencia no
quisieron considerar libre al rey, ni prestarle obediencia, hasta que prestase
el juramento previsto por la Constitución. El 22 de marzo de 1814 Fernando
entró nuevamente a España; el 6 de abril abdicó Napoleón; a fines de ese mes 69
diputados se declararon absolutistas y el 4 de mayo el rey firmó un manifiesto
anulando la Constitución de 1812 y todo cuanto habían hecho las Cortes
"como si no hubieran pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio
del tiempo"; restableció la Inquisición, que había sido abolida por los
diputados; persiguió a los liberales y casi no prestó atención a
las sublevaciones en América.
El 1° de enero de
1820, en la villa de Cabezas de San Juan, de la provincia de Sevilla, se
sublevó el coronel Rafael del Riego con el segundo batallón del Regimiento de
Asturias. En lugar de embarcarse rumbo a América, a luchar contra los
insurgentes, proclamó la Constitución de 1812. El apoyo que el pueblo brindó a
este movimiento obligó a Fernando VII, el 9 de marzo, a jurar la Constitución.
La noticia del triunfo de los liberales en España se recibió en Veracruz el 26
de abril y en México el 29. Durante ese mes y los primeros días de mayo, el
virrey Apodaca, el regente de la Audiencia Bataller y los filipenses Tirado y
Matías Monteagudo conspiraron (Plan de
la Profesa) para impedir el restablecimiento de la Constitución en México.
Postulaban que el rey estaba oprimido por los revolucionarios y que la Nueva
España debía gobernarse por el virrey, con apoyo en las Leyes de Indias, y con
independencia de la metrópoli. La ejecución de estas ideas obligaba a contar
con un jefe militar que mereciera su confianza, el cual creyeron encontrar en
Agustín de Iturbide.
Los comerciantes
de Veracruz, en su mayor parte afiliados a la masonería, o controlados por
ella, temerosos de que el virrey fuera a negarse a jurar la Constitución
liberal, tomaron las armas el 24 de mayo, constituidos en el Batallón de
Voluntarios Fernando VII, y fueron a pedir a José Dávila, comandante general e
intendente de la provincia, que proclamara el código. Éste lo hizo bajo presión, pero advirtió a los amotinados que
ese era un acto precursor de la Independencia. En Jalapa ocurrieron sucesos
semejantes, y en México, el virrey, para evitar que los oficiales de las tropas
españolas, casi todos masones, lo obligaran en el mismo sentido, convocó al
Real Acuerdo el día 31, en cuya sesión él y los oidores hicieron el juramento.
El arzobispo, los tribunales, los empleados y los colegios hicieron lo propio
del 1° al 8 de junio, y el 9 el Ayuntamiento hizo su proclamación.
Los efectos de la
restaurada Constitución de Cádiz consistieron en suscitar la discusión pública
y la expresión de los resentimientos, los temores y las esperanzas de todas las
clases de la sociedad, estimuladas por una conciencia generalizada
en el sentido de la necesidad de un cambio. El fiscal de
la Audiencia, José Hipólito Odoardo, trasmitió en un informe al
ministro de Gracia y Justicia, a fines de octubre de 1820, el estado de
la opinión en Nueva España. Indicaba que desde principios de 1819 la situación
había venido normalizándose, no quedando sino los grupos insurgentes en el
partido de Chilapa, protegidos "por el clima mortífero
y las tierras montuosas" y que la insurrección de 1810 se había dominado
no por las concesiones que se hubieren hecho en favor de los americanos, ni por
las providencias de las Cortes, que cesaron en 1814, "sino por haberse
unido cordialmente al gobierno las tropas veteranas y las milicias, los
eclesiásticos, los empleados, los propietarios y las demás clases
influyentes". Pero advertía que el espíritu público había ya cambiado
enteramente: los militares se quejaban del agravio que se les hizo al
suspenderles después de jurada la Constitución, el aumento de paga de que
disfrutaban; el clero temía por sus rentas e inmunidades y por la existencia de
algunos establecimientos religiosos; los españoles residentes, por lo común
propietarios, no parecían dispuestos a volver a consumir sus fortunas en apoyo
del gobierno, si ocurría una nueva revolución y por ello se ocupaban de ir de
una a otra tertulia "para explorar los planes de independencia que en
ellas se discutían con más o menos embozo", y los abogados y los
oficinistas veían en la eventualidad de un cambio la perspectiva de mejorar en
sus empleos.
El 22 de agosto
se publicó en México la real orden del 8 de marzo anterior, por la cual fueron
puestos en libertad todos los insurgentes que se hallaban presos —Nicolás
Bravo, Ignacio López Rayón y Sixto Verduzco, entre otros— y pudieron volver al país
los exiliados —el marqués de Rayas, Carlos María de Bustamante, Fagoaga, Adalid
y muchos más—. Una consecuencia lateral de la nueva política fue que quienes se habían indultado
con anterioridad empezaron a obtener grados —hasta de teniente coronel— en el
ejército virreinal. Había entonces en México 85 036 soldados, de los cuales 25
mil eran de caballería: 8 448 expedicionarios enviados desde España de 1812 a
1817, 10 620 hombres de tropas veteranas del país; 21 968 miembros de las
milicias provinciales, y 44 mil elementos urbanos encargados de la defensa de
las poblaciones. A los antiguos insurgentes que ya no podían pelear contra estas
fuerzas en los campos de batalla, la Constitución les permitía luchar por las
diputaciones provinciales y por los ayuntamientos.
En noviembre de
1820, el virrey Apodaca, pensando que Iturbide sostendría con las armas el Plan
de la Profesa, le confió la comandancia general del sur, a la que estaban
adscritos los fieles de Potosí, los escuadrones de Isabel y los batallones de
Tres Villas y de Murcia, jefaturados por españoles, los infantes de la Corona,
el Batallón del Sur, las milicias de Acapulco y los realistas de Tixtla,
Chilapa y otros pueblos. Iturbide salió a la campaña contra Guerrero el 16 de
noviembre —"para pacificar en breve tiempo todo el reino", según
comunicó al virrey— y a principios de diciembre, a solicitud suya, se le unió en
Teloloapan el Regimiento de Celaya, que él mismo comandaba y cuya oficialidad
le era enteramente adicta. En diciembre consiguió de Apodaca que le enviase el
cuerpo de caballería de la frontera —que
el propio Iturbide había tenido bajo su mando en el Bajío—, que se le
remitieran más abundantes pertrechos y municiones, y se le destinasen fuertes
sumas en efectivo, tanto para cubrir la paga de la tropa cuanto para invertir
en compra de voluntades, y en espías, pues de todos los recursos posibles
"los más eficaces —decía— son distribuir la moneda con prudente
liberalidad, pues por ella aventuran los hombres sus vidas, y hacen esfuerzos
que no practicarían por ningún otro estímulo".
El 2 de enero de
1821 Guerrero derrotó a una partida realista en Zapotepec y el 5 Asencio
desbandó a otra en Tlatlaya. Estos hechos persuadieron a Iturbide de que la
campaña contra los insurgentes sería larga, y al parecer advirtió entonces la
conveniencia de contar con ellos en los planes de Independencia, en lugar de
empeñarse en una nueva y sangrienta contienda. El día 10 escribió a Guerrero
instándolo a someterse y haciendo votos por la emancipación; éste contestó el
20 rechazando el indulto, pero ofreciéndole colaborar si en efecto buscaba la
separación de España. Antonio de Mier, representante de Iturbide, y José
Figueroa, de Guerrero, dieron cima a las negociaciones.
Simultáneamente,
Iturbide escribió al arzobispo de México, a los obispos de Guadalajara y Puebla
y al gobernador de la mitra de Valladolid, anunciándoles sus planes, y movilizó
agentes que fueran a persuadir a los comandantes militares acantonados en
Michoacán y en el Bajío. Una vez obtenido el acuerdo de tan importantes
sectores del clero y del ejército, proclamó el 24 de febrero el Plan de Iguala
(v. texto completo), cuyos artículos principales establecían la religión
católica, sin tolerancia de otra alguna; la absoluta independencia; un gobierno
monárquico constitucional, reservado a Fernando VII o a otro miembro de casa
reinante; la formación de una junta gubernativa, previa a la constitución del
Imperio Mexicano; y la creación del Ejército de las Tres Garantías. Se
indicaba, además, que todos los habitantes eran ciudadanos idóneos para optar
empleos y garantizaba a las personas y al clero el respeto a
sus propiedades y fueros.
Este periodo
terminaría hasta febrero de 1821 cuando se firma el Plan de Iguala.
La cuarta, la que
transcurre del 24 de Febrero de 1821 hasta el 27 de septiembre de ese mismo año
cuando el Ejército Trigarante, al mando de Agustín de Iturbide, entra
triunfante a la Ciudad de México, compuesto principalmente por la totalidad del
ejército realista, ya convertido, y los últimos insurgentes, todos ellos
formarían el ejército mexicano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario